SERGIO ESTEBAN VÉLEZ: DE NIÑO PRODIGIO A POETA MADURO
Por: OLGA ELENA MATTEI
Diario “El Mundo”, Medellín, 22 de agosto de 2005.
Alguien me dijo que la razón por la cual me gusta tanto la obra de este joven es por que, después de que le lavé la cabeza, lo puse a escribir poemas que parecen idénticos a los míos... Por el contrario: es porque son como yo quisiera poder escribir. Son los poemas que yo hubiera querido escribir pero no supe. Los poemas de Sergio Esteban Vélez son mucho mejores que los míos.
Tenía sólo seis años cuando empezó a escribir y a publicar sus poemas. “El Niño Poeta”, era su título. La prensa lo entrevistó y subrayó su precocidad. Yo lo leí con deleite en 1996. En su período infantil, escribió 7 libros y publicó 2 de ellos. Su elección, en cuanto al estilo poético en el que se movía entonces, fue la del verso tradicional que llamamos “centenarista”. Ello se debió posiblemente a la prodigiosa facilidad que tiene para la rima automática, su gran oído para la musicalidad y el ritmo, su innato sentido de la métrica. Todo esto hace que su poesía sea agradable y penetrante y colme el gusto de la gran mayoría de sus lectores.
Permaneció mudo por un tiempo, y, de repente, al cumplir 20 años, se desató en un torrente que estaba represado... y produjo un conjunto de poemas, cuya excelencia me deja sobrecogida. De corte moderno, pero nada árido, y lejos del vacío de significado con que llenan renglones algunos jóvenes poetas prepotentes que llaman poema a cualquier pensamiento puesto en un letrero.
Encuentro en su poesía múltiples elementos enriquecedores, como su amplio vocabulario, su abundante metáfora, su vibrante sensibilidad. Giros sorprendentes, inesperados; visión existencial llena de un phatos expresado con originalidad poética e ironía.
Es capaz de fundir modos llenos de espiritualidad, de sarcasmo filosófico, de vuelo poético, con modos tan opuestos como el corte seco de la Antipoesía y el dato intelectual del brillo de su cultura, ya que conoce al detalle temáticas como la Literatura, las Artes, la Música, la Geografía y la Historia universales, las de Colombia, la Política, nuestra genealogía (y en estas tres últimas su erudición nos maravilla), sabe también acerca de Derecho, de la historia y la evolución de las distintas religiones y sus tesis. Puedo mencionar cualquier personaje histórico o mundial, y él conoce bien su biografía, sus peculiaridades, las razones de su notabilidad... y su manía del conocimiento lo lleva a despertar entre nosotros, sus amigos, al principio algunas sonrisas perspicaces, y, finalmente, a veces, estruendosas carcajadas, cuando se nos revela su meticuloso placer en asediar las genealogías de nuestra gente.
Estas cualidades concuerdan con algunos de los rasgos de su personalidad, como su profunda espiritualidad, y, si me perdonan la mención inmediata de una característica tan antagonizante, hay que reconocerlo, su exquisita elegancia en el vestir y en sus modales.
De todo ello se nutre su don de gentes, que todos disfrutamos. Desde sus 13 años ya era amigo de grandes personalidades, tales como políticos, gobernantes, directivos, empresarios, jerarcas de la Iglesia, personajes de la cultura de todo el país, y de nuestra alta sociedad.
Por eso, cuando a los 12 años sabía que ya era una persona capaz de realizar cualquier proyecto en el que necesitara desplegar gran liderazgo, capacidades organizativas, don de gentes, entusiasmo, energía y constancia, lleno de buenas ideas, puso manos a la obra... y por primera vez en dos siglos de cultura y literatura, tenemos Academia Antioqueña de las Letras.
Sergio Esteban Vélez no solamente probó ser un niño y joven precoz, un líder, un estudioso, “adicto al conocimiento”, y una persona de gran talento, sino también un sorprendente, excelente, moderno y maduro poeta.
OLGA ELENA MATTEI[1][1]
SERGIO ESTEBAN Y EL COLOR
(Carolina Baena, El Mundo, 31 de agosto de 2008)
Nuestro columnista más joven explora el arte colombiano
El poeta, gestor cultural y columnista de EL MUNDO Sergio Esteban Vélez presenta su quinto libro, "El Color en el arte moderno colombiano"
A pesar de su corta edad, Sergio Esteban Vélez puede ostentar un significativo número de realizaciones en el campo de la cultura. La más reciente de estas es la edición de su quinto libro, “El color en el arte moderno colombiano”, publicado por Colorquímica S.A., en el aniversario de su fundación.
En esta edición de lujo, Sergio Esteban explora el panorama de lo que ha sido el color en nuestras artes. Y, para ello, entrevista a los “maestros mayores”, como Armando Villegas, Omar Rayo, Manuel Hernández, David Manzur, Olga de Amaral, Santiago Cárdenas, Ana Mercedes Hoyos, Maripaz Jaramillo, entre otros. Acude, además, para complementar la conceptualización sobre este tema, a algunos de los principales críticos de arte del país, como son Eduardo Serrano, Leonel Estrada, Juan Gustavo Cobo Borda, Darío Ruiz Gómez y Olga Elena Mattei.
El columnista de EL MUNDO José Alvear Sanín comenta de este libro que: “Nada más difícil que hacer una buena entrevista. Y Sergio Esteban ha logrado que todas sean
interesantes, porque sus preguntas, a la vez amables e incisivas, denotan un amplio conocimiento del arte moderno colombiano”.
Continúa el columnista Alvear que “el libro está ilustrado con 75 excelentes reproducciones de obras de los pintores entrevistados. El diseño y diagramación, de Sandra de Bedout, impecables, así
como el trabajo de Especial Impresores”.
Y, en cuanto al autor, afirma que “Sergio Esteban es dueño de una prosa recia y firme. Como es original, analítico y no traga entero, me parece que tiene mucho futuro como columnista”.
Hablando de arte
¿Qué hace un poeta hablando de artes plásticas? Es una cuestión que podrían formular algunos. Cuando se le pregunta acerca de esto, el maestro Omar Rayo, uno de los pintores seleccionados en el libro, asegura que “si en nuestro país hay buena crónica de arte, la hacen los poetas, que son, justamente, los que deberían hacerla. Los poetas son los que más se acercan al arte y a la cultura plástica”.
Y, sobre el mismo asunto, el ex presidente Belisario Betancur, autor del prólogo del libro, comenta que “no es insólita la intercomunicación entre la poesía y el color: Rimbaud escribió un impredecible soneto sobre las vocales, a las que percibe cada una de tonalidades cromáticas diferentes. Años después el surrealista Apollinaire, de estridentes policromías hacía cantos elegíacos. Para Aurelio Arturo sentimos que todos los colores son verdes. En cambio para mí, en la ‘Tierra del Fuego’ todos los colores son blancos”.
Agrega el ex presidente y poeta que “está bien, por tanto, que para la celebración de los 30 años de Colorquímica, que trabaja con el color, se haya invitado al
joven poeta Sergio Esteban Vélez a juntar poesía y color en un bello libro testimonial que recoge voces de creadores en torno a la metáfora de la pintura. Lirismo, plástica e industria del color,
forman el trípode hermoso de la presente edición de visiones innumerables sobre la obra de los creadores, pequeños dioses como los llamara el poeta chileno Vicente Huidobro”.
En relación con este nuevo aporte al acervo cultural del país, Germán Londoño, otro de los artistas incluidos, comentó a EL MUNDO que “‘El color en el arte colombiano’ es un trabajo importante, porque nadie había hecho una edición dedicada a este tema. Además, la calidad de la impresión, el contexto en el cual las obras han sido incluidas y todo lo demás quedó muy bien”.
En cuanto a la importancia de que en el texto se busquen las consideraciones propias de los grandes artistas colombianos, más allá de
la crítica y los comentarios personales del autor, Londoño afirma que “la forma en que está orientado el libro, a través de la entrevista directa con los artistas, más que la interpretación, le
da una inmediatez extraordinaria, porque están hablando de un aspecto fundamental del arte, que es el color, y los pintores están dando sus opiniones, mostrando su visión, y está quedando
textualmente. En ese sentido, este libro es sumamente distinto a lo que uno ha visto en libros de arte”.
Un joven polifacético
La escritora antioqueña Olga Elena Mattei, autora de uno de los textos introductorios de esta obra, describe al autor Vélez asegurando que “a los 12 años, Sergio Esteban sabía que ya era una persona capaz de realizar cualquier proyecto en el que necesitara desplegar gran liderazgo, capacidades organizativas, don de gentes, entusiasmo, energía y constancia. Lleno de buenas ideas, puso manos a la obra... y por primera vez en dos siglos de cultura y literatura, tuvimos Academia Antioqueña de las Letras.
En cuanto a su poesía, es capaz de fundir modos llenos de espiritualidad, de sarcasmo filosófico, de vuelo poético, con modos tan opuestos como el corte seco de la antipoesía y el dato intelectual del brillo de su cultura, ya que conoce al detalle temáticas como la literatura, las artes, la música, la geografía y la historia universales, las de Colombia, la política, nuestra genealogía (y en estas 3 últimas su erudición nos maravilla). Puedo mencionar cualquier personaje histórico o mundial, y él conoce bien su biografía, sus peculiaridades, las razones de su notabilidad...”.
Mattei encuentra, además, en, la personalidad de este joven, cualidades como “su profunda espiritualidad, y, si me perdonan la mención inmediata de una
característica tan antagonizante, hay que reconocerlo, su exquisita elegancia en el vestir y en sus modales”, y agrega que “de todo ello se nutre su don de gentes, que todos disfrutamos. Desde
sus 13 años, ya era amigo de grandes personalidades, tales como políticos, gobernantes, directivos, empresarios, jerarcas de la Iglesia, personajes de la cultura de todo el país, y de nuestra
alta sociedad”.
La escritora concluye afirmando que estamos ante quien “no solo probó ser un niño y joven precoz, un líder, un estudioso, ‘adicto al conocimiento’, y una persona de gran talento, sino también un
sorprendente, excelente, moderno y maduro poeta”.
La investigación necesaria para la realización de esta obra llevó a que Sergio Esteban se sumergiera en la historia personal y artística de cada uno de los mayores pintores de nuestro país. Uno de ellos, el maestro David Manzur, convencido de la importancia de la labor de este joven, le escribió diciéndole que “Sergio Esteban, de ti he aprendido que la vida tiene mucho más que el arte mismo y el arte mucho para la vida (...) Me siento muy afortunado de ser uno de tus amigos y admiradores”.
Por el momento, el libro está distribuyéndose en las principales bibliotecas, centros educativos y entidades culturales del país, en pos de que la comunidad pueda tener acceso a los resultados de estas exploraciones.
POESÍA OCULTA BAJO LA PIEL. SERGIO ESTEBAN VÉLEZ YA NO ES EL NIÑO POETA
JUAN DAVID MURILLO
El Mundo, 29 de agosto de 2005
Con el lanzamiento de su libro de poesía “Urdimbre bajo la piel”, Sergio Esteban Vélez demuestra haber alcanzado un alto grado de madurez que cambia en algo la imagen de niño precoz de las letras.
Oculto bajo la sombra de su boina negra, que ayudaba a darle una imagen de adulto, Sergio Esteban Vélez inició la lectura del poema “El alma pesa veintiún gramos”, primero de la noche en el día del lanzamiento de su libro “Urdimbre bajo la piel”.
La misma inspiración con la que escribió cada uno de sus textos se reflejó al momento de la lectura. Su alma de 21 años está en cada línea, en las cuales es posible leer o escuchar apartes de su pensamiento.
Con un ligero movimiento de cabeza y cuerpo, Sergio agradeció los aplausos del público que durante algo más de dos horas se reunió para escuchar algunas de sus nuevas creaciones, recopiladas en el texto “Urdimbre bajo la piel”, así como algunas que estarán contenidas en una próxima publicación.
De este modo, el joven poeta llega al cuarto poemario de su carrera como escritor. De sus tres creaciones anteriores ha realizado cerca de 60 presentaciones en diferentes auditorios, lo que le ha valido la aclamación del público, una positiva crítica nacional e internacional y algunos homenajes y galardones.
Olga Elena Mattei, presidente de la Academia Antioqueña de Letras y amiga personal de Vélez resalta esta nueva producción que compila poemas modernos pero a la vez muy profundos, en los que es posible percibir en gran medida el recorrido cultural del autor. “Tiene toda esa facilidad y esa sensibilidad poética. Todo lo aúna y le resulta una poesía de la más alta calidad”, expresó Mattei.
Con la escritura de sonetos, Sergio incursionó en su carrera poética, pero sus 13 años se convirtieron en argumento para persuadirlo de que no era el momento adecuado para desarrollar este talento innato.
Al respecto, Mattei aseguró que esta fue una etapa difícil en su carrera creativa: “Fue un período de reflexión. Se sintió equivocado, le debió dar duro. Tuvo un tiempo de silencio que superó con esta entrega”, afirmó en el lanzamiento del libro “Urdimbre bajo la piel”.
Si bien esta compilación de poemas se convierte en la cuarta de Vélez, su recorrido en el campo cultural es mucho más vasto.
Es miembro de diversas juntas culturales y ha sido director de Cultura de algunas instituciones humanísticas destacadas, entre ellas la Academia Antioqueña de Letras y el Colegio Altos Estudios de Quirama.
Es de reconocer que a su carrera como poeta se suma la de historiador, gestor cultural, periodista y relacionista público.
“Urdimbre bajo la piel es la compilación de mi pensamiento filosófico acerca de lo que es el ser humano, de lo que es la vida. De lo que es el hombre, del pathos, de la angustia existencial que nos acecha”, explicó el autor.
Incluye también poemas que hablan de la transición, de su crecimiento, que se ha visto reflejado en lo físico y en lo intelectual.
De igual modo, ahonda en aspectos como la nimiedad del ser dentro de la grandeza del universo. “Soy lagarto en el Paraíso”, expresa en uno de sus escritos.
“Urdimbre bajo la piel” se convierte en un nuevo testimonio de su experiencia creadora, antecedida por un proceso académico que, a su modo de ver, debe ser seguido por todo artista.
La pintura que ilustra la carátula del libro es de autoría del maestro David Manzur, a quien Sergio Esteban define como uno de los “mecenas” que lo han apoyado a lo largo de su carrera. Precisamente, su próximo libro, “Estancias cerradas” también estará ilustrado por el artista.
POETA DI PASO...
(Periódico “El Mundo”, Medellín, 5 de enero de 1998)
Un niño poeta, dueño de virtud superior y belleza, Sergio Esteban Vélez, es una revelación. Cuenta solo con catorce años, nacido en 1983, es virtud de alma superior.
En su álbum Destellos Nocturnos, su vuelo nos ofrece noble espíritu al lirismo del alma y que hay horas grises que envuelven a la Patria:
“¡Conciencia! ¡Guerrillero!
que el mundo hay que cambiar,
pero dando la mano,
respetando al hermano,
¡Suelta las armas ya!
Su inspiración goza el cantar y descubre lo que busca por bello. En “Tu desnudez se alumbra” “desdibuja silencios” para exaltarlos, habla del amor íntimo como si lo hubiera probado y lo acaricia como monedas de oro:
“En este gran momento estás altiva,
mientras que nuestra lámpara se apaga,
tu me hechizas de amor, eres mi maga
y terminas callada y pensativa”.
Su fervor es un baño limpio, y va un ejemplo final: “Reina del universo”:
“Con un manto de luz tu nos proteges
y ante tu santo hijo tu intercedes,
por que en Ti es un placer colaborarnos
y no te cansarás nunca de amarnos”.
El verso es “Vaso Santo”, dijo Silva. No te supervalores... Poeta di paso... ni te deslumbren los elogios. Estudia para que llegues a la cumbre vigorosa e inextinguible de la cultura.
JAIME PINZON PINZON (Q.E.P.D)[2][2].
Uno se queda desconcertado. Tiene trece años y en Medellín lo llaman (y a él le gusta) “el niño poeta”. Pero ese “niño” se ha esfumado, porque en Sergio Esteban Vélez Peláez el lenguaje -corporal, gestual y verbal- es el de un adulto maduro, señor de lo que piensa y siente. Los temas que aborda para “conversar” son altamente conceptuales, dogmáticos, esquemáticos y teórico-poéticos. (...) Este adolescente crece en cordialidad, pulcritud de modales, amor por el arte y, sobre todo, en vocación y aptitud para la poesía. Espigando en su primer libro de versos “Destellos Nocturnos”, encuentro reflexiones que sorprenden por la adultez de la conceptualidad. (...) Su segundo libro “Entre el Fuego” es más maduro que el anterior. (A continuación se trasnscriben algunos poemas).
LUCILA GONZÁLEZ DE CHÁVES
Periódico “El Colombiano”.
SERGIO ESTEBAN VÉLEZ: COLOR Y ARTE MODERNO
Los diarios colombianos son muy descuidados en el registro de los nuevos libros en un país donde se están produciendo diariamente muchas obras de mérito. Especialmente en provincia, como dicen los cachacos, ignoramos, por esa omisión de los periódicos, multitud de libros.
Quiero entonces llamar la atención sobre un libro precioso, recién aparecido en Medellín y que merece difusión nacional.
Con motivo de sus primeros treinta años, Colorquímica, empresa antioqueña dedicada a la producción de colorantes para textiles, alimentos, curtimbres, papel, flores, adhesivos, construcción,
pinturas, impresión y empaque, ha tenido la feliz idea de publicar El Color en el Arte Moderno Colombiano.
Varios escritores fueron invitados a presentar ideas para el libro. Entre ellos resultó escogido Sergio Esteban Vélez, que los lectores de este diario ya conocen
por su columna, variada ágil e independiente.
Sergio Esteban se inició como poeta. Además tiene varios textos inéditos sobre temas históricos. Es dueño de una prosa recia y firme. Como es original, analítico y no traga entero, me parece que
tiene mucho futuro como columnista.
El Color en el Arte Moderno Colombiano recoge una serie de conversaciones sobre las tonalidades cromáticas, entre Sergio Esteban Vélez y Armando Villegas, Omar
Rayo, Manuel Hernández, Olga de Amaral, Juan Cárdenas, Ana Mercedes Hoyos, Maripaz Jaramillo, entre otros. Para tratar de Alejandro Obregón el diálogo es con Juan Gustavo Cobo Borda.
Nada más difícil que una buena entrevista. Y Sergio Esteban ha logrado que todas sean interesantes, porque sus preguntas, a la vez amables e incisivas, denotan un
amplio conocimiento del arte moderno colombiano.
A los reportajes se suman algunas páginas valiosas de Darío Ruiz Gómez (sobre Fernando Botero),de Olga Elena Mattei, de Eduardo Serrano (sobre nuestros coloristas) y de Leonel Estrada.
El libro está ilustrado con 75 excelentes reproducciones de obras de los pintores entrevistados.
El diseño y la diagramación de Sandra de Bedout, impecables, así como el trabajo de Especial Impresores.
Este bello y excelente libro merece también una edición comercial que permita adquirirlo en las librerías.
Para esa segunda edición, que sería un éxito, recomiendo omitir el inútil y pedante prólogo de Belisario Betancur, refrito de frases rimbombantes y citas
acomodaticias, y ofrecer el índice general y el de ilustraciones que le hacen falta.
José Alvear Sanín
El Mundo, 30 de enero de 2008
El “Niño Poeta”, de Colombia, publicó su primer libro a los doce años. Fundador de la Academia Antioqueña de las Letras, con tan sólo trece años, su extensa inquietud cultural le ha
proporcionado encendidos elogios de relevantes personalidades de todo tipo. Su verso, perfecto dominador de la tradición, es una apuesta inteligente por la palabra y el pensamiento.
Revista Española de Poesía “La Sombra del Membrillo”.
Madrid, diciembre de 2004.
Este es un niño poeta de 13 años que le ha sacado partido a la vida desde su lado artístico, que es lo que más le apasiona. Dice que se propone cambiar la
cara de Colombia ante el mundo "La juventud tiene muchas cosas bellas en el arte, la cultura, la ciencia. Hay que cambiar la noticia de los narcos y la droga por la cultura. La
pluralidad y la conversación entre todos son muy importantes para lograr una nueva Colombia" afirma Sergio Esteban.
Para este joven poeta sus palabras son cimientos para la construcción de un país mejor. Por eso en el interior de sus poemas habitan mensajes a los
indigentes, la ecología, los guerrilleros, la muerte, el amor, en fin, y otros temas que llevan a mirar la vida de otra forma.
Esperamos que siga haciendo lo que le dicte su esencia, que es en últimas lo que le permite al ser humano desarrollar toda su creatividad.
Periódico "El Colombiano"
Miércoles 4 de Diciembre de 1996
SERGIO ESTEBAN VÉLEZ PELAÉZ
EL GENIO MADURO Y SU NUEVA OBRA:
“EL COLOR EN EL ARTE COLOMBIANO”
Periódico ÓRBITA. Diciembre de 2006
Por: Patricia Helena Vélez R.
El lanzamiento de su libro “El Color en el Arte Colombiano”, por COLORQUÍMICA S.A., la empresa antioqueña que patrocinó el desarrollo del proyecto, le acaricia el orgullo a Sergio Esteban por estos tiempos. Se trata de un trabajo en edición de lujo que exhibe obras de unos cuarenta pintores colombianos representativos, entre los cuales entrevistó los quince más destacados “acerca de sus incidencias en el color, sus desarrollos en los distintos períodos y consideraciones holísticas y científicas”
Una obra donde se divulga “lo principal del color en el Arte Colombiano del siglo XX” y dan a conocer “importantes disquisiciones de reconocidos críticos y conocedores del Arte en Colombia”, cuyo prólogo fue elaborado por el ex presidente colombiano Belisario Betancur y que da cuenta de que este joven de inteligencia superior, quien a los 13 años publicó “Destellos Nocturnos”, su primer libro de poesía, revelándose ante el juicio de los expertos como un gran poeta lírico con un futuro brillante por su interés en las humanidades, la historia, las artes y el conocimiento en general, ha madurado su ensoñación vivencial y encaminado el hacer por elevadas sendas.
Su discurrir por las Artes y las Letras comenzó tempranamente de manera intuitiva, cual fuerza de imanes, aunque también lo lleva en los genes, su familia ha tenido inclinaciones artísticas y ha sido con sus padres un permanente respaldo que ha impulsado y apoyado su incursión en las manifestaciones humanísticas. A la hora de publicar sus libros tuvo varios tutores y maestros que le ayudaron a perfeccionar su estilística, como Luis Flórez Berrío en el campo de la poesía clásica y Olga Elena Mattei en la poesía moderna.
le preguntamos entonces:
La inteligencia te hizo diferente a los demás niños, ¿Te llegaste a sentir extraño, cómo te asumiste socialmente?
Nunca me he sentido extraño pero los demás sí sienten que soy muy extraño. A mí me parece que soy muy normal, pero a los demás no. Ésto me ha llevado a desarrollar una férrea personalidad, a tratar de exaltar mis cualidades y de fortalecerlas en pos de poder crear un mundo interno de tranquilidad. No diría que soy extraño, porque todos los seres humanos somos distintos y nadie es igual a nadie, pero en la historia de la humanidad ha habido casos excepcionales y se ha visto que éstos muchas veces han dado resultados muy interesantes.
Según expresaste a los trece años, con motivo de la publicación del primer poemario, a través de tu obra buscas hacer una contribución al pensamiento humano, ¿Aún es ese el objetivo y el sentido de tu expresión artística?
En realidad yo creo que era muy ambicioso querer hacer una contribución al pensamiento humano, porque ni siquiera sabemos si los grandes filósofos y pensadores de la historia han logrado este cometido. En este momento, mi intención es un poco más humilde. Es sencillamente la de poder hacer catarsis de mis propios pensamientos y consideraciones y plasmarlas en textos que si alguien tiene a bien comprenderlos, puede aprehenderlos o utilizarlos del modo que considere.
¿Cuál es la propuesta que subyace a lo largo de tu obra poética y literaria desde sus inicios hasta hoy?
Mi propuesta desde mis inicios no ha sido otra que la de los filósofos y pensadores de la humanidad a través de los tiempos, que es la de desentrañar las preguntas fundamentales del ser humano: ¿Qué es el hombre?, ¿qué es la vida?, ¿qué es el mundo?, ¿qué es Dios?, ¿qué objetivo tiene la existencia?. Es exactamente lo mismo que los otros indagaron, simplemente con consideraciones muy personales y distintas, teniendo en cuenta el paso de los tiempos y las vivencias propias de quien las escribe.
Desde muy temprano te señalaste como amante de todas las artes, a partir de las cuales has concebido “proyectos realizables” para ayudar a mitigar el sufrimiento causado por el hambre en nuestro pueblo colombiano, ¿Puedes darnos una idea de lo qué son esos proyectos y los planes para su realización?
Hace años mis proyectos estaban más enfocados hacia metas políticas, hacia la justicia distributiva de saldo de la deuda social tan grande que hay en nuestros países latinoamericanos, pero con el pasar del tiempo he comprendido que mi misión ha de estar orientada a concientizar estas comunidades, de que sin verdadera gestión cultural y sin realizaciones artísticas o humanísticas, jamás podremos ser países realmente civilizados; entonces mis proyectos actualmente están dirigidos hacia los campos artístico y cultural, y estoy verdaderamente convencido de que este va a será el trampolín que nos llevará hacia una sociedad más equitativa y pacífica.
Has nominado tu poesía como lírica y social, de sentido concientizador respecto a la posibilidad de vivir mejor y preservar el patrimonio universal mediante el uso adecuado de la mente humana, en un mundo de amor y paz, ¿Cómo crees que puede lograrse la construcción de ese mundo humano tan ideal y utópico como se plantea en la actualidad?
Anteriormente habría podido pensar en aquel mundo utópico, pero a través de los años me he dado cuenta de que el ser humano es un individuo bifronte en el que se conjugan el bien y el mal, el orden y el desorden, la coherencia y la incoherencia, etc., como un Yin y Yan perenne. Entonces no ha de ser viable esta realidad utópica de tranquilidad absoluta. Sin embargo, debemos esforzarnos por hacer un poco más vivible nuestra realidad y llevar un mensaje concientizador acerca del respeto, la tolerancia, la pluralidad. Creo que el mundo está en un período de entropía, de caos universal, que ha de llevarnos hacia un orden nuevo. Sólo tenemos que tener paciencia.
Has asumido una búsqueda espiritual intensa y profunda y una formación humanística extensa y divergente, ¿Cuál es tu postura frente a la sabiduría?
En mi último libro hay un poema en el que, al igual que otros poetas que han escrito sobre este tema, habló de que mientras más sepa un sabio, mientras más estudie, se siente más vacío, más sólo, más desgraciado y se da cuenta de que como dice el tango: “El mundo fue, es y será una porquería”, (porque el tango es una fuente de sabiduría igual que la opera). Entonces yo entendería la sabiduría no en términos de acopiar conocimiento, sino de saber vivir, es como una laguna espaciosa del ser y sus neuronas, el culmen de usarlas y saber qué hacer con el producto. Lo decía anteriormente, mientras tú más sabes, más te das cuenta de lo ínfimo que eres.
Tienes muchas obras inéditas, entre investigaciones históricas, ensayos y poemarios, ¿cuáles son tus proyectos para editarlas y darlas a conocer, por qué no las has publicado?
En Colombia, es sumamente difícil publicar, sobre todo cuando no eres un escritor que está en la rosca de las editoriales y de los altos grupos intelectuales. Mi amiga Olga Elena Mattei asevera que en Colombia si se escribe no se publica y si se publica no se distribuye, si se distribuye no se vende y si se vende o se regala no se lee. Sin embargo esto no será causa para que deje de esforzarme para publicar estas obras que tengo. La próxima que pienso publicar es un libro de 350 páginas, acerca de la vida de mi tatarabuelo, don Luciano Restrepo, que fue el último presidente del Estado Soberano de Antioquia y figura indispensable en el desarrollo antioqueño del siglo XIX, y posteriormente mi otra producción, “Estancias Cerradas”, en la cual me adentro en la vida de grandes personajes de la historia con los que más me identifico, y que tiene unas bellísimas ilustraciones del maestro David Manzur.
¿En qué proyectos estás trabajando en la actualidad y qué tienes en mente en un mediano y largo plazo respecto a tu vida y la labor artística?
En este momento estoy muy concentrado en todo lo pertinente al lanzamiento de mi libro “El Color en el Arte Colombiano”, que pienso es una gran contribución al acervo histórico-artístico de nuestra cultura. También en mis proyectos académicos universitarios y estoy encaminado a la reactivación de la Academia Antioqueña de Letras, que hace un tiempo está en receso con motivo de la muerte de su presidente, el doctor Octavio Arizmendi Posada. Así mismo en la publicación y terminación de otros libros de poesía y de historia. Posteriormente me gustaría poder viajar a Europa o a Norteamérica a especializarme en Gestión cultural e Historia del arte, para regresar a Colombia a trabajar por la cultura.
SERGIO ESTEBAN VÉLEZ:
Sergio Esteban Vélez P. tiene 23 años, cursa el séptimo semestre de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad de Antioquia. Realizó cuatro semestres de Derecho en la Universidad Pontificia Bolivariana. También incursionó en las Humanidades y Lengua Castellana en la Pontificia Universidad Javeriana. Ha hecho estudios complementarios de teatro contemporáneo en la Universidad de Santiago de Chile; Historia del Arte en la U.PB y piano, Musicología e Historia de la Música, en la Universidad Adventista y la Escuela de Música Amadeus. Así mismo, ha tomado cursos de perfeccionamiento de Francés e Italiano con docentes varios y además, profundos estudios autodidácticos en casi todas las áreas de la humanística.
Su producción literaria es vasta: tiene publicados cuatro poemarios y una obra inédita densa, poética e histórica, también decenas de ensayos de crítica literaria, artística y musical, biografías de antioqueños ilustres y asuntos religiosos e históricos. Es miembro activo de importantes academias e instituciones de historia, literarias y culturales, nacionales y latinoamericanas. Ha sido galardonado con distinciones como el “Premio al Humanismo Integral” ASOPROINT (2005), finalista “Premio Nacional de Poesía Porfirio Barba Jacob” (2004), “Premio Literario Jorge Isaacs” (2005), y representó a Colombia en las VII Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana, en Santiago de Chile (2005), entre otros.
Destacado en varios homenajes como poeta, ha recibido elogiosos comentarios de personalidades políticas, eclesiásticas, militares, empresariales e intelectuales colombianos y de sobresalientes escritores latinoamericanos. Numerosas han sido las entrevistas que le han hecho prestigiosos medios de comunicación nacionales e internacionales y las presentaciones poéticas y literarias que ha ofrecido en Colombia, Buenos Aires, Santiago de Chile y Lima. Tiene publicaciones en Colombia, España y Suecia y ha sido organizador y director de un centenar de eventos culturales. Su colaboración ha sido intensa desde los seis años de edad en medios periodísticos: radio, prensa e internet. Actualmente es corresponsal de la revista española de poesía “El Membrillo” y encargado del área cultural en el portal “De la Urbe Digital”.
EL ÁLBUM DE UN POETA
ENTREVISTA CON EL POETA SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
Por José E. Guarnizo*
31 de agosto de 2005
En 1996, el país se agitó con la noticia de que un niño de12 años publicaría un libro de poesía.
Periodistas de Norteamérica, Europa y Latinoamérica se acercaron a tan inusitado suceso, en aras de desentrañar la verdad de tan inexplicable proeza. La realidad con la que se encontraron superó
sus propias expectativas. Se trataba de un niño que escribía no sólo sonetos impecables en forma y contenido, sino que también se pronunciaba frente a los problemas que sacudían la realidad
nacional.
Y así hablaba para los que atónitos se acercaban la las páginas de sus versos: “Yo trato de que mi poesía se difunda por el afectuoso vergel de los hogares,
porque una voz conocida puede hablar por los que no son escuchados”.
“Destellos nocturnos” se llamó esta producción que circuló en dos ediciones de 1.500 ejemplares. “El niño poeta de Colombia” fue el apelativo que lo acompañaría en adelante. Nacido el 15 de
septiembre de 1983, en una familia constitutivamente antioqueña, fundaría, a los trece años de edad, la Academia Antioqueña de Letras, de la cual fue hasta el año 2.004 su Director Ejecutivo.
Esta Institución que fue presidida, hasta su muerte, por Octavio Arizmendi Posada, quien en sus lúcidos años de trabajo fue Ministro de educación, Gobernador de Antioquia en dos ocasiones y
fundador de varias instituciones del país.
Lo que hace que este hecho parezca una novela de Jerzy Kosinski es que Sergio Esteban fue quién nombró a Arizmendi Posada como presidente de dicha Academia, debido a que un niño no podría
por estatutos ocupar tal cargo. Dentro de su inmaturo prontuario Sergio Esteban Vélez ha publicado cuatro libros de poesía, dos de historia y presentó más de sesenta recitales de su obra.
Todo parecía indicar que nacía para el país, sin caer en quiméricas premoniciones, una figura de la talla de José Asunción Silva. Pronto se vería rodeado de personalidades del mundo de las
letras, la política y en general de todas las aristas que contempla el intrincado universo de las artes.
En poco tiempo conoció a Olga Elena Mattei, aquella poetisa que recordará siempre el país por su presentación de la cantata “Cosmofonía” en 1976 en París y la primera mujer que escribió
antipoesía en Latinoamérica. De ella, se dice que Sergio Esteban Vélez alimentó una influencia casi transcrita, que aunque imperceptible en los primeros años, significó comentarios en torno a la
verdadera autoría de sus obras.
Así Olga Elena ha salido en defensa de las críticas que pululan en derredor: “Alguien me dijo que la razón por la cual me gusta tanto la obra de este joven es porque, después de que le lavé la
cabeza, lo puse a escribir poemas que parecen idénticos a los míos… Por el contrario: es porque son como yo hubiera querido escribir. Son los poemas que yo hubiera querido escribir pero no supe.
Los poemas de Sergio Esteban Vélez son mucho mejores que los míos”.
No obstante, la marcada presencia de Olga Elena Mattei en la naciente obra de Vélez, y de todo el movimiento de la “generación sin nombre” que tuvo raíces en el propio José Asunción Silva, Luis
Carlos López, Nicanor Parra, y todos los impugnadores del vanguardismo latinoamericano; el “niño poeta” afianzó su producción en el verso tradicional que encuentra en la rima y la métrica sus más
idílicos aliados.
De esta forma de escribir poesía fueron muchos los que, ante las nuevas tendencias del verso libre, elucubraron subestimaciones a esta tradicional forma de escribir. A propósito, el escritor
Fernando Vallejo le dirigiría en cierta ocasión las siguientes palabras a Sergio Esteban: “Apreciado Sergio: (…) Las últimas rimas consonantes que faltaban por usar en español (¿”parra” con
“guitarra”?) se las gastó Silva; en cuanto a las rimas asonantes, son muy fáciles y no pasan de sonsonete. Y todos los versos buenos de toda la poesía de la lengua española caben en dos hojas. ¿Y
para qué partir las frases poniendo sus pedacitos uno encima del otro? Eso no hace un poema. El verso ya no tiene razón de ser, si es que alguna vez la tuvo: su función era ayudarles a conservar
a los juglares los relatos épicos (…)” Y a pesar de su “terquedad literaria” pasó poco tiempo para que las reuniones, los cócteles y las fastuosas fiestas empezaran a hacer que Sergio Esteban
conociera a importantes personalidades del país.
En cierta ocasión llamó personalmente al maestro David Manzur para solicitarle una cita y obsequiarle su libro. Le fueron concedidos diez minutos pero la conversación se extendió por cinco horas
de literatura, música, pintura e historia. A partir de ese momento y como había ocurrido con Olga Elena Mattei, David Manzur se convirtió en uno de sus más entrañables amigos. Sergio Esteban ha
sido varias veces pintado por el maestro, e incluso, como dato inédito, ha sido modelo del más incisivo tema de la obra de este pintor: “El San Sebastián”.
Cuando el tiempo se diluye
Después de nueve años de poesía Sergio Esteban Vélez camina con donaire y parsimonia por los pasillos de la Universidad de Antioquia, donde estudia el pregrado de Comunicaciones. Tiene 21
años de letrados recorridos por las páginas de innumerables genealogías. Es inevitable que sus sombreros y corbatas, que hacen parte del legado de su abuelo, llamen la atención de sus
compañeros que se ríen a su cadencioso paso. Esta herencia familiar de tiempos distantes, no consta sólo de un guardarropa, sino de una vasta biblioteca, que en parte, dejó Luis Jaramillo su
tatarabuelo. El deleite de Sergio no son las desenfrenadas cervezas al frente de la universidad, sino los conciertos y las obras de teatro y en general toda la actividad cultural que se presenta
a diario en Medellín. Parece un personaje extraído de su propia
poesía, un loco que se quedó pegado al siglo que no conoció. Su cabeza
permanece tan altiva como sus ínfulas. A veces no son los excéntricos sombreros, sino las gorras y boinas de paños bañadas en cuadros de aquellos
años que murieron en su moda.
Sergio Esteban Vélez, en contra de la corriente, y de las escépticas miradas de quienes se cruzan por su camino, continúa su andar. Sus palabras y sus gestos son propios no de un joven, sino de
quien triplica su edad, de un viejito adusto que sale a tomar el té con sus amigas.
Su pulcritud y confuso refinamiento, que se traduce en una manera anacrónica al vestir, despierta un cierto tipo de hostilidad evidente por parte de los jeans rotos y las camisetas anchas con
pelos parados que se detienen a mirarlo. Hoy cuando sus días no son tan floridos ni revestidos de asombro por la precocidad del niño que abrazó el preludio de un prominente futuro, el autor de
Urdimbre bajo la piel parece despertar al periodo decadente que experimentan muchos genios, que en su senectud hablan con triste remembranza de lo que fue su paso por la iluminada carrera, pero
con la inefable fortuna de estarlo viviendo al inicio de su juventud. Este es un periodo de madurez y decepciones para el ya joven poeta.
La experiencia de haber vivido una inusitada niñez, le ha permitido forjar un carácter cáustico y sin reservas, pero extraño para sus verdaderos prosaicos coetáneos de vidas y amigos
“corrientes”, que desfilan como arquetipos por los pasillos de las universidades. Sus amigos; con los que se ha entendido intelectualmente, desde aquel día cuando tenía doce años y decidió por su
cuenta hacer parte del círculo impenetrable de artistas; siempre han nacido cuarenta o más años antes, como adelantándose al tiempo para poder disfrutarlo.
Una conversación
Su casa se detiene en el espacio de la ópera “Carmen” de Bizet, que melodiosa y como un caudaloso río de música sale por la puerta a mi llegada. Luego vendrían las zarzuelas de Soutillo y Vert; y
más adelante Ravel, y un especial de Jazz. Esa es mi bienvenida que se legitimaría con un afable saludo de mi entrevistado que me ofrece una copa de Jerez.
Le pregunto por la ilustración de su libro Urdimbre bajo la piel, “El San Sebastián” de David Manzur, mientras se alista para mostrarme su álbum de fotos. ¿Este cuadro de la portada es el que fue
robado aún sin terminar?
S.E.V: Sí, la prueba de que fue robado es la firma y la dejó tal cual como testimonio de la violencia en Colombia (El maestro fue obligado a firmar el cuadro cuando era amenzado por los ladrones
que entraron a su taller en Bogotá) Después apareció en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y más tarde en Manizales.
J.G:La vida de Manzur ha sido bastante particular, tengo entendido que vivió en algunos conventos en España donde al sentarse a la mesa veía cuadros de los pintores más importantes de Occidente:
Velásquez , Zurbaran…
S.E.V: Sí, pero antes vivió en el África y en la isla de Santa Elena donde murió Napoleón. Mientras estuvo en el África pasó mucho tiempo en las tripulaciones de algunas embarcaciones jugando con
las calaveras que rodaban en los barcos náufragos, y luego lo trasladaron a Canarias y esa es la historia que todo el mundo conoce. Y como usted dice, se la pasó entre santos y por eso pinta
santos. En ese tiempo sufrió mucho por la comida ya que era plena guerra mundial y España estaba medio aliada con Alemania…
J.G: Al ver varias fotografías en las que Sergio Esteban coincide con el ex presidente Belisario Betancur, especialmente una en la que los dos rodean a Manzur mientras él pinta, le pregunto si
tienen alguna relación.
S.E.V: Lo que sucede es que Belisario es el “asistente” de David Manzur, o por lo menos lo era hasta hace poco debido a que Manzur se fue a vivir a Mosquera (Cundinamarca) y tuvimos un pequeño
contratiempo en torno a la destitución de Olga Elena como agregada cultural en Nueva York. Y esa foto fue una tarde en la que Belisario y yo fuimos a tomar chocolate a la casa de Manzur.
J.G: Bueno, usted entonces se da el lujo de tomar chocolate con un ex presidente y un eximio pintor…
S.E.V: No, ¿Usted sabe quien se da el lujo de que su asistente sea el ex presidente de un país?
J.G: ¿Qué opinión le merece el arte posmoderno, ese que desconoce un poco lo académico?
S.E.V: Hoy un hombre tira una moneda al suelo y eso ya es una obra de arte, pero sabemos que eso no va a perdurar. Cuando un artista ya glorioso y que ha hecho arte toda la vida, arte de verdad,
y a lo mejor tiene sesenta años puede darse el lujo de hacer una cosa de esas, o como cuando Picasso ya dominaba la academia pudo romper y revolucionar el arte mundial. Y el artista tiene que
primero manejar la academia y ser técnico. Lo mismo el poeta. Para yo poder escribir esta cosa tan mala primero tuve que hacer sonetos perfectos. Aquellas personas egresadas de las facultades de
artes en las universidades tienden a salir, en el caso de la poesía, incluso en la pintura, a incursionar en lo libre, en el abstracto, en el sinsentido.
J.G: ¿Es preciso demostrarle primero al mundo que se conocen las tendencias y la historia?
S.E.V: Claro, es que uno no puede ignorar lo que quedó atrás y simplemente decir que soy un genio. Si usted retoma lo que hizo Miguel Ángel y lo lleva más allá, usted sí va a ser un verdadero
pintor, hay sólo que superarlo, y continuar lo que Miguel Ángel no pudo en vida.
Las hojas del Álbum siguen y así las personalidades: Los últimos ex presidentes recientes del país; y desde Fernando Botero y Mario Vargas Llosa, hasta Fanny Mikey, obispos, generales, y la lista
es interminable. Un mensaje de Horacio Serpa Uribe excusándose por no poder asistir a su cumpleaños número quince, y otro de Gustavo Álvarez Gardeazabal que dice: "Sergio Esteban, en la ominosa
noche en que apareció en mi vida... me llenó de terror y alegría. (...) Sus “ESTANCIAS CERRADAS” son un conjunto de poemas de factura, con temple y ritmo y, sobre todo, con una gracia perversa,
esa que (el mismo Sergio) exhala en cada gesto, en cada mirada de rabino triste que deja ver por entre su caparazón".
J.G: Existen opiniones divididas frente al recital en la poesía. ¿La poesía está hecha para leerla, o para escucharla?
S.E.V: En este país, y esta es una tesis de Olga Elena, no se publica, es muy difícil publicar, y si se publica no se distribuye, y si se distribuye no se vende, y si se vende o se regala, no se
lee. Entonces la manera para obligar a la gente a tragarse el libro es tenerlos sentados en un auditorio leyéndoselos. Y por respeto y por pena que les da, no porque el poema sea muy bueno, sino
por vergüenza, se lo tienen que tragar.
J.G: ¿Cuál es la dinámica que se maneja en las editoriales para poder publicar?
S.E.V: Lo de las editoriales es imposible, hay que ser García Márquez o tener una rosca tremenda para que te publiquen. A un muchacho de veinte años jamás le van a publicar un libro. Cualquiera
diría que con las amistades se pueden lograr ese tipo de cosas, ¿para qué me han servido en la vida? Para invitarme a tomar chocolate de vez en cuando. Olga Elena por ejemplo, es una de las
poetas más importantes del país y tiene treinta libros inéditos. Si a una mujer como ella le pasa eso,imagínese a un muchachito de veinte años…
J.G: ¿Qué podemos encontrar en este libro que acaba de lanzar?
S.E.V: Esto es básicamente antipoesía. Al contrario de mis primeros libros que fueron muy académicos, es decir, sonetos, romances andaluces y poesía muy
tradicional decimonónica, esta nueva producción rompe con todos esos
paradigmas con el fin demostrarle a los intelectuales que decían que yo
escribía como un viejito, que yo sí podía escribir literatura muy moderna,
pero sin las bobadas de los poetas de ahora de frases inconexas y sin sentido
que nadie las va a entender.
J.G: Eso tiene que ver con que el arte es para los demás, aunque Picasso decía que “Si mi obra no les llega a los demás, no es de los demás, es mía”…
S.E.V: Es muy discutible, el arte es para los demás, pero si en este país tu vas a hacer arte plástico para los demás, te toca pintar florecitas, y si tu vas a hacer música para los demás te toca
hacer Darío Gómez. Y yo lo hago para mi satisfacción y no la hago porque la quiera hacer, sino porque me viene dictada.
J.G: Cuénteme de aquella subasta de la cual usted fue Director y que tenía como fin salvar de la quiebra al Colegio de Altos Estudios de Quirama, en la que se donaron obras de artistas de la
talla de Fernando Botero, Rodrigo Arenas Betancourt, David Manzur, Armando Villegas, Dora Ramirez y Enrique Grau…
S.E.V: Mi hermano en una oportunidad, en París, fue al estudio de Botero por los cuadros y no había nadie y perdimos esos cuadros. Eso nos habría ayudado mucho. Y muchos de los otros cuadros la
gente no los compraba y entonces como no los compraban hubo que devolvérselos a los artistas porque era una donación. Los de Botero era un General y una Bailarina, pero yo nunca los conocí, en
formato pequeño, como este Villegas que tengo aquí. Me los consiguió un amigo, Ramiro Castro Duque y el me hizo el contacto. Finalmente, Quirama no se salvó…
[1][1] Una de las más grandes poetas de Colombia. Ha publicado más de diez libros de poesía. Traducida a varios idiomas. Premio Internacional de Poesía “Café Marfil” (España). Tres premios nacionales de Poesía, en Colombia. Premio Panamericano de Composición, en Centroamérica. Condecorada múltiples veces en Colombia y Francia. Su “Cosmoagonía” se ha presentado en algunos de los planetarios más importantes del mundo, como los de Washington y Nueva York. Ha sido considerada por algunos de los más destacados escritores y críticos latinoamericanos como la mejor poeta colombiana. Incluida en más de cien antologías y diccionarios nacionales e internacionales. Ha ofrecido recitales en algunos de los más distinguidos auditorios de los Estados Unidos, América Latina y Europa. Crítica de Arte y Música para diversos periódicos y revistas.
[2][2] Historiador Santandereano. Autor de varios libros de historia. Miembro de la Academia Colombiana de Historia, la Academia Antioqueña de Historia, la Academia de Historia de Santander, las sociedades bolivariana, santanderista y cordovista de Antioquia y otras entidades de estudios históricos. Columnista del periódico “El Mundo” de Medellín.