CODA
A veces,
soy peor
que los seres
humanos.
GENEALOGÍA
En cuanto al génesis,
Los prehistoriadores se esfuerzan en vano
por descubrirnos
un antepasado simio.
Según una hipótesis,
no del Elohim judío,
soy un lagarto
en el Paraíso.
Todo es válido,
por determinado tiempo,
me dice una sibila
que incurre en el comercio
prohibido
de consejos marcados por vivencias
inscritas en las células nerviosas.
SI QUIERES TERMINAR INVICTO
Joven genio,
que tienes dentro un antropófago,
si quieres ser reconocido
y terminar invicto,
debes prestar caución
(prenda metavaluable)
que pueda responder por los perjuicios
que con tal objeto
causes.
TRANSHUMANIDAD
Estancamiento de la sangre en el cerebro.
Desorden funcional del sistema nervioso.
Obra muerta.
Es el estado
de una mente asediada
por la vida
después de la muerte.
Un ángulo aparente
de noventa grados
entre dos cuerpos celestes.
Es que no puedo
asumir la distancia entre las puntas
de tu ala y la mía.
PROMISORIOS
Gracias a que los habitantes de la Atlántida
no tenían,
un misterioso calendario
de círculos concéntricos,
ni escrituras proféticas
que hablaran del futuro,
pudieron,
por milenios,
tal vez,
dormir tranquilos.
OMNISCENCIA
Tú,
que eres más brillante
que diez mil soles juntos,
muéstrame el camino.
¿Cómo podré sobrevivir a la vida?
¿Seguiré siempre
con esta brújula inconstante?
Quiero ascender
al Hiperespacio
y sublimar la energía
de mis egos.
Quiero escapar
del sepulcro de mi cuerpo
y llegar al Nirvana
eterno.
Este estado de vigilia,
hace que la paciencia se desgrane
y se exalten los lotos
superpuestos
del alma.
He de escuchar
la confusa voz del sueño,
y de acostarme en posición de estrella
para encontrar,
en mi inconsciente
la dicha inefable
de la omnisciencia.
SONETO BURLESCO
-DOLOROSO EPÍLOGO-
Mi lengua está podrida, de hablar mal de la gente,
hinchadas las amígdalas, como bolas de fuego,
y en mi lenta agonía, a mi furor le ruego
que acalle el silabario que no cesa en mi mente
Al tragar la saliva, el oído me arde
y entre la pesadumbre, el dolor se atraganta,
parece un remolino pasando en mi garganta,
pero estoy resignado, pienso que ahora es tarde
remediar las angustias de mi boca perdida,
con los labios deshechos y la lengua partida,
sin poder comer nada, por la fiebre feroz.
En mi casa están plenos sin oír mis poemas
-que son en la penumbra como fúlgidas gemas-
¡y están exacerbados, sin escuchar mi voz!
Entre las insondables
minas de magma
vital,
hay unos recipientes
de materia flexible,
que encierran
una piedra angular;
creen en la definición de lo indefinido
y a todo lo que existe
le asignan un lugar.
Están obsesionados
por la geometría
y todas las metrías,
sin embargo en su métrica
soslayan
la pregunta embarazosa
de cómo elucidar la exactitud
de las distancias interiores.
Entonces sólo piensan
en que hay que mantener
el orden
y seguridad en el mundo.
No saben que están solos
y que sólo
son células
que decaerán.
POR UN SONETO
Un soneto,
sólo con un soneto
me desarmaste el alma.
El tiempo
ya no importaba;
la lámpara
fulgía,
la mente se sumía
en la mirada
y la carne
ascendía
a otras galaxias.
La corriente energética
ejercía su influjo
en las neuronas.
No hacían falta
más palabras…
Los polos temporales
se igualan,
el entendimiento
se desdobla
y al fin
alcanza
la transverberación
alada.
CALLAR EL CORNO
Quiero
quedarme en catalepsia,
sin la chispa vital,
en la chaise-longue
de Venus.
Quiero acallar
el corno
que aturde el remanente
de mi alma,
y que en volutas,
la esencia
se fugue hacia el Walhala.
Es mejor soñar
que sentir el silencio de la ausencia…
El peso
de la reproducción de los recuerdos
me inunda las retinas.
Es inútil
la magia del Prozac
porque mi abismo interno
es inconmensurable.
Es necesario
descansar
de aquel taladro
en mi epicentro.
Ahora,
sólo resta
que me quede esperando
un sucedáneo.
Desde mi cosmonave,
por la rejilla zodiacal,
contemplo la estulticia
de las fuerzas activas
dispersas y vacías
de animales compulsos
en lechos de tres patas,
caminando
rozando
la Tierra con el vientre.
Blancos entremezclados
sobre un cimiento oscuro,
o vagones sin ruedas
que pretenden volar.
De la piel para adentro están gimiendo
en soledad,
sin saber que en sus cámaras ocultas
está
la eternidad.
ARGONAUTAS AUTÓMATAS
He interrogado ya
a todos los pasajeros,
y todo sigue en blanco...
ni siquiera tomaron el dictado
del manual de vuelo.
“¿Y por qué vinieron a buscarla aquí?”,
replicó uno,
que venía empacado
en un cuerpo viejo.
Sólo una quinceañera debutante
Me respondió sonriendo:
“Yo no sé si partieron
los que vinieron de un paréntesis del Cielo,
seguramente
desistieron.
Perdóneme que insista,
pero nunca creí en esa misión
de tratar de que abriéramos
la puerta transparente
de los acontecimientos”.
HUMANIDAD
¿La semilla
podrá alcanzar
el desarrollo
de una criatura viable?
Amigo, tú,
que eres
barro en un torno utópico
que proviene de un charco en el submundo,
escucha este consejo
de tu espejo.
Llegó la hora esparcir el grano,
de llenar el balde de piedra machacada,
de estirar la cuerda del arco.
Si no luchas en esta guerra,
sin importar quién seas,
debes abandonar la quimera
y proseguir
a la rendición
eterna.
¿Cuál será la suerte
de los que ignoran
el cuidado
de diseminar la verdad?
Estas almas caídas,
en tanto se camuflan con resina
odorífica
de beatitud,
transforman las superficies
cuasiprístinas,
en pedazos de lava;
trastocan los océanos
ignotos de la mente,
en estructuras cóncavas,
y la ciudad corpórea,
en fósiles en guerra.
Hábiles timadores de la vida,
en exhibicionismo,
invierten
las lecturas
de lo material,
y, en vanidad,
se ufanan
de su saber perito.
Intrusiones sedientas,
que ofrecen como miel
su alucinante áspid.
Disección acuciosa
de los hechos ajenos,
espiando con malicia
sonrisas y deseos.
Hermeneutas perennes,
infalibles exégetas,
que, con cálculo mágico,
predicen sus oráculos,
mientras van ascendiendo
por las erosionadas costras
de vivencias desérticas,
y al final,
cuando se hallan
ante el fuego dantesco,
escuchan un tronido
que proclama:
“Los ha salvado
su ignorancia”.