Al igual que los poemas incluidos en la sección "Poesías de El Niño Poeta", los siguientes versos hacen parte de los poemarios "Destellos nocturnos" y
"Entre el fuego", publicados por Sergio Esteban Vélez, cuando tenía doce y catorce años de edad, respectivamente. En ese entonces, dada su precocidad literaria, Vélez era reconocido con el
apelativo de "El Niño Poeta".
En los libros que escribió en su niñez y adolescencia, Sergio Esteban Vélez se enfocó hacia la poesía clásiva, cultivando especialmente el soneto y el romance octosílabo. La práctica de las
técnicas académicas fue fundamental para, más tarde, construir su obra desde las formas propias de la modernidad.
Aquí, algunos otros ejemplos de los poemas escritos durante su niñez:
L A PAZ NO TIENE PAZ
La paz va desolada, está presa en la guerra,
los hombres con fusiles sus alas desangraron,
en luchas por poderes su resplandor quemaron,
pues la ambición malsana se adueñó de la tierra.
La paz es el más dulce de todos los manjares,
es sueño de horizontes en tierras verdecidas,
la paz es el camino que hace durar las vidas,
que concientiza al pueblo y alegra los hogares.
Va volando descalza, lleva los pies heridos,
en lágrimas bañada, resuenan sus quejidos,
y el vibrar de las bombas amordaza su voz.
Se postra en cada paso para aliviar pequeños
que perdieron sus miembros por el tétrico empeño
de los hombres violentos que rechazan a Dios.
Se dirige a los montes pero están en batalla,
las escuelas cerraron sus puertas por el fuego,
van cayendo cabezas, se ha acabado el sosiego,
los labriegos huyeron, el universo calla...
Y tiranos sin alma van secuestrando abuelos,
y asaltan las cabañas y matan por matar,
enterrando sonrisas y enturbiando la mar,
¡sólo queda un desierto con entrañas de hielo!
Los estados la aclaman mientras ven sus cenizas,
las parroquias la lloran en sus fúnebres misas;
pero todos seguimos en combates mortales.
Pero al fin de esta noche, cual nueva madrugada,
Se verá entre la niebla que opaca la alborada
que la paz llega plena con destellos triunfales.
U N DIA ANTES DEL PAGO
Una langosta con postre,
cañón acaramelado,
un rico pollo a la broadster,
un buen vino o un helado.
Esto aparece en el “poster”
de ese restaurante amado,
pero decidí comerme,
las uñas, por desplatado.
Si me ganara el lotín,
de inmediato pediría
un rubio vino del Rhin.
Pero en éste amargo día
-parece no tener fín-
me comeré una sandía.
R ECORDANDO A SILVA
Con trágicos lamentos, Silva entona sus cánticos,
y la luna de plata no apacigua sus súplicas,
los párpados del cosmos rutilan melancólicos
en el oscuro valle de la noche penúmbrica.
El etéreo perfume de la brisa noctámbula
se expande en la alborada como plácida túnica,
la luna va entregando sus destellos fantásticos...
los violines del cielo desplegando sus músicas.
Y pálida en el féretro, descansa Elvira estática
y resuena en el ámbito como una bala acústica,
el corazón de Silva va regando sus cálices
y se apagan sus ojos y su luz plenilúnica.
Dos almas se congregan en un sueño romántico
y se juntan sus sombras cual danzarinas lúmbricas.
A LMA TRISTE
Yo soy el pasatiempos de la vida
que azota mis antorchas consternadas;
solo sé, soy un alma desolada
que sólo espera la final partida.
En mi espíritu tengo mil heridas
y una lumbre que sufre encadenada,
mi alma ya de dolores está henchida
y por remordimientos apagada.
Me levanto en las horas nocturnales
observando un crepúsculo divino,
y me acuesto al umbral de las auroras.
No me importan los bienes ni los males,
solo un poema y un vaso de vino,
y van pasando rápidas las horas.
No salgo de mi lecho almidonado,
y se agobian mis ojos por el llanto,
por tanto sufrimiento tanto, tanto,
que estremece mi cuerpo ya acabado.
Solo un húmedo cuarto maltratado
percibe mis dolores que no aguanto,
perecieron los mágicos encantos
de vivires dementes y obstinados.
Fui rico, ¡sí! yo tuve mucho, mucho,
dinero, amor, salud, bellos quereres,
y ya no escucho ni mi propia voz.
En mi espíritu mueren los cartuchos
de un enjambre de ensuéñicos poderes,
y sólo espero que me aguarde Dios.
F RESCURA DE LAS AGUAS MELODIOSAS
Frescura de las aguas melodiosas
que besan la dulzura del rocío,
la luna va ensoñando las campánulas
ondulando los vientos fugitivos.
Por los diques arpégicos del muelle,
se contempla la luz del infinito,
cadenciosas fragancias de luceros
escuchando las voces del vacío.
Libélulas danzando por las ondas
dulcifican la sed de sus racimos,
desplegando sus alas blanquecinas
un cisne se aposenta entre su nido.
En la cima fugaz del pensamiento
se apaciguan los fuegos de los silfos,
y se ocasan las flores de la aurora
sumiéndose en las faces del olvido.
P ETALOS DE LUZ
Almíbar de los dioses centelleantes,
prisma sutil que danza en armonía,
huracán de crepúsculos brillantes,
universo fugaz de fantasía.
Arrebol de colores deslumbrantes,
festival de candor, rayo del día,
tempestad de esplendor despampanante,
ensueño de las dalias, ambrosía.
Fragancia de espirales de clavel,
trémulo colibrí sobre una rosa,
extasiado extrayendo dulce miel
Farol de las celestes cordilleras,
ebúrneo corazón de mariposa,
y horizonte marcado en primaveras.
P ERRITO CALLEJERO
Perrito callejero de mirar consternado,
despreciado por todos, por el hambre invadido,
sin techo que te acoja, solo y abandonado,
recorriendo las calles, triste y adolorido.
En las oscuras noches, el frío te acorrala
y la luz del ensueño no te toca sumisa;
al verte te patea toda la gente mala
y nadie se conmueve con tu cuerpo hecho trizas.
Oh, Dios, ¿por qué dejaste que animales tan fieles
no disfruten contentos de las mágicas mieles
del cariño de un amo que les dé la comida?
¿Por qué Señor, replico, no los llevas contigo
libres en tu perrera gozando de tu abrigo,
a tus pies descansando, lamiendo tus heridas?
A LBA PRIMAVERICA
La noche que suscita a la obsidiana,
exalta el corazón del infinito,
y en el frágil candor de un sueño escrito,
se despierta la auténtica mañana.
La aurora se proclama soberana,
su destello se ve en el curubito,
de un azul firmamento que ha descrito,
los edenes de un alba alcaravana.
El rocío recorre los fulgores
del verde pasto y pétalos de flores,
besadas por los rayos del gran sol.
Y la alondra recorre el horizonte,
mezclada con los trinos del sinsonte,
entre magnos suspiros de arrebol.
M IS PASOS SON MIL POEMAS
Mis pasos son mil poemas
que undívagan los recuerdos,
son notas de ruiseñores
madrigalizando anhelos.
Son flores de plenilunio
que se mecen con los vientos,
son rútilas golondrinas
que embonando los espectros,
encuspidecen abismos,
marchitando los desvelos.
Mis versos son fuentes puras
que sacian la sed del pueblo,
son campanas reverentes
que deslumbran los luceros,
son corceles majestuosos
que corriendo por los cerros
galopan las primaveras
para encontrar los desiertos.
Mis poemas son mil pasos
que recorren con su vuelo
las luces de la alborada,
y las estrellas del cielo,
las ciudades con sus galas
y el aire fresco del huerto.
Mis poemas son mis cantos,
son mis hijos, mis destellos,
son los retoños de mi alma,
que eternizarán mi cuerpo.
R ISA ESBELTA Y PURPURINA
Tu risa es de matices somnolientos,
es dulce campanada en primavera,
es magno rayo en pampa jardinera,
es ensueño, es idilio, es mar, es viento.
Tu risa es el crepúsculo de un ave,
arpegio de las luces vespertinas,
un susurro del agua esmeraldina,
emoción suspicaz, rítmica y suave.
Tu risa es la magnolia de los montes,
es un trueno que alumbra el horizonte,
es gaviota de perla con rubí.
Tu risa es el más dulce de los trinos,
es un cántico esbelto y purpurino,
que cadente se enciende en frenesí.
Rueda y rueda la corriente
martirizando guijarros,
en las fuentes cristalinas,
entre los montes dorados.
Mientras la fragante lluvia
los ensueña con sus cantos,
los peces los acarician
suavemente en el costado
Todas las noches, la luna
los contempla acurrucados
bajo las ondas del agua,
como frutos de alabastro.
El arroyo los abriga
con sus melódicos mantos
y el sol besa las pupilas
de sus cuerpos ya tatuados.
Van viajando por las aguas,
y observan, puros, los nardos;
son los llantos de la tierra
salpicados por los rayos.
Y al ampliarse el horizonte,
se deslizan por los lacios
jirones de torbellinos
del agua del mar salado.
C ELESTE RESPLANDOR:
LA MARIPOSA
Multicolor ensueño que el vergel engalana,
volando por los aires de ritmos peregrinos,
y besando arreboles de fondos cristalinos...
va dejando a su paso perfumes de avellana
Sutil como la brisa, diáfana cual mañana,
núbil cual primavera de esplendores divinos,
capullo estremecido que brota entre los trinos
de las luces del cielo en el cual es sultana.
Tiemblan sus faustos pétalos cubiertos de rocío
arco iris fugaces que, con celeste frío,
deleitan las magnolias con su alegre vaivén.
Pasa veloz la estrella y en un ferviente giro,
posa la mariposa con lírico suspiro
sobre el arco dorado de una flor del edén.
M ENSAJERA DE DIOS
Bendito Dios por darte como madre,
de un mar que por tus dádivas florece,
que se mece en tus ramas en la tarde,
que te ama y que tal vez no te merece.
Bendito Dios por darte el sufrimiento,
esos fuertes dolores que en tormenta
se fueron convirtiendo en arrebol.
De tus tibias entrañas,
surgió la luz,
surgió mi ser,
surgió la vida,
surgió el amor.
Soy escencia de ti
tú eres enviada
de ese Dios que bendigo y que profeso,
para cuidarme,
para darme tu amor,
para luchar por mí,
para entregarte toda por mi felicidad.
Eres tú madre buena,
la que cesó su sueño
para velar el mío,
la que quitó la risa de su boca,
para observar mi corazón latiendo,
la que derrama lágrimas conmigo,
la única en el mundo,
que nunca me abandona,
una luz centelleante,
que siempre vivirá,
Bendito Dios,
¡Bendito!
¡Eres tú la María del poeta!
L AS ROSAS DE DOÑA ROSA
Yo necesito una rosa del rosal de doña Rosa
que con su lírico aroma crepuscule el horizonte,
y estremezca corazones, hipnotizando los montes,
una rosa primorosa del rosal de doña Rosa.
Yo necesito una rosa del rosal de doña Rosa,
que con sus mágicos pétalos, suscite a la primavera,
y que ensueñe a los idilios su fragancia placentera,
una rosa candorosa del rosal de doña Rosa.
Una rosa que persigne las auroras de fragancia,
que su aroma puro y suave se difunda en la distancia,
en un piélago dorado de esplendores purpurinos.
Una rosa pudorosa que eclipsara al alhelí,
que con su néctar divino traiga pronto el colibrí,
una rosa cadenciosa que florezca entre los trinos.
T U CUERPO ENTRE LOS SILFOS