SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
Desde 1955, Fernando Arrabal reside en Francia. Allí, ha formado parte de los más encumbrados grupos intelectuales del mundo y ha entablado amistad con muchos de los principales personajes de la cultura del siglo XX. Estuvimos conversando sobre algunos de ellos
- Usted, con Samuel Beckett, Eugène Ionesco y Jean Genet, entre otros, es considerado como uno de los mayores maestros del Teatro del Absurdo. ¿Qué puede ser absurdo para Fernando Arrabal?
- Me parece que esa es una palabra menor, que va a tener el mismo éxito que la palabra vanguardia. Nuestro teatro ha atravesado las fronteras porque se le ha dado el calificativo de 'absurdo'. Y uno se pregunta por qué. El primer día que veo la palabra 'absurdo' estoy con Samuel Beckett. Como de costumbre, estamos jugando al ajedrez, cuando su mujer, Suzanne, trae un paquete, lo abre y es un libro. Y estamos en portada Beckett, Ionesco, Adamov y yo. Entonces, Beckett coge el libro, lo mira, y lee: 'Teatro del absurdo'. Me mira, y dice: '¡Qué absurdo!'.
- ¿Cómo lo influenció el cine de Man Ray?
- ¿Se dice 'influenciar'? ¿No se dice 'influir'? Creo que 'influenciar' * es una palabra no se puede decir. Por eso me choca... Pero usted sabe más que yo. A ver, dígame lo de 'influir'...
- Hablábamos del cine de Man Ray...
Es que yo lo he visto recientemente, y he visto muy poco. Man Ray me interesaba mucho. Pero más, su mujer, la última. No conocí a la anterior. En todos ellos, me interesaban mucho más sus mujeres que ellos. La mujer de Beckett me gustaba mucho; la de Ionesco, también. Incluso las mujeres que estaban con Andy Warhol eran más intesantes que él. Y entre Picasso y su mujer, Jacqueline, hay una diferencia abismal. Ella era una mujer inteligente, que fingía ser tan tonta como él. ¡Y era muy difícil ser tan tonto como él!
- Usted, durante tres años, integró el grupo de los Surrealistas. ¿Cómo era trabajar con el archifamoso líder de ese colectivo, André Breton?
- Era imposible, porque yo nunca he trabajado y él tampoco. Simplemente, Breton tenía un grupo de personas que nos veíamos todos los días, de seis a siete y media.
- ¿Cuál fue la causa por la cual usted dejó el Surrealismo de Breton y fundó, con Topor y con su eterno amigo Jodorowsky el anti-movimiento Pánico?
- Estábamos muy felices en el grupo Surrealista. Pero allí la confusión no estaba presente. Y había un aspecto que no soportaba Breton, aunque Dalí sí (que había sido expulsado), y era la ciencia, que a nosotros nos entusiasmaba mucho.
- Ha tocado usted un tema fundamental, el de la confusión, que es reconocida como el gran vector de sus producciones...
- Nosotros consideramos la confusión como una presencia. Es como la muerte. Entonces, nos aclimatamos a ella. Querríamos conocer las leyes de la confusión. Por eso, nos ha interesado uno de los últimos avatares de las matemáticas, que es la Teoría de Motivos. Nosotros somos enamorados de la ciencia y de las matemáticas y lamentamos no poder encontrar las leyes de la confusión y del azar.
En España y en América Latina, se habla mucho de 'tertulia' y se inventan frases de Tertuliano, que era uno de los hombres más cultos de su época. Cuando Tertuliano se hace cristiano, él tiene que definir la redención. Y eso se le hace muy difícil. Entonces, dice: 'Creo en la redención, porque es absurdo'. Es una frase luminosa y bastante clara. Y yo, siguiendo la traza de Tertuliano, digo: 'Creo porque es confuso'. No puedo imaginar nada, si no es confuso.
- En ese París que le tocó vivir, donde vibraba la más alta intelectualidad del mundo, ¿le tocó conocer a Cocteau, ese genio inefable que, igual que usted, logró sobresalir como novelista, dramaturgo, pintor y cineasta?
- No. Y, sin embargo, me gusta mucho Cocteau. Él, un hombre muy inteligente, que fue difamado y odiado en el grupo de los Surrealistas, dijo algo que, cuando lo leí, me dije: ¡Cómo es que yo no lo había pensado! Y es que se refiere a Picasso como 'el divino cretino'. Y lo importante ahí es la palabra 'divino'. Aunque cretino sí, porque no era muy inteligente, no era un hombre con el cual se pudiera tener una conversación. Piense usted que él a los sesenta años se hace estalinista, ¡cuando ya ha pasado lo mejor de su vida sin caer en semejante trampa! Pero era algo divino. ¿Cómo es posible? ¡Hay que ver la fe que tenía en sus cuadros! Era una cosa casi mágica. Había que decirle algo de cada cuadro. Y eso que ella, su esposa, que le ayudaba, te podía mostrar, en nombre de él, cien cuadros por hora. Lo único sensato es que 'le jodió' que yo hicera 'Viva la muerte'. Y eso me parece muy bien. Y eso que él nunca vio mi película. De la misma manera que, cuando Breton publicó mi teatro, la gente me decía: 'A Breton le encantó su teatro'. Pero lo cierto es que Breton se metía a la cama a las siete. ¡Le gustó el texto, pero nunca vio mi teatro! Con Picasso ocurrió lo mismo: cuando él supo que yo hice 'Viva la muerte', estaba ofendido.
- ¿Qué es lo que más recuerda de su amigo el célebre dadaísta Tzara?
- Yo he tenido muy malas condiciones con gente como Tzara o Picasso. A los dos los conocí cuando ya estaban muy viejos y cuando eran estalinistas. Y era muy penosa la presencia de un estalinista. En el caso de Tzara, le quedaban cosas grandiosas del pasado, como ser jugador de ajedrez, cosa que ni siquiera tenía Picasso, que era, sencillamente, un soldado del imperialismo estalinista, con la misma fe con la que, durante la Guerra Civil, rechazó venir a España para dirigir el Museo del Prado, como le fue ofrecido. Luego, cuando le dieron el millón, en cinco días, según él, hizo Guernica, si es que la hizo, si es que esta obra está dedicada a Guernica y no a la electricidad. Pero esas cosas ni usted ni yo las conocemos suficientemente. Picasso inspiraba respeto por el genio de su obra, pero, sobre todo, por la mujer que tenía.
- Ya que menciona el talento de Tzara como ajedrecista, hablemos de sus libros sobre ajedrez...
- Son libros muy confidenciales, en todos los países. Menos en Francia que en España, porque en Francia hay 8.000 personas que leen diagramas de ajedrez, mientras que en España hay sólo 3.000. De modo que esta clase de libros son completamente confidenciales. Lo más asombroso es que yo haya ganado el único premio serio de novela española con 'La torre herida por el rayo', que es un libro que es insoportable por el hecho de que cada página tiene un diagrama de ajedrez, y el ajedrez parece la cosa más aburrida del mundo.
- El Nadal es el premio literario más antiguo de España. Pero, ¿por qué cree que es el único premio serio de ese país?
- Yo creo que todos los premios lo que hacen es una cosa folclórica, de panderetas. Eso es obvio.
- Ya hemos escuchado sus opiniones sobre Picasso. Cuéntanos ahora sobre su gran amistad con Salvador Dalí...
- Dalí era un hombre demasiado culto, mucho más culto que original. Al final de su vida, cuando nos veíamos, lo hacíamos a través de una puerta, porque él no quería mostrarse como era: su pelo y su barba ya eran blancos, se le había caído el bigote y tenía tubos para mejorar la respiración.
- ¿Qué le inspiraba Gala?
- Era una mujer extraordinaria, fantástica. De eso no cabe duda. Fue una mujer que me maltrató, como una manera de maltratar también a Dalí, puesto que era su marido el que me impulsaba tantas situaciones...
- ¿Y María Kodama, la fuerte esposa de Borges, ese gran inspirador de su trabajo cinematográfico?
- A ella la he conocido muy mal. Porque, Borges viajaba sin ella. Rara vez los vi juntos. A Europa, venía. Nuestras grandes conversaciones fueron sin ella. Luego, ya nos hemos visto en Japón y en algunas otras coincidencias. No puedo decirle nada extraordinario sobre ella, porque no la conozco bien.
- Su frecuente contertulio Milan Kundera dice que la obra de Fernando Arrabal merece permanecer en el tiempo. ¿Piensa que el cedazo del tiempo será clemente con sus producciones?
- Yo diría que Kundera, como es tan buen amigo, lo mismo que Ionesco o Beckett, que tanto dijeron que me querían, habrían querido que el porvenir se apiadara de mí. Pero nunca podemos saber qué va a pasar. Probablemente, mañana se va a olvidar completamente quién es Fernando Arrabal.
Hablando de actualidad
- ¿Cree que su anarquismo ha sido superado por la actual situación española?
- No creo que yo haya sido nunca anarquista. En realidad, esta es una pregunta muy pertinente, porque, en mi caso, uno no puede referirse a España, ya que he declarado a menudo que soy de Destierrolandia.
- ¿Qué piensa del cine "gótico" de "Blancanieves", (el fenómeno cinematográfico del momento, en España. Obra candidata al Óscar, por ese país)?
- No sé ni a qué se refiere.
- ¿Acabó la sociedad de consumo con la imaginación?
- Sobre esas palabras que usted emplea, no puedo decirle nada. No les encuentro significado. Si ya tengo problemas para saber qué es Dios, cuando usted me habla de sociedad de consumo, no puedo saber a qué corresponde ese título.
- El poeta colombiano Rubén Vélez me dice que le pregunte qué piensa de la obra del célebre escritor español Javier Marías (ganador de algunos de los principales premios de la lengua española). ¿Demasiado británica para su gusto?
- Me habla usted de dos nombres que no conozco. Rindo homenaje a estos nombres que usted me cita, pero no los conozco.
- Hablemos de su defensa de Israel...
- Eso es algo obvio. Pero, ¡vaya pregunta! Es la primera vez que se me mide sobre política internacional. ¿Llevo el uniforme, para responder esta pregunta?
Arrabal, según Ionesco
"Eran los años de la dictadura del general Franco. Arrabal tuvo la ocurrencia de ir a España, su país de origen, y así lo hizo. Firmó dedicatorias en sus libros. Una de ellas fue injuriosa para con el general Franco, o juzgada como tal. Lo cierto es que éste le mandó encarcelar. Fue desde la cárcel, creo, desde donde Arrabal me escribió. A mi esposa se le ocurrió preparar una petición firmada por escritores importantes con miras a la liberación de Arrabal.
Como es lógico, desechamos la idea de presentar ese documento a Sartre o a otros escritores de izquierda. Entonces, mi esposa recurrió a Anouilh, a François Mauriac (porque era católico) y a algunos otros. Enviamos la carta a España. Y fue gracias a esta carta, firmada por hombres considerados de derecha, que Arrabal pudo ser puesto en libertad.
(...) Espero poder decir alguna vez por qué me gusta Arrabal, por qué me encanta su estilo, por qué amo su espíritu barroco, por qué amo su cultura tan extensa, su barroquismo y su persona misma".
Eugène Ionesco
* El verbo influenciar aparece en el diccionario de la Real Academia Española