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Presentación

  • : El blog de Sergio Esteban Vélez
  • : En este sitio, la cultura es protagonista. Se puede apreciar lo mejor del arte y de la literatura colombiana, a través de entrevistas a sus mayores representantes y de más de un centenar de artículos sobre el trabajo de los mismos. También hay un espacio para la Historia, la Política y la Lingüística, además de una compilación de la obra poética que el autor ha desarrollado desde su niñez, cuando ya publicaba libros y era admirado en su país como "el Niño Poeta".
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2 junio 2012 6 02 /06 /junio /2012 02:29

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 15 de febrero de 2012

 

Los columnistas, periodistas, directivos y lectores de EL MUNDO estamos de luto con la noticia del fallecimiento del eminente amigo Fabio Villegas Botero, ocurrido en nuestra ciudad, el pasado 4 de febrero, a causa de una inadvertida y extremadamente veloz enfermedad.  Me cuentan que sus exequias, celebradas en la iglesia de Santa Teresita, por su primo político el Pbro. Eugenio Londoño, fueron especialmente solemnes  y sentidas y que a ellas asistieron, profundamente acongojados, no solamente sus familiares y amigos más cercanos, sino también sus compañeros de la Academia Antioqueña de Historia y sus alumnos del Politécnico Jaime Isaza Cadavid.

 Como expresé en otra columna, siempre consideré un privilegio ser compañero en estas páginas de un humanista tan erudito, tan inteligente y tan aguerridamente abanderado de la causa de los desposeídos y de aquellos que no tienen voz.

 Esta semana, mi eterno consejero el abogado y filósofo Antonio Cuartas Arango, cómplice intelectual de Fabio durante muchos años, estuvo recordándome los momentos clave de la vida de este noble amigo que nos deja:

 Nuestro amigo Fabio nació en Sonsón, el 28 de junio de 1928, en el seno de una tradicional familia de esa egregia ciudad.  A los quince años de edad, sintiendo ya el llamado al sacerdocio, ingresó a la Escuela Apostólica de los jesuitas, en Albán, Cundinamarca.  Pasó, luego, bajo la dirección de los recordados presbíteros Eduardo Ospina y Félix Restrepo, a estudiar Humanidades en el Colegio del Sagrado Corazón, que mantenía esa misma comunidad en Santa Rosa de Viterbo, y, terminados sus estudios secundarios, ingresó a la Pontificia Javeriana, donde se licenció en Filosofía y Teología.

 Culminada la formación requerida para la ordenación sacerdotal, fue enviado por la Compañía de Jesús a los Estados Unidos, a estudiar Inglés, y, algunos meses después, fue escogido para viajar a Tokio, Japón, como asistente y asesor del célebre Padre Pedro Arrupe,  quien, años más tarde, como Superior General de los Jesuitas, ejercería liderazgo mundial, revolucionaría “la Compañía” y sería recordado como el último “Papa Negro”.  

 En Tokio, Fabio hubo de aprender la lengua japonesa y se especializó en Economía, en la Universidad Sofía (la más importante de los jesuitas en el Mundo Oriental), en la cual tuvo la oportunidad de dictar conferencias ante la presencia del emperador Hirohito, quien asistía a esa universidad para recibir clases de Cultura Occidental.

 Tras varios años en el Imperio del Sol Naciente, a finales de los 50, el Padre Arrupe lo manda de regreso a Colombia.  Es entonces cuando funda la residencia de los jesuitas en Buga y, en compañía del padre Francisco Javier Mejía (verdadera autoridad en asuntos sociales), crea la Universidad Obrera del Valle del Cauca. 

 Pasa, posteriormente,  a ser superior de la residencia de San Pedro Claver, en Cartagena, que administra la iglesia y el museo del mismo nombre (actualmente, en manos del padre Tulio Aristizábal).  Allí, vive una crisis vocacional y, con dispensa del Padre Arrupe, se retira temporalmente de sus oficios apostólicos y acepta un ofrecimiento para gerenciar la Editorial Bedout en el Caribe.

 Este período de “paréntesis” no duraría mucho, ya que, poco después, renuncia definitivamente al sacerdocio y contrae matrimonio con la pintora (y también ex religiosa) Oliva Londoño Franco, hermana de Francisco Luis Londoño, quien trajera la IBM a nuestro país.

 El cese de sus actividades sacerdotales no fue impedimento para que siguiera estrechamente unido durante el resto de su vida a la Iglesia Católica.  Ya casado, y residiendo en Medellín, comienza un segundo doctorado, esta vez en Teología, en la Universidad Pontificia Bolivariana.  Es un período en el cual refuerza su apoyo a la llamada Doctrina Social de la Iglesia y crea vínculos de amistad con el polémico sacerdote brasileño Clodovis Boff, uno de los precursores de la Teología de la Liberación.  Años más tarde, sostendría fecundo intercambio epistolar con el cardenal primado de Honduras, Óscar Rodríguez Madariaga, “papábile” y uno de los máximos exponentes del “ala humanitaria” de la Iglesia.  Fue esta misma “onda” la que inspiró el “Viacrucis social”, que, los Viernes Santos, durante más de veinte años, transmitió Fabio por la emisora Ecos de la Montaña.

 Volviendo a las múltiples vocaciones de Fabio, debemos resaltar su trabajo como escritor, que tantas satisfacciones le trajo.

 Ganó, en 1966, el Premio Nacional de Filosofía, con un ensayo sobre Fernando González  (esta sería la base para su libro “Fernando González, teólogo”, que sería publicado 30 años más tarde).  Fue también ganador, en 1995, del Premio Nacional de Cultura, que le concedió el Consejo de Medellín.

 Entre sus volúmenes publicados, destacan: “Ricos y pobres” (1986, en el cual se refiere, entre otros temas, a “la pobreza de los jesuitas”), “La familia latinoamericana del nuevo milenio” (1994), “Kalendarium Mundi” (1995, con su magníficamente elaborada propuesta para un nuevo calendario mundial), “Derechos y deberes humanos” (1998), “El alma recóndita del pueblo antioqueño” (1998, acerca de la idiosincrasia y los orígenes nuestros.  Esta obra ha sido escogida por la Gobernación de Antioquia como uno de los libros que tendrán divulgación especial el año entrante, durante la celebración del bicentenario de la Independencia de Antioquia),  “La Colonización Antioqueña.  Formación de un pueblo católico judío” (2002) y “La saga inquietante” (2005, en el bicentenario del nacimiento del presidente Mariano Ospina Rodríguez).

 Otros medios que encontró para difundir su trabajo humanístico fueron el periodismo de opinión, que ejerció semanalmente, durante aproximadamente tres lustros, en nuestro diario EL MUNDO, y la docencia universitaria, primero en la Universidad Eafit y luego en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, establecimiento este último en el que dictaba dos materias en el momento de su fallecimiento.

 También hizo gala de su vasta cultura y de su clara agudeza mental en las distinguidas instituciones que se preciaron de tenerlo entre sus miembros más activos.  De  mano de su amigo Jaime Pinzón Pinzón (inolvidable columnista de EL MUNDO) ingresó a la Academia Antioqueña de Historia, de la cual era no sólo miembro de número, sino también vicepresidente, en el momento de su deceso (dado que su hermano Luis Javier fue presidente de la Academia, este es talvez el único caso en que dos hermanos han llegado a las más altas posiciones de esa, la máxima entidad guardiana de la historia de Antioquia).

 Fue también miembro del Centro de Historia de Santa Fe de Antioquia, de la Sociedad Santanderista de Antioquia y de la Academia Antioqueña de Letras.  En estas dos últimas, me tocó compartir con él y fui testigo de sus inigualables gracia, como tertuliador, y contundencia, como argumentador.

 En nombre de los columnistas de EL MUNDO, extiendo mis sentimientos de condolencia y solidaridad a su viuda, doña Oliva, a sus hijos, Alejandro y Carolina; a sus nietos, Miguel, Amalia, Manuel y Francisco, y a sus hermanos.

 Como dice su amigo Antonio Cuartas Arango:  “Antioquia recordará a Fabio Villegas como un hombre que amó a la Iglesia y a los humildes, hasta el fin”, y, como escribiera Fabio mismo en uno de sus últimos artículos: “La muerte es un paso a más y mejor vida, y en los seres humanos, el paso a su total espiritualización (…) La muerte no es un fracaso, sino, por el contrario, un camino que nos lleva a la cumbre, que eleva toda la materia, todos los vivientes, toda la humanidad a la verdadera vida, a su auténtica realización”.

 

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