SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
El Mundo, 18 de noviembre de 2009
Un error en un tema histórico, sumamente grave (ya que se trata de un artículo escrito por un historiador especialmente para la revista más importante del país) fue el cometido por Fabio Zambrano en el especial sobre el Bicentenario de la Independencia, “200 años, 200 símbolos”, incluido en la revista Semana del pasado 25 de octubre.
Zambrano fue encargado de resumir en pocas páginas lo más significativo de las guerras que ha sufrido nuestra patria en estos dos siglos. Y al referirse a la Guerra de los Supremos, que se desarrolló entre 1839 y 1842, escribe: "El magnicidio de Antonio José de Sucre, en Berruecos, fue uno de los detonantes de la Guerra de los Supremos, la primera civil de la República". Líneas después, añade: “El 31 de agosto de 1839 Herrán derrotó en Buesaco, cerca de Pasto, a los sublevados, con lo que creyó concluida la rebelión, pero la fatalidad llevó a que la persecución a los rebeldes se mezclara con otro hecho trágico: el asesinato del general venezolano Antonio José de Sucre, ocurrido el 4 de junio de 1839 en las montañas de Berruecos”.
Resulta inconcebible que a un historiador como Zambrano, que goza de alta reputación en la Universidad Nacional, se le haya desatado semejante confusión en el mencionado artículo: el Mariscal Sucre (así se le conoce y no como “general”, según Zambrano –aunque sí fue general) había fallecido nueve años antes de esta guerra, en 1830, causando con su muerte gran tribulación anímica en “el Libertador”, quien al conocer la noticia exclamó: "¡Santo Dios! ¡Se ha derramado la sangre de Abel!... La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me quitó la vida".
No entiendo pues cómo viene Zambrano a ubicar la muerte del “Gran Mariscal de Ayacucho”, en la Guerra de los Supremos, ni mucho menos cómo semejante error no ha merecido respuesta de las miles de personas cultas que leen dicha publicación.
Y ya que mencionamos la batalla de Ayacucho, vale la pena hacer una aclaración que puede resultar interesante para muchos colombianos a quienes en primaria algún profesor mediocre y congestionado de trabajo nunca explicó en detalle: En dicha batalla, tanto Antonio José de Sucre, como el antioqueño José María Córdova lucharon cuerpo a cuerpo. Sucre, comandante general del Ejército Unido Libertador del Perú, pasaría a la Historia como “el Gran Mariscal de Ayacucho”, y el paisa Córdova, general de primera división, sería inmortalizado como “el Héroe de Ayacucho”. Hoy en día, sucede que unas personas piensan en Sucre, cuando se menciona la batalla de Ayacucho, mientras que otras piensan en Córdova.
- Otro error, que aparece con sorda insistencia, tanto en periódicos como en medios audiovisuales, es decir que el presidente Álvaro Uribe Vélez es oriundo de Salgar, Antioquia. La verdad es que el mandatario nació en Medellín y no fue sino hasta que cumplió cinco años de edad cuando su familia se trasladó a aquel municipio del Suroeste Antioqueño. Esta aclaración la hago, para que no se extienda más esa información equivocada que vi, una vez más, hace un par de semanas, en un importante diario de la ciudad.
- Saliéndonos del tema de la Historia, pero siguiendo con los errores periodísticos, vemos cómo en el artículo "Me he permitido ejercer mi hombría como me ha dado la gana", publicado en El Tiempo, el pasado 31 de octubre, el entrevistador, luego de que indaga acerca de la abierta bisexualidad del periodista y escritor peruano Jaime Bayly, dirige su interés hacia la supuesta falta de deseo sexual que adolecería actualmente dicho personaje. En su respuesta, el entrevistado, entre las razones que expone para confirmar tal revelación, menciona el gran número de pastillas que toma, y agrega: “y muchas de ellas disminuyen la lívido”.
El periodista, en su transcripción, incurre en un error muy común que es confundir “lívido” con “libido”. La primera palabra, con “v”, es masculina, esdrújula y significa: “Amoratado o intensamente pálido”; mientras que la segunda, con “b”, es femenina, es palabra grave y quiere decir: “Deseo sexual, considerado por algunos autores como impulso y raíz de las más varias manifestaciones de la actividad psíquica”. ¡Quedamos lívidos!