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  • : El blog de Sergio Esteban Vélez
  • : En este sitio, la cultura es protagonista. Se puede apreciar lo mejor del arte y de la literatura colombiana, a través de entrevistas a sus mayores representantes y de más de un centenar de artículos sobre el trabajo de los mismos. También hay un espacio para la Historia, la Política y la Lingüística, además de una compilación de la obra poética que el autor ha desarrollado desde su niñez, cuando ya publicaba libros y era admirado en su país como "el Niño Poeta".
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El color según los maestros

Guerra, Padura y Manet

25 noviembre 2010 4 25 /11 /noviembre /2010 00:24

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 18 de noviembre de 2010

 

En su columna del pasado lunes, “Diplomacia light” (en El Espectador), Mario Morales se va “lanza en ristre” contra el nombramiento del popular presentador de televisión José Gabriel Ortiz como nuevo embajador de Colombia en México.

Según Morales, esta designación constituiría “une Tercera Vía, asociada a la trivialización de las relaciones internacionales” y hace énfasis en que “no es serio mezclar la buena imagen mediática con los asuntos delicados de las relaciones exteriores”.

He escuchado comentarios similares provenientes de otras personas que pontifican permanentemente acerca de nuestra realidad nacional.  Todas ellas se han apresurado a calificar de “despropósito” la proclamación de Ortiz para un cargo de altas responsabilidades y envergadura. 

Sin embargo, me queda la duda de si Mario Morales y los demás comentaristas críticos conocen el currículum de José Gabriel Ortiz.

Este ingeniero industrial, que comenzó su carrera al frente de una de las divisiones del Departamento de Planeación Nacional, fue el encargado de fundar nada menos que Asocolflores, una de las entidades gremiales más poderosas e importantes del país.

Y el éxito que tuvo al frente de esta entidad fue fundamento para que Juan Manuel Santos, siendo ministro de Comercio Exterior, lo nombrara director de la oficina de Proexport en Madrid.  Desde esa posición, en la que permaneció durante cuatro años, Ortiz demostró que podía ser un diligente embajador del comercio colombiano en Europa. 

Semejantes antecedentes son justificación suficiente para que el presidente Santos, que ya ha tenido la experiencia de ser jefe directo de Ortiz, haya considerado que este conocido personaje de los medios es la persona idónea para conducir nuestras relaciones con México, un país con el cual nuestro comercio se está multiplicando a pasos agigantados.

Sin embargo, los criticones encuentran que José Gabriel no es digno de representarnos a los colombianos, ya que ha sido periodista y presentador de televisión y que su imagen ha sido asociada desde hace años con las actividades propias de la alta sociedad capitalina y con las actitudes de un “don Juan” galanteador, dedicado al elogio a las frivolidades de sus personajes, en vez de recalcar sus méritos más importantes. 

Según los acusadores criollos, resultaría vacuo un embajador que pensara en combinar bien la corbata con el pañuelo en el saco.  Pero, en el resto del mundo, la exquisitez en la etiqueta, en el comportamiento, en el vestir y en los modales hace parte del código insoslayable de los diplomáticos. 

Y precisamente por la ausencia de “roce social” es por lo que tantos embajadores colombianos han sido vistos como “pintorescos” y “mañés” en el círculo diplomático internacional y nos han dejado tantas veces en ridículo delante de sus pares extranjeros. 

Porque, mientras en otras latitudes la mayoría de los diplomáticos son eso: diplomáticos de carrera, profesionales en los tópicos propios de sus funciones y en la compleja “ritualística” de su medio, nuestros embajadores son muchas veces políticos avezados con experiencia en manejo de masas pero sin ningún conocimiento del rígido protocolo de la diplomacia.  Y, peor aún, desde hace años, en algunos casos, los embajadores o funcionarios de las embajadas son personas incompetentes nombradas por el simple hecho de ser hermanos o sobrinos de algún ganadero o empresario que aportó recursos para la campaña presidencial o de algún congresista de un rincón apartado de nuestra geografía. 

Ante esta clase de situaciones en el pasado, las protestas no se han dado en el abundante número que habrían merecido. 

¿Por qué quienes señalan hoy a Santos por el nombramiento a Ortiz no publicaron en la prensa artículos recriminando a Uribe por el nombramiento de Édgar Perea, un ser tan estrafalario y vulgar, en una embajada como la de Sudáfrica, clave para las futuras relaciones comerciales de Colombia?  Es obvio que fue por evitar que los tacharan de racistas, clasistas e intolerantes. Porque, mientras para las ONG de Derechos Humanos, los grupos defensores de los afrodescendientes y las hermandades “mamertas” la escogencia de Perea para el cargo “era mostrar lo mejor de Colombia, país diverso y multicolor”, ¡la de José Gabriel (la antípoda de Perea) sólo refleja la “trivialización” de la diplomacia!

Seguramente, antes de pensar en ofrecerle el cargo a Ortiz, el presidente Santos pensó que José Gabriel Ortiz cuenta con cualidades que lo hacen ideal para el desempeño diplomático: dominio de lenguas, conocimiento y experiencia descollante en comercio internacional, don de gentes, carisma, elegancia, buena presencia y además ¡sabe manejar los cubiertos en la mesa de banquetes y cualquier otro instrumento en el banquete del comercio y de los impasses internacionales!

Me parece, por tanto, que no es ningún desatino el reciente nombramiento de Ortiz. Es más, presiento que su desempeño va a dejar “con la boca abierta” a más de uno.

 

 

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19 noviembre 2010 5 19 /11 /noviembre /2010 18:12

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 11 de Noviembre de 2010

 

 

El pasado 10 de octubre, se celebró el centenario del natalicio del caudillo conservador manizalita Gilberto Alzate Avendaño, y, el 26 de este mes, se cumplirá el cincuentenario de su fallecimiento (ocurrido en la Clínica Marly, de Bogotá).

Al hablar de este ilustre parlamentario y diplomático, hijo de la Universidad de Antioquia, vale la pena anotar que, además de uno de los políticos más destacados de Colombia en el siglo XX, fue un lúcido y perspicaz ensayista, periodista y académico de la Lengua.

Los estudiosos de nuestra historia política dicen que, si la muerte no se le hubiera atravesado a los cincuenta años de edad, este imbatible orador habría sido uno de los presidentes conservadores del Frente Nacional.  Sin embargo, muchos ignoran que el mismo Alzate no aprovechó la oportunidad para asumir la Presidencia de la República, cuando la tuvo “en bandeja de plata”.  Fue en 1951, cuando el presidente Laureano Gómez, por motivos de salud, se vio obligado a renunciar.  El designado a la Presidencia de la República, encargado de reemplazar al Primer Mandatario, era el doctor Eduardo Santos,  pero, como era lógico en un líder tan sectario como Laureano, el presidente Gómez no iba a entregarle el poder a un liberal.  De modo que se convocó al Congreso para escoger nuevo designado a la Presidencia, que era prácticamente elegir el nuevo presidente de la República, dada la renuncia inminente del titular.  Y, para tal elección, las mayorías en el Congreso las tenía aseguradas Gilberto Alzate Avendaño.  Pero Laureano, que había tenido algunas discrepancias con Alzate, pues este era más ospinista que laureanista, dio a entender que preferiría que fuese nombrado el doctor Roberto Urdaneta Arbeláez.  Entonces Alzate, quien, sin ningún esfuerzo, habría podido hacerse elegir para la Primera Magistratura, en un acto de nobleza política, dijo: “Tengo las mayorías en el Congreso, pero acato la voz del Presidente, y voy a pedir que se vote por el doctor Urdaneta Arbeláez”. 

En estos días de efemérides alzatistas, he conversado largamente con mi jesuítico amigo el abogado, filósofo y catedrático Antonio Cuartas Arango, para evocar la agudeza mental y la inteligencia de ese colombiano tan brillante como controvertible (nunca disimuló su admiración por el fascismo).  En nuestras charlas, repasamos muchas de las ocurrencias exquisitas de Alzate que reseñan sus biógrafos (como Horacio Gómez Aristizábal y Héctor Ocampo Marín). Quisiera referirme a algunas de ellas, muy breves, que reflejan vivamente la chispa y el ingenio humorístico de este  distinguido personaje de nuestra historia:

 

-         En sus tiempos de soltero, el doctor Alzate tenía una novia en Manizales con la cual se había peleado.  Un día, a lomo de un bello corcel, fue a visitarla.  Ella salió a la ventana y le dijo: “Me encanta el caballo, pero no el jinete”, a lo cual Alzate respondió: “Caprichos de yegua, señorita”.

-         En una ocasión, hablando de política, pronunció esta máxima: “En política, como en agricultura, el estiércol sirve de abono”.

-         Es famosa su indagatoria, en Manizales, cuando se produjo una huelga de choferes que él prohijó.  El texto, que fue publicado por Jorge Mario Eastman, está lleno de frases de Alzate cargadas de brillo y de donaire.  Vale la pena mencionar, por ejemplo, que, cuando se le pregunta por su profesión, dice: “En Colombia, mientras no se demuestre lo contrario, todos somos abogados”.  Y cuando el juez inquiere acerca de por qué Alzate había mandado a la gente a que se sentara en plena calle obstruyendo el tránsito, el “Mariscal” respondió, con gracia: “Porque es de elemental cortesía mandar a la gente a que se siente”, y añadió: “Yo soy un incendiario con alma de bombero”.

-         Un día, cuando le preguntaron acerca de su talento, dijo: “Tengo talento, porque la naturaleza no produce titanes en serie”.

-         Alguna vez, acerca del sentido de la democracia, afirmó: “La mayoría es la mitad más un traidor”.

-         Y, hablando sobre la fama, declaró: “La fama es como una inmensa montaña: cuando se llega a lo alto, se encuentra uno con la soledad”.

-         Sobre el problema agrícola, opinaba Alzate:  “Somos un país de tierras sin hombres y de hombres sin tierra”.

-         Es de anotar que la señora esposa del doctor Alzate Avendaño, doña Yolanda Ronga, era una dama supremamente elegante y bella. Y el doctor Gilberto la solía llevar a todas sus reuniones políticas y sociales.  Inquieto por esto, un amigo indiscreto le preguntó: “Doctor Gilberto, ¿usted por qué lleva a su esposa a todas partes?”, a lo cual Alzate contestó: “Es que, cuando uno sale de casa, tiene que llevar todo lo que necesita, para no tener que molestar a los amigos".

-         Se dice que el doctor Alzate era un comensal de gran apetito y parece que la bulimia fue una de las causas que adelantaron su muerte.  Cuentan que una vez asistió a una recepción política en un pueblo y que los anfitriones, que conocían sus gustos gastronómicos, le sirvieron un pavo entero para él solo.  Alzate tomó los cubiertos y dijo: “Voy a hacerle la cirugía al pavo”, y, tras engullirlo, habría preguntado: “¿Y después de este aperitivo, qué sigue de plato fuerte?”

-         Cuando divulgaron la noticia de que estaba muy enfermo, expresó lo siguiente:  “Soy un barco que se hunde con las luces encendidas”.

Las autoridades nacionales y departamentales (de Caldas y de Antioquia) todavía están a tiempo para animarse a celebrar debidamente estas importantes efemérides de uno de nuestros estadistas más preclaros.

 

 

 

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11 noviembre 2010 4 11 /11 /noviembre /2010 19:35

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 3 de noviembre de 2010

 

 

Aunque en la universidad aprendí que no se debe hacer uso de columnas de opinión para referirse a asuntos personales, mis lectores comprenderán que, ante la especialísima y feliz circunstancia que expondré a continuación, lo mínimo que puedo hacer es agradecer, a través de este espacio, cada apoyo y tantas felicitaciones. 

A raíz de los premios de periodismo que gané en las pasadas semanas, he recibido una avalancha de manifestaciones de aprecio que nunca habría imaginado.  Un número inesperado de amigos y lectores han colmado el buzón de mi correo electrónico con mensajes de cariño y de plácemes (ya que, en medio de mis estudios, no alcanzo físicamente a contestar por separado a cada uno de ellos, escribo esta columna con mi agradecimiento para todos).

Publicaciones informativas de todos los medios, de Colombia y del Exterior, me han estimulado para el futuro al transmitir mis buenas nuevas.  Pero talvez lo que más me ha sorprendido y llegado al alma es la voz de congratulación que me han hecho llegar mis colegas columnistas y comentaristas de prensa, no sólo a través de e-mails, sino de notas en sus columnas.  Desde las páginas de EL MUNDO, colegas tan admirados como Olga Elena Mattei, Mariluz Uribe de Holguín, Carmen Vásquez, Luis Fernando Múnera, Humberto López, José Alvear Sanín, Hugo Álvarez Restrepo y Bernardo González White (sin hablar de los completísimos artículos informativos de Diana Carolina Mejía) se unieron a la alegría que me inunda, de la misma manera que, desde El Colombiano, lo hicieron Elbacé Restrepo y Raúl Tamayo Gaviria.  No tengo palabras para agradecerles.  Esta es una de las circunstancias en que uno recuerda que “inefable” significa “sin palabras”.

Y ese mismo “sin palabras” fue el que sentí cuando me enteré de que era ganador del Premio Simón Bolívar. En un país tan lastimado como Colombia, cuya problemática política y social y cuya crisis de criminalidad azota a la ciudadanía y a los militantes mismos del mundo de los medios (hasta el punto de convertirlos en víctimas personales de dicha criminalidad), la existencia de un premio como este produce alivio, no sólo en el sector del periodismo que sigue las ideas y los eventos políticos, sino también en el de todas las otras áreas de este oficio, como la mía, la cultural.  Por eso, quiero manifestar mi más sincero agradecimiento al doctor José Alejandro Cortés y a la maravillosa Yvonne Nicholls, que han sido no sólo los creadores de este premio, sino también los quijotes que siguen luchando cada año por que este se realice según lo diseñado.

Y en este momento de dar las gracias, quisiera aprovechar para extender también mi abrazo de gratitud indeleble a las siguientes personas:

-         A mis padres, J. Fernando Vélez y Patricia Peláez, que me inculcaron la pasión por la cultura y que han sido mi mayor apoyo desde siempre en los cometidos que me he propuesto.

-         Al doctor Guillermo Gaviria Echeverri, ejemplo para cuantos sintamos la vocación del periodismo, prohombre de Antioquia y de la nación entera, quien, con magnanimidad, me ha dado cabida en este diario y ha hecho posible que pueda mantener este canal de comunicación con la comunidad, mi mayor vínculo con mi gente, especialmente en estos momentos, cuando estoy lejos del país.

-         A la corajuda editora general de EL MUNDO, Irene Gaviria Correa, quien ha creído en las propuestas de este joven poeta impertinente y ha hecho que en EL MUNDO me sienta como en casa.

-         Al subdirector, Arturo Giraldo Sánchez, paciente y generoso, profundo conocedor de su oficio y hombre de criterio admirable.

-         A la Jefe de Desarrollo Editorial, Luz María Tobón, siempre abierta y receptiva ante mis ideas y sugerencias.  Sin su entusiasmo, habría sido imposible la publicación del especial sobre el maestro David Manzur, vencedor en el Simón Bolívar.

-         Al maestro David Manzur, mi amigo dilectísimo desde hace un decenio, quien siempre ha impulsado mis iniciativas y quien, en el caso especial de la realización del trabajo premiado, depositó en mí su confianza y prestó toda su colaboración.

-         A los eminentes periodistas cubanos Pedro Felipe Pérez Goyry y Roberto Fernández, del Instituto Nacional de Periodismo Latinoamericano, que le apostaron a mi candidatura al Premio José María Heredia.

-         A mi eterna amiga Olga Elena Mattei, una de las más altas representantes femeninas de la poesía colombiana, mi mayor consejera, no sólo en la vida, sino también a la hora de publicar mis columnas más polémicas.

-         A dos hombres grandes de la historia de Antioquia, Jorge Rodríguez Arbeláez y Octavio Arizmendi Posada, que en paz descansen.  Ellos fueron fundamentales, durante mi adolescencia, para mi formación cívica, democrática y humanística.

-         A la espiritualísima María Cristina Uribe de Arango y a su benemérito esposo, el doctor Adolfo Arango Montoya, verdaderos ángeles para la materialización de mis sueños.

Para terminar, quisiera rendir homenaje a quienes me antecedieron como recipiendarios del Premio Simón Bolívar.  Como no me alcanza el espacio para referirme al trabajo de cada uno de ellos, deberé limitarme a mencionar algunos nombres: Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo, Alfonso López Michelsen, Álvaro Gómez Hurtado, Germán Arciniegas, Hernando Santos, Guillermo Cano, Otto de Greiff, Yamid Amat, Germán Castro Caycedo, Juan Gossaín, Fernando González Pacheco, Manuel Zapata Olivella, María Isabel Rueda, Margarita Vidal, Gloria Valencia de C., Bernardo Hoyos, Enrique Santos Calderón, Plinio Apuleyo Mendoza, Álvaro Castaño Castillo, Fernando Gómez Martínez, Enrique Peñaloza, Daniel Samper P., Darío Arizmendi, Julio Sánchez Cristo, Felipe López Caballero, Alejandro Santos, Rodrigo Pardo, Alberto Zalamea, Eduardo Posada Carbó, Juan Lozano, Héctor Abad F., Eduardo Escobar, Óscar Collazos, Florence Thomas y Roberto Pombo.

Mi admiración para estos y mi perenne gratitud para quienes me han apoyado.

 

 

 

 

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28 octubre 2010 4 28 /10 /octubre /2010 10:20

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 27 de octubre de 2010

 

 

A sus 26 años de edad, Joaquín Restrepo es talvez el más prometedor representante de la generación de los artistas colombianos menores de treinta años.  Y este 2010 ha sido de especial éxito en su carrera, no sólo desde el punto de vista de las ventas (muy superiores a las de cualquier otro artista latinoamericano de su edad), sino también desde el de la divulgación y socialización de su trabajo. En el pasado mes de agosto, presentó su exposición “Retrospectiva”, en el Centro Internacional de Convenciones de Cartagena de Indias, y, a partir del próximo 22 de noviembre, su obra podrá apreciarse durante un mes en el Capitolio Nacional, por invitación especial que le extendiera el Honorable Congreso de la República.

Esta próxima muestra, cuyas características especiales han implicado que su montaje requiera un presupuesto más alto que el que normalmente necesitan las exhibiciones que se exponen en ese venerable recinto, estará compuesta por más de veinte obras escultóricas de este joven creador, entre las cuales destaca la monumental “Ágora”, conjunto de cinco imágenes en hierro y bronce de 280 centímetros de altura. 

Este mismo título, “Ágora”, fue el escogido para denominar la exposición entera. Tal nombre fue sugerido por el ex presidente Belisario Betancur, uno de los mayores admiradores de este artista novel que ya es toda una realidad en el  panorama de las Bellas Artes de nuestro país. 

Convencido de la habilidad creativa y del potencial de Restrepo, el “ex presidente poeta” lo ha “bendecido”, al igual que hiciera, en otras épocas, con artistas que luego se convertirían en verdaderos íconos de la plástica nacional.  Según Betancur, Restrepo, a pesar de su edad, ya es todo un maestro. Las elogiosas impresiones de este gobernante que dejó la política por amor al arte y a las letras han quedado estampadas en párrafos como el siguiente: “En la Antigüedad Clásica, los dioses bajaban de la oquedad del cosmos a ungir a los creadores que arrancaban cadencias a cítaras y flautas al paso del viento; y se convertían así en pequeños dioses. A los escultores les mostraban canteras tanto como tierras, lienzos y colores a los pintores. Joaquín Restrepo nació ungido por los dioses: en sus manos se ablandan la piedra y el metal, y el lienzo invita gozoso su pincel. Todo porque posee aquel quid divinum de los pequeños dioses, los creadores. El paso de Restrepo por las universidades y escuelas ha agregado a aquellas dotes el rigor del dominio de la técnica. ¡Qué joven maestro el ya completo maestro Joaquín Restrepo!”.

Otra de las glorias nacionales que ha tenido la visión de apostarle al talento de este joven genio es el maestro David Manzur.  Hace poco, tuve la oportunidad de ver las imágenes de dos obras que esa figura cimera del Arte Latinoamericano realizó en homenaje al trabajo de Restrepo, quien fuera su discípulo más avezado durante más de un lustro. 

La historia de estos cuadros del maestro Manzur es la siguiente:  El año pasado, Restrepo fue seleccionado, junto a los principales artistas de Colombia, para desarrollar una pieza escultórica, en el marco de la gran subasta “Equusarte”, organizada por la Fundación Corazón Verde, con la colaboración de la Casa Christie’s de Nueva York, con el ánimo de recoger fondos para las viudas y huérfanos de agentes de las fuerzas armadas de Colombia, víctimas de la absurda guerra que asuela a nuestra patria.

Fue entonces cuando surgió “Miserere”, un sobrecogedor caballo de dos metros y medio de altura, elaborado minuciosamente en láminas de hierro.  Contrario a lo que podría esperarse de la obra de un escultor tan joven, este caballo de Restrepo alcanzó en dicha subasta un valor significativamente mayor al de las esculturas que presentaron cinco de los diez artistas más cotizados del país.  Esto, sin duda, gracias al poder expresivo, a la imponencia y al buen gusto de esta imagen ecuestre.

Fue entonces cuando el maestro Manzur, el máximo conocedor de la anatomía del caballo en nuestro país, conmovido por la calidad excepcional de la producción de su pupilo, decidió estimularlo al rendirle homenaje en los cuadros mencionados.  Esta trascendente congratulación fue la afortunada conclusión de un ciclo de seis años, durante los cuales Restrepo alternó sus estudios de Artes Plásticas en la Universidad de los Andes, con un intenso adiestramiento en Historia del Arte y ejecución artística, con el maestro Manzur, quien le transmitió, con religiosa periodicidad, sus más sagrados secretos acerca del proceso creador.  

Y, según hemos visto, Joaquín ha demostrado que ha sabido asimilar, articular y comprender los conceptos recibidos de su maestro, los cuales se han mezclado con sus propias investigaciones artísticas y con sus profundas exploraciones experimentales, estallando en una obra coherente y de alta semiología, que refleja de manera fidedigna la agudeza de sus indagaciones sobre el comportamiento humano, una de las principales fuentes de inspiración de su obra. 

Estamos seguros de que el trabajo artístico de Joaquín Restrepo dará mucho de qué hablar, no sólo en nuestra patria, sino también en otras latitudes.  Ojalá la exposición de excelencia que va a presentarse en el Capitolio Nacional logre captar el entusiasmo de alguno de los buenos galeristas de Medellín, para que los medellinenses también podamos gozar del inmenso placer estético de esta muestra.

 

 

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27 octubre 2010 3 27 /10 /octubre /2010 11:48

 

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 20 de octubre de 2010

 

La semana pasada, se cerraron con broche de oro las festividades de Latinarte, el nuevo festival de cultura latinoamericana en Montreal.  Tuve el placer de asistir a varios de los actos organizados en el marco de este evento, y quedé tan positivamente sorprendido y tan compenetrado con los objetivos de este festival, que decidí felicitar personalmente a los organizadores.  Y, tras una larga conversación sobre la situación de las Artes Plásticas y de la Literatura en Colombia, cuando menos lo esperaba, me invitaron a formar parte de su equipo. Esto me ha producido gran entusiasmo, puesto que son un grupo que ha realizado una labor admirable, de gran importancia en este país y conveniencia para los artistas latinoamericanos.

El buen resultado de este certamen se debe a la decidida entrega y a la perseverancia y visión de sus fundadoras, las comunicadoras y dirigentes culturales colombianas Ángela Sierra y Natalia Gnecco.  El año pasado, este par de compatriotas de valía se dieron cuenta de que en Montreal, una de las ciudades con más festivales en el mundo y en cuya aglomeración urbana residen decenas de miles de latinoamericanos, hacía falta un megaevento que mostrara toda la riqueza y grandeza de nuestra cultura.  ¿Y qué mejor para hacerlo que aprovechar la celebración de los Bicentenarios?  Así, en el 2009, organizaron un primer conjunto de eventos acerca del arte y la cultura de nuestros países, anunciando que la gran fiesta sería en el 2010. Y, para suerte de la imagen de nuestras naciones, las cosas funcionaron finalmente.

Pero no fue fácil.  Ya ustedes podrán imaginarse lo que para estas corajudas gestoras significó decirse a consagrar su tiempo y su energía a hacer realidad la idea que en buena hora les vino.  Primero, esbozaron la estructura, los enfoques y el derrotero de esta empresa; luego, convencieron a los mejores representantes de la cultura latinoamericana en Quebec de unirse a la causa, con su consejo y sus iniciativas, y, después, lo más difícil: persuadir a entes públicos y privados del Canadá de la importancia de apoyar un evento de este tipo.  Y, a pesar de que muchos les dijeron que estaban “arando en el mar”, su determinación y obstinación fueron mayores, tan poderosas, que lograron que la fe que transpiran contagiara a representantes del Gobierno, de las universidades más prestigiosas de la ciudad, de algunas de las entidades culturales más representativas de la misma, y de unas cuantas empresas privadas que le apostaron al talento de nuestra gente.  ¡Todo esto “con las uñas”!

La edición de Latinarte que acaba de terminar fue un evento de grandes proporciones, asombroso (yo diría que “milagroso”) para un certamen incipiente.  Incluyó una exposición colectiva de artistas de seis países de América Latina; una, de fotografía; veladas de poesía y literatura; un ciclo de cine latinoamericano; un seminario de formación para artistas; espectáculos danzas y músicas de América Latina, incluyendo una presentación del músico colombiano Roberto López, quien fue escogido este año como “Artista Revelación” de Radio-Canadá.  

Se llevó a cabo, además, una programación dancística especial para destacar la designación del tango como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad.

Y, para resaltar la fiesta del Bicentenario, convocaron a conferencias sobre el tema y comprometieron a Jean-François Léclerc, el director del emblemático Centro de Historia de Montreal, para presentar en las exclusivistas salas de ese antiguo y bellísimo edificio una exposición destinada a exhibir la evolución de las principales ciudades de nuestro continente, a lo largo de estos dos siglos de Independencia.   La muestra fue conformada por una serie de “cápsulas temáticas”, que ilustraban acerca de los hitos de la historia de América Latina: poblaciones, paisajes urbanos, religiones, política, conflictos, esclavitud, principales trabajos de infraestructura, grandes acontecimientos, modernidad arquitectónica, patrimonio, etc.   

Por lo demás, las materializadoras de esta proeza organizaron también, en la Universidad del Quebec, un Encuentro Internacional de Blogueros Latinoamericanos, que contó con la presencia física o virtual de blogueros de la talla de la cubana Yoani Sánchez, exaltada con algunos de los premios periodísticos más importantes del mundo. 

A la alta calidad de la programación, habría que sumarle la sorprendente capacidad de convocatoria de las directoras: todos los eventos contaron con masiva asistencia (de público y de personajes de la talla de la Ministra de Cultura del Quebec), incluyendo aquellos, como los de Poesía (y en español), que normalmente son tan escasos de audiencia.  Doble mérito, entonces, teniendo en cuenta no sólo las dificultades económicas y de comunicaciones, sino también la vasta y excelente oferta cultural habitual de la ciudad, con la que tuvieron que competir.

En suma, Latinarte logró lo que se abstuvieron de hacer la inmensa mayoría de los cuerpos diplomáticos de nuestros países, a la hora de celebrar como es debido los 200 años de la constitución de nuestras naciones como repúblicas.

Afortunadamente, hay personas, como los líderes de Latinarte, que optan por misiones como la de mostrar en Norteamérica la otra cara América Latina, especialmente de Colombia, esa que nada tiene que ver con drogas, ni con corrupción, ni con violencia.

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23 octubre 2010 6 23 /10 /octubre /2010 12:28

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 7 de octubre de 2010 

 

Por estos días la revista Mefisto, una de las más corajudas y meritorias del panorama cultural de nuestra nación, está cumpliendo un cuarto de siglo de existencia.  Y para celebrar estos veinticinco años de loable labor, ha publicado un número especial, en edición de lujo, con ensayos y poemas de algunos de nuestros más promisorios escritores.

Fundada en Pereira, el 25 de julio de 1985, Mefisto ha consolidado su prestigio entre los intelectuales de Colombia, gracias al buen criterio de su fundador y director, Germán López Velásquez, quien ha sabido escoger a los mejores creadores literarios y artísticos de nuestra patria para hacer parte de su equipo de colaboradores.  Por sus páginas han pasado nombres de la talla de los de Manuel Mejía Vallejo, Rafael Gutiérrez Girardot, Enrique Buenaventura y R.H. Moreno Durán, amén de casi todos los principales poetas colombianos de los últimos treinta años.

Fue el maestro David Manzur quien me introdujo al trabajo quijotesco de López Velásquez.  Corría el año  2005 y, en la celebración de sus veinte años, Mefisto había publicado un exquisito especial sobre la obra de este insoslayable artista colombiano.  Desde entonces, no he dejado de recibir con entusiasmo cada nuevo número de esta revista y me he convertido en un admirador de Germán López, quien, al ejercer el sacerdocio cultural, ha hecho de la gestión de las artes y las letras no una profesión, sino «una misión».

Y es que el nombre de López puede ser sinónimo del desarrollo cultural de Risaralda en los últimos cinco lustros.  Son pocas las empresas humanísticas de envergadura que se hayan desarrollado recientemente en esa región que no hayan contado con el apoyo de su espíritu hiperactivo, de su visión forjadora de utopías y de su voluntad firmísima, que no conoce de imposibles y que no desfallece ante la hostilidad de un medio tan difícil para la propulsión de la cultura como es el de nuestras ciudades intermedias.  Sería interminable mencionar la lista de todas las entidades que han tenido el privilegio de tenerlo en su nómina de miembros más activos, pero quisiera permitirme, por lo menos, referirme al trabajo de promoción de la Literatura  que ha llevado a cabo al frente de la Sociedad de Escritores de Risaralda,  de los talleres literarios de las universidades Libre y Tecnológica de Pereira y del Instituto de Cultura de esa ciudad.  Es increíble, además, la cantidad de tertulias culturales y de concursos de Literatura que ha fundado o impulsado.

Y su afán de inocular en la comunidad la pasión por la cultura lo ha llevado también a establecer lazos con numerosas instituciones nacionales e internacionales.  Muchas de ellas lo han nombrado miembro de honor; otras, lo han exaltado con sus más altas condecoraciones.  Valga la pena hacer referencia a la Orden de las Artes y las Letras, que le otorgó el Estado brasileño de Bahía, o al hecho de que la Casa de la Cultura, el Arte y la Ciencia, adscrita a la ONU, le haya conferido su máximo galardón.    

Y este trabajo perseverante y tenaz de Germán López ha venido acompañado de un acucioso quehacer en dos campos tan importantes como son los del Derecho y del Periodismo.

Como abogado, López se ha especializado en la rama del Gobierno, y ha ejercido la cátedra por años.  Y, como periodista, ha tenido la oportunidad de orientar algunos de los medios más importantes de su ciudad, como son los periódicos La Tarde y el Diario. Sin embargo, al darse cuenta de que la verdadera carencia del periodismo en su comunidad estribaba en la ausencia de un periodismo cultural realmente libre, expedito y efectivo, decidió dejar a un lado la conducción de medios masivos y centrarse en sacar adelante el sueño de Mefisto.

Hoy, tras 25 satisfactorios años de batallar, el sueño de Germán de lograr un Eje Cafetero floreciente en amor por la cultura y por la civilidad es cada vez más realizable. Esperamos seguir contando por muchos años más con la inalterable energía esperanzadora de esta revista.  !Feliz cumpleaños, Mefisto !

 

 

 

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15 octubre 2010 5 15 /10 /octubre /2010 11:20

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 14 de octubre de 2010

 

Acabo de llegar de Trois-Rivières, donde se celebró, hasta el pasado domingo,  la vigésima sexta versión del Festival Internacional de Poesía de esa ciudad, el cual es considerado como uno de los tres principales del mundo, entre más de sesenta que están activos en la actualidad.

Nuevamente, Trois-Rivières, la segunda ciudad más antigua del Canadá,  gozó de la invasión de la poesía, durante 10 días, en los que se desarrollaron más de cuatrocientas actividades, entre lecturas poéticas, exposiciones de Arte y Poesía, espectáculos poético-musicales, talleres de escritura   y homenajes a poetas, vivos y fallecidos.

Fueron más de cien los poetas participantes, que leyeron sus versos ante más de 40.000 personas, muchas de las cuales colgaron sus textos poéticos (más de 5.000) en la especial “Cuerda de Poemas” que el Festival dispone siempre para que la comunidad comulgue libremente con el cáliz lírico.

En lo que concierne a nuestro país, es de destacar que este año comenzó a operar un convenio que este festival firmó con el Festival Internacional de Poesía de Pereira (al cual dedicamos otra columna, el año pasado, en estas mismas páginas).  En representación del mismo, concurrió a Trois-Rivières el poeta, periodista, abogado, catedrático y experto en Cine y en Arte Luis Fernando Afanador.

Afanador, el implacable y cultísimo crítico literario de Semana, presentó sus creaciones en la mayoría de los principales recitales del Festival, incluyendo la “Gran Velada de la Poesía”, en la cual sólo participaron los veinticinco poetas más sobresalientes de esta edición del certamen. 

En tal velada, al igual que en las veinte lecturas que ofreció, Afanador se ganó el aplauso del público conocedor, con los poemas suyos que, para esta ocasión, tradujo al francés el reconocido poeta Emile Martel, quien acaba de ganar el Premio Jaime Sabines – Gatien Lapointe.

La poesía de Afanador está compilada en volúmenes como “Extraño fue vivir” (2003), “La Tierra es nuestro reino” (antología, Universidad Externado de Colombia – Revista El Malpensante, 2008) y “Amor en la tarde, poemas a películas” (Norma, 2009). 

Entre los numerosos conceptos de críticos y comentaristas que avalan y exaltan la calidad estilística de su trabajo poético, me gustaría transcribir el siguiente, de Juan Felipe Robledo: “La concisión es una difícil cualidad que consigue mostrar en el lenguaje aquello que ha vivido en el corazón del hombre por muchos años, y la poesía de Luis Fernando Afanador nace de una convicción honda en esta palabra que es recogida en la noche del alma sin prisa alguna”.

En cuanto a los demás poetas que llevaron la vocería de América Latina, vale la pena referirnos a la argentina Luisa Futoransky, una de las mujeres más profundamente poéticas de nuestro continente.  Tuve la oportunidad de conversar largamente con ella y no hubo un sólo instante de nuestra charla en el que yo no percibiera que estaba ante una verdadera poeta.  Expresaba cada una de sus reflexiones improvisadas a través imágenes altamente filosóficas, de gran belleza y sensibilidad.  Cada fragmento suyo del diálogo que sostuvimos fue un auténtico poema.  Todo esto constituye una cualidad extraordinaria en nuestro tiempo, cuando la mayoría de los poetas no hablan como poetas ni se comportan como tales.

Al ahondar en la fecundísima producción de Futoransky, quien fue discípula de Borges, he podido constatar que no han errado las autoridades de la cultura cuando la han honrado con distinciones de la categoría del Premio Internacional de Poesía “Carmen Conde” o de la Orden de las Artes y las Letras, que le impuso el gobierno francés. 

En Trois-Rivières, Futoransky tuvo el placer de encontrarse con Hélène Dorion, la mujer poeta viva más relevante del Canadá Francófono,  y le agradeció por un homenaje que Dorion le rindiera en uno de sus traducidísimos libros.

Volviendo a las relaciones entre este festival y nuestro país, es de destacar que, desde el año pasado, cuando publicamos en este diario una entrevista con Gaston Bellemare, el corajudo fundador y presidente del evento,  en la cual él expresaba su deseo de trabajar de la mano de sus colegas medellinenses, el  Festival de Trois-Rivières ha entrado en contacto permanente y ha comenzado una interesante retroalimentación con entidades de nuestra ciudad.  Este año, el señor Bellemare se ha desplazado en dos oportunidades a Medellín, y de estos viajes es producto la idea de, nada menos, fundar la Confederación Internacional de Festivales de Poesía, un paso más allá, luego de que el mismo señor Bellemare fundara, hace un decenio, la Federación de Festivales Internacionales de Poesía, la cual preside él mismo y funciona en Trois-Rivières. 

Para orgullo de nuestra ciudad, la primera reunión de la nueva confederación se llevará a cabo en Medellín, en julio del año entrante.  ¡Esta es, pues, toda una primicia para mis lectores amantes de la poesía!

Nuevamente, me despido de Trois-Rivières cargado de ideas poéticas y con propósitos de sentarme otra vez a escribir poesía.

 

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    Gaston Bellemare, fundador y presidente del Festival International de la Poésie de Trois-Rivières, y Sergio Esteban Vélez

 

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4 octubre 2010 1 04 /10 /octubre /2010 00:50

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 29 de septiembre de 2010

 

 

La semana pasada, tuve el gusto de asistir por primera vez al Festival Internacional de Literatura de Montreal.  Este año, este evento, uno de los más prestigiosos de la cultura en Canadá, rindió homenaje al escritor Michel Tremblay, principal figura de la dramaturgia quebequense de nuestros días y novelista reconocido y admirado en todo el ámbito francófono.  Tremblay,  quien ha glorificado el «joual», lenguaje arcaico usado coloquialmente en los sectores populares de la comunidad franco-canadiense, es uno de los escritores más polémicos del Canadá, no sólo por su abierto homosexualismo, plenamente aceptado por sus compatriotas, sino por las temáticas espinosas que ha tratado en muchos de los trabajos principales de su más de medio centenar de volúmenes publicados.

En esta edición del certamen, se dedicó también un espacio para rendir tributo póstumo a la vida y la obra de dos de las mayores escritoras de la lengua francesa: la belga-francesa-estadounidense Marguerite Yourcenar, primera mujer miembro de la Academia Francesa, y Anne Hébert, quien comparte con Gabrielle Roy el título de máxima mujer de las letras del Quebec.

Desde que era un niño, he sido un “adicto” a la obra de la Yourcenar, a la cual, entre otros escritos, dediqué un poema, el cual, según Meira Delmar, es el mejor de mi cosecha.  En consecuencia, no podía perderme las actividades que se organizaron para que, en esta oportunidad, su producción captara, una vez más, la atención de la mayor metrópolis francófona de América. 

Y además de la calidad de su obra, reverenciada de manera unánime en el mundo entero, en Marguerite Yourcenar descuella el personaje en sí. Esta mujer es símbolo de rebeldía.  Su espíritu no podía hallarse entre las moralistas cortapisas de su época; y su mente se estremecía al pensar en la inferioridad intelectual que se imputaba a la mujer de su tiempo.   En pos de la anhelada igualdad, se vistió como hombre; viajó como hombre; amó intensamente, sin importar el sexo del amado y gobernó su propia vida como sólo los hombres podían hacerlo.  Escribió igual o mejor que cualquier gran autor de la Historia; craneó exquisitas disquisiciones sobre los temas más variados; recreó con maestría escenarios miríficos de diversas épocas; incursionó con éxito en difíciles géneros ensayísticos, novelísticos, poéticos e históricos y defendió con ímpetu su pensamiento liberador y progresista, dejando desconcertados y boquiabiertos a los hombres, que tarde o temprano tendrían que conscientizarse de la equivalencia de capacidades de ambos sexos.

Otro de los protagonistas de la versión del festival que acaba de terminar fue Gilles Vigneault, quien, con el fallecido Félix Leclerc, es considerado el “Poeta Nacional del Quebec”.  Vigneault, el más homenajeado y condecorado de los autores vivos del Canadá Francés, preparó para el festival el especial poético-musical-teatral “Un cadeau pour Sophie”,  el cual fue presentado en la Place des Arts, la versión montrealesa del Lincoln Center.

Entre los ilustres invitados internacionales, sobresalió la figura de Massimo Carloto, el escritor, dramaturgo y guionista italiano que se hizo célebre cuando fue acusado de un crimen espeluznante que no cometió.  Hace más de un decenio, luego de recibir el indulto presidencial, su obra literaria logró recrear con maestría la angustiosa ruta de sus propias vicisitudes, con tan buen resultado, que ha ganado los principales premios y reconocimientos de esa nación.

No me alcanza el espacio para mencionar los nombres de los demás creadores literarios invitados (han participado más de 3.000 personajes, en los 16 años de este certamen), ni para referirme a cada una de las actividades típicamente “no literarias” (música, danza, teatro), a través de las cuales este festival atrae al público hacia la Literatura, pero no puedo despedirme sin recomendarles a mis lectores que, si tienen el deseo de venir a Montreal, lo hagan a finales de septiembre: no sólo por la dulzura del clima y la belleza de la vegetación, en todo su esplendor; ni por la manera en que los días cálidos transforman el temperamento nórdico de los nativos, sino para que gocen del exquisito placer intelectual que producen los eventos incluidos en la programación de este festival.

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19 septiembre 2010 7 19 /09 /septiembre /2010 07:50

 

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 15 de septiembre de 2010

 

La semana pasada, con la partida definitiva de León Posada Saldarriaga, Antioquia perdió a uno de los últimos grandes maestros de nuestras artes plásticas.

El maestro León había dejado de figurar en nuestra ciudad desde el año 2001, cuando se radicó en Bogotá. 

La última vez que lo vi fue hace dos años, cuando le hice una entrevista para las páginas culturales de EL MUNDO.  Del artículo que en esos días le dediqué, me permito extractar y resumir algunas líneas, que nos ayudan a trazar el perfil de esta alta figura de su generación:

León Posada, quien nació en Medellín, en 1923, pasará a la historia de las Bellas Artes de nuestro departamento como de uno de los más representativos exponentes del grupo de discípulos del maestro Eladio Vélez, en el cual también sobresalen nombres como los de Dora Ramírez, Ramón Vásquez, Camilo Isaza Torres y Francisco Madrid.

En esos años, los artistas señalados para convertirse en los conductores de la plástica en los países latinoamericanos viajaban a Europa a profesionalizarse.  Así, León Posada, en 1947, siguió los pasos de Eladio Vélez y Pedro Nel Gómez (que él consideraba eran “los maestros fundamentales de Antioquia”) y se trasladó a Italia y a España, para profundizar en el conocimiento de los grandes creadores del Arte Universal.
Cuando regresó al país, en 1949, se dio cuenta de que, además de su talento artístico, tenía el don de la enseñanza.  Por eso, pudo preciarse de haber guiado a centenares de alumnos por la senda de las Bellas Artes.  Algunos de ellos, como Jorge Cárdenas, Clemencia Echeverri y otros varios han alcanzado alta reputación en ese campo.  Así, León Posada muchas veces fue llamado “maestro de maestros”. 

Y, justamente, por haber entregado su vida a proyectar las técnicas pictóricas es por lo que quería ser recordado.  Desde muy joven, descolló su interés por conocer a fondo cada una de las modalidades plásticas, las cuales logró desarrollar con maestría: desde el difícil muralismo, hasta el óleo y la acuarela (esta última lo colmó de prestigio).

Acerca de los medios de producción artística, que tanto exploró, el maestro Posada diría que: “El óleo y la acuarela han absorbido casi por completo mi vida de pintor.  De la acuarela, por la cual he sentido verdadera fascinación, puedo decir que es la técnica más difícil, si con ella se pretende elevarla a un grado más alto de la simple descripción de los elementos que componen la obra.  Para realizarla con la altura que se debe, se requieren mucha destreza, imaginación y buen gusto.  Así tratada, la acuarela es el medio por excelencia para cantarle a la luz, es un himno a la libertad”.

Entre las numerosas exhibiciones que presentó, descuellan su muestra individual de acuarelas, en el Instituto de Cultura Hispánica, de Madrid, en 1971, y la que, en 1985, organizó el Creditanstal Bankverein, de Viena.  Pero, a pesar de haber alcanzado altos elogios por sus exposiciones en el ámbito internacional, para León Posada su exhibición más querida fue, tal vez, la gran muestra retrospectiva de su obra que, en el 2001, ofreció a la comunidad en el Museo de la Universidad de Antioquia.

La última de sus exposiciones en nuestra ciudad tuvo lugar en la Cámara de Comercio de Medellín, en el año 2008.  En esa oportunidad, presentó una muestra que recordaba la línea y el colorido de su admirado Pedro Nel Gómez.
Para él, la independencia era fundamental.  No aceptaba que, para vender, hubiera que darle gusto al público.   Por eso, encontró en la pedagogía el sustento necesario para encontrar la libertad.  “Para mí, la mayor esperanza es pensar en la trayectoria que van a seguir aquellos a quienes, como profesor, les he dado algún consejo”, aseguraba.

Y su consejo por excelencia era el de “Sea honrado consigo mismo”, más allá de las modas o de los públicos.  Así, Posada orientó a cada uno de sus discípulos para que tratara de sacar lo mejor de su criterio artístico personal.

Lo que muchos no saben es que la musa de León Posada se extendió hasta más allá de las Artes Plásticas y llegó a ahondar en las Letras, campo que fue el que más le interesó en los últimos años de su vida. 
Posada figuró en nuestros círculos literarios, desde los años 70, cuando publicó su libro “Escritos breves”, presentado por el Museo de Antioquia, con motivo del tricentenario de la fundación de Medellín.

Más adelante, aparecerían: “Cartas de un pintor”, “Diario de Toledo”, “Sueños” y “Sueños largos y biografías cortas”.

La última vez que hablé con él, estaba concentrado en la redacción de un libro que narra la historia de tres clases distintas de pintores, que han enfocado su vocación por diferentes caminos.   Seguramente, si se autorretrató en ese texto, se habrá referido a la plenitud que genera la búsqueda del arte integral como forma de vida.

Su obra y su memoria seguirán vivas entre nosotros.

 

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15 septiembre 2010 3 15 /09 /septiembre /2010 08:35

 

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 8 de septiembre de 2010

 

 

- Cada vez escucho con mayor frecuencia una utilización equivocada del verbo “añorar”.  A la lista de periodistas y personajes públicos que lo usan mal, hay que sumarle ahora el nombre del embajador de Colombia ante la OEA, Luis Alfonso Hoyos, quien, hace un mes, durante la sesión de dicha institución en la cual presentó las denuncias de Colombia por la presencia de las Farc y del Eln en Venezuela, aseguró que: “En Colombia, añoramos la paz”. 

Lo correcto habría sido decir: “En Colombia, anhelamos la paz” o haber empleado los verbos “desear”, “ansiar”, “esperar”, entre otros varios; pero de ningún modo hacer uso de “añorar”, que, según el diccionario de la Real Academia Española, quiere decir: “Recordar con pena la ausencia, privación o pérdida de alguien o algo muy querido”.

Así, es incorrecto decir que un joven que siempre ha sido pobre “añora ser rico”, pero es adecuado afirmar que un extranjero “añora su país natal” o que un anciano “añora los días felices de su infancia”.

En cuanto a la frase dicha por el embajador Hoyos, no es apropiada, pues, aunque en el siglo XIX, Colombia gozó de unos pocos años de paz, ninguno de los colombianos vivos la alcanzó a disfrutar. 

Desde el punto de vista etimológico, el verbo “añorar” es una de las escasas palabras del español (alrededor de trescientas cincuenta) que provienen del catalán.  Su origen se encuentra en el verbo catalán “enyorar”, el cual a su vez desciende del latín “ignorare” (ignorar), en el sentido de “no saber (dónde está alguno” o de “no tener noticias (de un ausente)”, como reza en el Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española.

***

- Ya que hablamos del verbo catalán “enyorar”, base de nuestro “añorar”, cualquiera podría pensar que comparte etimología con el verbo francés “ennuyer” (se pronuncia “anuiyé”), que también se usa para expresar que se extraña con nostalgia a alguien o algo.  “Je m’ennuie de toi” quiere decir: “Me haces falta”.  Pero, curiosamente, esta es un sólo una expresión excepcional de ese verbo polisémico, cuyos significados principales son “aburrir”, “molestar” o “fastidiar”.  De modo que “Je vais m’ennuyer de María” significa: “Voy a extrañar a María”, pero “María va m’ennuyer” quiere decir: “María me va a aburrir”.

Este verbo, “ennuyer”, al igual que nuestro “añorar” tiene origen en el latín.  Pero su raíz no es “ignorare”, sino “inodiare”, de la locución latina “In odio esse”, que significa “ser objeto de odio”, de la cual descienden también, entre otros, el verbo italiano “annoiare” (aburrir o fastidiar), el inglés “to annoy” (molestar) y el español “enojar”.

***

- Punto aparte: La semana pasada, en entrevista con La W, acerca de la columna del doctor José Obdulio Gaviria sobre las falacias y la mala fe de quienes denunciaron la supuesta “gran fosa común de La Macarena”, uno de los promotores de esos infundios, el representante a la Cámara Iván Cepeda, se refirió a “ciento sesenta y un personas".    Valdría la pena que, si el polémico congresista Cepeda quiere ser tenido en cuenta en la comunidad como persona ilustrada y culta, se interesara un poco por corregir las dificultades que se le notan para hablar correctamente.  En este caso, habría debido hablar de “ciento sesenta y una personas”, pues persona es un nombre femenino y, por tanto, debe respetarse la concordancia.

Digamos, pues, “las veintiuna candidatas” y “los veintiún edecanes”, “Las mil y una noches” y “los treinta y un días”.

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