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Presentación

  • : El blog de Sergio Esteban Vélez
  • : En este sitio, la cultura es protagonista. Se puede apreciar lo mejor del arte y de la literatura colombiana, a través de entrevistas a sus mayores representantes y de más de un centenar de artículos sobre el trabajo de los mismos. También hay un espacio para la Historia, la Política y la Lingüística, además de una compilación de la obra poética que el autor ha desarrollado desde su niñez, cuando ya publicaba libros y era admirado en su país como "el Niño Poeta".
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El color según los maestros

Guerra, Padura y Manet

29 octubre 2011 6 29 /10 /octubre /2011 04:02

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 14 de septiembre de 2011

 

Con motivo del décimo aniversario de la tragedia del 11 de Septiembre, la semana pasada, se celebró en Montreal la II Conferencia Mundial sobre las Religiones del Mundo. En dicho evento, algunos de los más prestigiosos estudiosos del tema de las religiones dialogaron acerca del panorama actual de las confesiones en el mundo y de cómo la dinámica y la tensión de las mismas cambiaron tras los atentados del 11 de Septiembre.

Sin duda, el invitado estrella fue el Dalai Lama.  Desde un lugar privilegiado, a menos de cuatro metros de distancia de su santa presencia, lo escuché hablar sobre la compasión, la tolerancia y el perdón, los valores de los que ha sido abanderado desde hace más de medio siglo.

Con un fortísimo acento oriental, que hacía poco comprensible su inglés, Su Santidad (como lo llaman los millones de devotos del budismo tibetano) habló sobre la ética, la disciplina y sobre la corrupción.  “En el mundo actual, usted no sobrevive, si no sigue la corrupción. Ese es el problema”, enfatizó.  Procedió, entonces, a encomendarles a los jóvenes la tarea “salvadora” de limpiar la corrupción y de sacar adelante una política honesta, pues este antiguo Nobel de Paz reconoce que “a pesar de todo, la política es necesaria”. 

Abordó también temáticas de actualidad, como el calentamiento global, las sequías y hambrunas en el África.  Acerca de su pequeña contribución personal diaria a la conservación del medio ambiente, comentó que no se baña en bañera, sino que, generalmente, toma dos duchas diarias, para no despilfarrar agua, y que se pasa la vida apagando luces, para ahorrar energía.

Reiteró su convicción de que la política y la religión deben estar separadas y que, por eso, él, voluntariamente, cedió el poder político como líder temporal del Tíbet, aunque conservó el liderazgo espiritual.  

Acerca de la materia central de la conferencia, aseguró no comprender la violencia y la actitud negativa que enfrenta y divide tanto a los cristianos, entre católicos y protestantes; como a los musulmanes, sunitas y chiitas.  Recordó las matanzas en nombre de la religión que el mundo ha padecido. Contrastó todo esto con  la armonía con la cual se han desarrollado y han convivido durante siglos las grandes religiones en la India. 

Para llegar a esta fraternidad, se haría preciso que cada creyente supiera evaluar los valores de las demás religiones. 

Manifestó que, contrario a lo que dicen los fundamentalistas, el secularismo no quiere decir falta de respeto por la religión, sino, por el contrario, respeto por todas las religiones.

Dijo, además, que no se puede ser corrupto y creer en Dios al mismo tiempo. “Si usted tiene fe, tiene que tomarlo de manera seria”, sentenció.  Sin embargo, exaltó que sí se puede ser correcto y honesto, cuando no se cree en Dios. 

Habló de la importancia de una “espiritualidad humanista” y enseñó que “No hay nada de malo en las religiones, sino en los individuos que las conduzcan y que puedan desorientarlas”.

Sus risas permanentes contrastaron con el fuego y la indignación que irradió su rostro cuando le preguntaron acerca de la China comunista.  No vaciló un instante en pedir democracia inmediata para el país más poblado del orbe.

El espacio no me alcanza para referirme a las interesantes intervenciones de los demás expositores, que cubrieron los aspectos más relevantes de la problemática religiosa actual.  Algunos de ellos fueron Prof. Robert Thurman (de Columbia University y padre de Uma Thurman), Prof. Tariq Ramadan (de Oxford University y nieto del fundador del movimiento, tan en boga, de los “Hermanos Musulmanes”), Prof. Gregory Baum (de McGill University y teólogo del Concilio Vaticano II), Prof. Steven T Katz (de Boston University y uno de los más eminentes estudiosos del judaísmo en el mundo) y el celebérrimo “gurú” Deepak Chopra.  A pesar de que más de una vez he ridiculizado a los fieles seguidores de este último, no pude resistir la tentación de pedirle un autógrafo para mi colección.  ¡Los que son coleccionistas sabrán comprenderme!

La conclusión general del evento puede resumirse en una frase, con la cual estuvieron de acuerdo los representantes de todas las grandes religiones presentes en el certamen: “No puede haber paz en el mundo, si no hay paz entre las religiones”.  ¿Algún día podremos ver la materialización de este ideal?

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29 octubre 2011 6 29 /10 /octubre /2011 03:59

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 7 de septiembre de 2011

 

 

El chileno Jorge Edwards, ese representante cimero del “Boom Latinoamericano” y ganador del Premio Cervantes (1999), acaba de cumplir ochenta años de edad. 

Y los cumple en París, a donde el presidente Piñera lo ha enviado como embajador.  Edwards ya había sido diplomático en esa ciudad. Durante los gobiernos de Alessandri, el primer Frei y Allende, fue secretario de la embajada, donde le tocó ser la mano derecha del embajador Pablo Neruda (de quien Edwards escribiera una biografía), y, años más tarde, bajo el mandato del segundo Frei, regresaría a la Ciudad Luz, como embajador ante la UNESCO. 

También fue embajador en La Habana, pero sólo duró 3 meses en el cargo, ya que, debido a sus críticas contra el régimen de Castro, fue forzado a abandonar la isla.  De ahí nació el más famoso y controversial de sus trabajos narrativos, “Persona non grata”, cuya distribución y lectura fueron, paradójicamente, prohibidas tanto por Castro, en Cuba, como por Allende, en Chile.  Esta obra le valió la enemistad de gran parte de los intelectuales latinoamericanos del momento que eran fieles a las dictaduras comunistas.

Tuve el inmenso honor de conocerlo y de conversar largamente con él, en Santiago de Chile, a finales del 2005.  Con sus características exquisitez y hospitalidad, me recibió un par de veces en su apartamento en el emblemático edificio en forma de buque, del barrio Santa Lucía.  

Allí, en una noche cargada de magníficos vinos, de agudas críticas sobre la actualidad literaria chilena y  de evocaciones a algunos amigos suyos de renombre mundial (como José Donoso, de quien lamentó que, tras su muerte, cayó en el olvido), la conversación fue a dar a Colombia.  Me contó que, no hacía mucho, había estado en Cartagena, en una de esas misteriosas reuniones de grandes intelectuales de derecha que financia y dirige Mario Vargas Llosa, y que dos semanas más tarde, se presentaría en Bogotá, con su nuevo libro, “El inútil de la familia”, sobre su tío abuelo Joaquín Edwards Bello, una de las máximas glorias de las letras chilenas, quien, en su tiempo, fue incomprendido por su familia, una de las más poderosas y ricas de Chile.

Pues bien, el maestro Edwards me pidió que le diera los nombres de algunos contactos en Colombia que pudieran asistir a su conferencia.  Por casualidad, en mi maletín, yo traía mi libreta de teléfonos.  Luego de que le suministrara los datos de varios humanistas de valía que, sin duda, estarían prestos a acompañarlo, don Jorge me preguntó: “¿Y no tendrá por ahí el teléfono de Fernando Vallejo?”.  Me confesó que, a pesar de la irreparable irreverencia de Vallejo, su obra le parecía fascinante.  Aunque soy lector fiel de Vallejo y he gozado de su amistad, me asombró enterarme de esta admiración de un intelectual ultraconservador, como Edwards, hacia el más heterodoxo representante de las letras colombianas.

Más tarde, don Jorge me habló del abuelo paterno de su esposa, doña Pilar (quien todavía estaba viva y se hallaba enferma, en cama, en la habitación de al lado).  Y resultó que ese abuelo, don Diego Fernández de Castro y Díaz-Granados, rico banquero y minero colombiano radicado en París, ¡resultó primo de mi tatarabuela, doña Josefa María Díaz-Granados!

Tiempo después, supe que este don Diego era nieto de Concepción Loperena, la célebre heroína de la Independencia, tan venerada en el departamento del Cesar.  Además, su padre era primo hermano del prócer de la Independencia y presidente de la Nueva Granada José Fernández Madrid.

Y mi sorpresa creció cuando supe que la notabilidad de la familia de don Diego había continuado luego de establecerse en Chile: uno de sus hijos fue don Osvaldo F. De Castro, distinguido empresario salitrero y suegro de Jorge Edwards, y el otro, Carlos de Castro Ortúzar, sería uno de los principales empresarios mineros de Chile y un destacado parlamentario y dirigente conservador.  Tuve, entonces, el placer de descubrir a aquel francés de nacimiento, pero colombiano de origen, que es recordado en Chile como uno de los promotores de la actividad minera que sacaría a ese país del atraso económico.

El espacio de hoy no nos alcanzó para referirnos al trabajo literario del maestro Jorge Edwards, pero estoy seguro de que a él le complacerá saber que sacamos a relucir esa relación familiar suya con Colombia, la cual ha sido siempre tan soslayada.

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29 octubre 2011 6 29 /10 /octubre /2011 03:53

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 31 de agosto de 2011

 

 

Personas como Héctor Gómez Gallego se encuentran pocas a través de la vida. Y cuando uno, después de algún tiempo de gozar de su amistad, se va dando cuenta de que ese amigo tiene valores poco comunes, no sólo por su índole humana, sino también por sus méritos intelectuales, sociales y culturales, entonces uno comprende lo especial que es haberlo conocido operando en las mismas áreas humanísticas en las que uno prefiere moverse.

Durante muchísimos años, Héctor Gómez se ha dedicado a incrementar las actividades educativas, cívicas y culturales de la ciudad de Envigado, donde reside, y a producir un periodismo que incentive a la gente a formarse un pensamiento crítico propio que se haga tangible ante las circunstancias álgidas de una sociedad como esta en la que vivimos.  

Héctor Gómez Gallego es el ejemplo vivo de la persona altruista siempre al servicio de la comunidad; del periodista honorable, siempre en defensa de la veracidad y del sagrado derecho a la información, que sabe ganarse la credibilidad y el respeto de quienes lo conocen.

Este acendrado hombre de letras ha sabido  aprovechar la influencia de los medios de comunicación para divulgar valores éticos y democráticos que contribuyan al desarrollo cívico de la sociedad y ha sido un líder que ha impulsado en sus medios de acción próximos el interés por la cultura y las humanidades, verdadera herramienta para la paz.

Desde mi infancia, cuando me lo presentó el inolvidable doctor Julio César Arroyave de la Calle, he sido testigo de cómo Héctor Gómez Gallego ha promovido, a través de su periódico, La Piedra, y de las entidades que ha fundado y dirigido, el trabajo de aquellas personas meritorias de talento excepcional que rara vez serían conocidas por el público masivo.

Por sus iniciativas y esfuerzos por implantar operaciones participativas, han progresado en su persona y en su visión los lectores de los cuatro periódicos que él ha fundado, los alumnos del instituto de bachillerato que él dirigiera, los usuarios de la Biblioteca de Envigado “José Félix de Restrepo” (de la que él fuera el primer director) y de la Biblioteca de Bello “Marco Fidel Suárez” (de la cual es cofundador), y los demás asociados que han colaborado con él y han seguido sus pasos. 

Del liderazgo y el entusiasmo de este periodista, escritor, historiador y educador se han beneficiado el honorable Concejo Municipal de Envigado, que él presidiera en los años setenta, y las instituciones que han tenido la suerte de contarlo entre sus miembros más activos. Valga la pena mencionar a la Academia Antioqueña de Historia, la Sociedad Bolivariana de Antioquia, la Academia Antioqueña de Letras, el Club Rotario de Envigado, la Sociedad de Mejoras Públicas de esa misma ciudad, y el Centro de Historia de Maceo, municipio que ha decidido exaltarlo al bautizar su biblioteca municipal con el nombre de Héctor Gómez Gallego.

El próximo 26 de septiembre, nuestro amigo estará llegando a la cumbre de los ochenta años de edad.  En casos como el de Héctor Gómez Gallego, cumplir ochenta años no significa solamente un hito cronológico humano meramente personal y familiar memorable: significa el acopio de una cifra mucho mayor a la suma de sus años, porque recoge el producto de las numerosas obras sociales y culturales en pro de la comunidad, para la comunidad y por la comunidad que él ha desarrollado promoviendo y moviendo a sus conciudadanos con ideas, proyectos, programas y logros.

Por este motivo, desde esta columna, invitamos a las autoridades del Departamento de Antioquia y del  Municipio de Envigado a que propongan y realicen algún evento congregatorio que reúna en estos días a los coterráneos y amigos de Héctor Gómez Gallego, en torno a él, para rendirle el homenaje que merece.

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29 octubre 2011 6 29 /10 /octubre /2011 03:50

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 24 de agosto de 2011

 

Desde ya, en el mundo francófono (donde resido), los intelectuales están celebrando los ochenta años que dentro de poco cumplirá Paul Virilio, el mundialmente connotado filósofo, escritor, urbanista y teórico cultural y de las nuevas tecnologías.

Movido por lo mucho que se está hablando sobre Virilio con motivo de este aniversario, he aprovechado esta semana de descanso estival para leer una obra clave a la hora de abordar su pensamiento: “Cibermundo ¿Una política suicida?”. Este rico texto, que bien puede resumir el complejo conceptual de Virilio, es un trabajo a través del cual este célebre pensador se atreve a denunciar los peligros de la revolución cibernética y hace un llamado al ahondamiento en un tema de tan singular importancia en nuestros días.

 En la obra, que es guiada por las preguntas del entrevistador Philippe Petit, Virilio nos da a conocer sus impresiones y temores acerca de la era de la informática, la revolución de los transportes, la ciudad, el mundo, los avances tecnológicos, la guerra, el progreso...

Virilio aborda temas como la velocidad como fenómeno físico y social, la velocidad y el poder, la era industrial y la era electrónica, los procesos de la tecnología y los vislumbres próximos de la misma, el arte y su hermenéutica, la publicidad, el avance de los medios, la democratización de la virtualidad, la guerra como campo de percepción, los inventos y los accidentes que, a la vez, estos traen (no hay adquisición sin pérdida).  Habla de la tiranía de la tecnociencia y de sus peligros.  De que estamos ante algo mayor a la bomba atómica: la bomba informática, la bomba de la información totalitaria, surgida de un complejo militar-industrial.  Habla de la falacia que sería la democratización del conocimiento y la tecnología, que seguirían siendo elitistas. Más allá de esto, teme que la cibernética se convierta en una amenaza para la democracia.  

Hace énfasis (lo ha hecho a lo largo de su carrera) en el tema de la velocidad.  La aborda desde distintos ángulos; desde el de los transportes, el de las transmisiones, en los cuales ella es decisiva para los procesos de comunicación y de desarrollo.  La velocidad y sus consecuencias sociopolíticas.    La velocidad que va hacia la omnisciencia, la ubicuidad, la instantaneidad.  La velocidad y la riqueza. Velocidad y clases sociales.  La velocidad y la guerra.  La velocidad y el poder, el control “La velocidad es el poder mismo”.  Todo esto, en un recorrido bastante aislado y somero, a través de acontecimientos importantes en la historia.  Para él, la velocidad cambia la visión del mundo.

Su discurso está sumamente influenciado por los principios de la estética y no puede evitar referirse a los grandes cambios artísticos, en parangón con los tecnológicos.  Habla de la pintura y la fotografía, del cine y su exégesis; de los puntillistas, impresionistas, cubistas...  Se pregunta por el futuro que tendrán las artes y cuestiona si están próximas a su fin, lo mismo que el libro impreso.

Cuando habla de que cada invención trae al mundo su correlativo accidente, indaga acerca de cuál será el accidente que nos traerá el dominio universal de la Internet, y presume que llegue hasta el punto de un accidente integral, total, que afecte a todo el mundo al mismo tiempo, algo sin precedentes en la historia.  Ahora, gracias a estos avances, estamos ya no en un tiempo local, sino muy próximos a un verdadero tiempo mundial, tiempo único, lo cual, aparte de traer consecuencias positivas, también trae algunas negativas:

la tecnología está reduciendo a la humanidad a la uniformidad. 

En fin, como Virilio ha sostenido, “una idea se combate sólo con otra idea”. Sólo la crítica puede hacer progresar la cultura técnica.  “Sin libertad de criticar, no hay elogio halagador” (Beaumarchais).  Son algunas frases que sintetizarían el afán de oposición constructiva de este pensador, en pos de que las cosas salgan mejor para el ser humano y no para un accidente general para la totalidad del mundo.  Y por esta concepción de protesta, su obra ha sido altamente cuestionada y debatida.  Ojalá ahora, en la celebración de sus ochenta años, el mundo hispano comience a aprovechar mejor la obra de este creador mayor.

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29 octubre 2011 6 29 /10 /octubre /2011 03:44

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 18 de agosto de 2011

 

La semana pasada, felicitábamos al doctor Otto Morales Benítez por su cumpleaños número 91.  Me parece, pues, propicia esta ocasión para recordar una conversación que sostuve con él hace unos meses, en la cual el ilustre ex ministro e ideólogo del Liberalismo recordaba los tiempos de su activa juventud en la capital paisa.

A pesar de ser caldense, don Otto ha tenido siempre una estrechísima relación con Antioquia y muy especialmente con Medellín.  De esta ciudad era oriunda su madre y fue donde él desarrolló sus estudios de Derecho, en la Universidad Pontificia Bolivariana, en los albores del decenio de 1940. 

En la recién fundada UPB, el joven Otto alternó su ocupación como estudiante con la de profesor de Literatura. 

En la facultad de Derecho, tuvo la suerte de encontrarse con Fernando Gómez Martínez. El influyente doctor Gómez se dio cuenta del brillo intelectual y de la “madera” de Otto y le encargó dirigir el suplemento literario de su periódico, El Colombiano.

En ese suplemento, don Otto hubo de trabajar con escritores de las distintas generaciones de creadores antioqueños y logró sacar adelante una verdadera “revolución”, al lanzar y proyectar un número significativo de autores que se convertirían en personajes de la vida nacional.

En Antioquia había una corriente intelectual sumamente importante que no se veía con mucha claridad en el panorama nacional, porque en Bogotá había (como sigue habiendo) un poco de “indiferencia” a la hora de publicar a los autores de provincia.  El doctor Otto, desde el suplemento literario, se tomó la tarea de “rescatar” esos perfiles y ponerlos a figurar.

Don Otto trabajó junto a periodistas innovadores, como José Mejía Mejía, Juan Roca Lemus (Rubayata, padre de Juan Manuel Roca), Alfonso Londoño Martínez y Jaime Sanín Echeverri.

Además de El Colombiano, de rancia estirpe conservadora, fungían como “centros de pensamiento” periódicos como “La Defensa” (ultraconservador) y los liberales “El Heraldo de Antioquia” (del cual don Otto fue editorialista) y “El Diario”, dirigido por don Emilio Jaramillo (tío político de Gaitán).

En ese momento de cambios sociales de la llamada “República Liberal”, la industria antioqueña era la más destacada del país.  Nuestra región era el motor de la patria.  De esa potencia empresarial de la Antioquia de entonces, don Otto resalta un signo que no se ha destacado suficientemente: la industria democratizó las acciones.  Personas de todas las clases sociales tuvieron la oportunidad de comprar acciones de las grandes compañías antioqueñas. 

Pero, por encima de la reputación industrial de Medellín, don Otto recuerda que también sobresalía el ángulo intelectual de la urbe: además de que había colegios y universidades de excelencia y de que la gente podía fácilmente suscribirse a las mejores revistas culturales del continente,  uno podía encontrarse con novelistas de la talla de Tomás Carrasquilla o el entonces joven Manuel Mejía Vallejo; con poetas de la categoría de León de Greiff o de Abel Farina, o de los entonces promisorios Édgar Poe Restrepo, Hernando Rivera Jaramillo, Jorge Montoya Toro  y Carlos Castro Saavedra.  Si uno preguntaba por grandes músicos, allí estaban Carlos Vieco y Tartarín Moreira.  Y si de artistas hablamos, sobresalían el gran muralista Pedro Nel Gómez y Rodrigo Arenas Betancur (quien realizara un busto de su amigo Otto).

Había también filósofos, como Cayetano Betancur y Abel Naranjo Villegas, y promotores de la divulgación de las nuevas tendencias intelectuales, como Gabriel Fernández Jaramillo y Alfonso Mora Naranjo.

Lástima que el espacio de hoy se nos esté acabando y que no nos alcance para referirnos a las delicias de eso que don Otto llama “el verbo ‘juniniar’”, ni a sus historias de retroalimentación intelectual con sus dos mayores “compinches” de esos tiempos en Medellín: Rodrigo Arenas Betancur y Belisario Betancur. Con ellos, conformó un trío formidable, sobre cuyas anécdotas y trascendencia bien valdría la pena escribir un libro. Hoy, 70 años más tarde, don Otto mantiene su exquisita amistad de diálogo y raciocinio con el expresidente-poeta. 

Gracias a su profunda compenetración con el pueblo antioqueño, don Otto ha escrito una docena de libros sobre nuestros autores. “Yo me he preocupado por devolverle a Antioquia lo que me entregó en sabiduría”, dice don Otto, el más prolífico ensayista colombiano.

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27 agosto 2011 6 27 /08 /agosto /2011 13:21

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 10 de agosto de 2011

 

Hoy, domingo siete de agosto, cuando estoy escribiendo esta columna, que saldrá en Medellín el próximo miércoles, se transmitió en Colombia un programa de History Channel sobre El Bogotazo, el dramático 9 de abril de 1948.

Entre varios políticos, historiadores y analistas de primera categoría, apareció nadie menos que nuestro amigo, el amigo de todos, el gran escritor e ideólogo liberal Otto Morales Benítez. 

Da placer escucharlo y mirar las expresiones de su rostro, lleno de vida y energía. Y sus opiniones contundentes y autorizadas.  Y, si uno recuerda el hecho de que, justamente hoy domingo, está cumpliendo 91 años de edad, hay que quedarse sorprendido. 

Qué conveniente para Colombia, en esta época de confusión, graves discusiones políticas y jurídicas, trastornos y peligros económicos, poder seguir contando con la visión, la orientación y la voluntad de influir y de hacer de este astuto y sabio observador, que es un conveniente polo a tierra para el país.

***

Otro aniversario que celebramos los amantes de la cultura y el arte colombianos son los 85 años de edad que está cumpliendo el consagrado pintor y escultor colombo-peruano Armando Villegas. 

Villegas, el artista más plagiado de Colombia, nació en Pomabamba, Ancash (Perú), en 1926.  Realizó estudios de Bellas Artes en la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú y en la Universidad Nacional de Colombia, donde hace un postgrado en Pintura Mural.  
Ha sido director de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Colombia y profesor de Artes en las universidades Pontificia Javeriana, de los Andes y Nacional de Colombia, en Bogotá.   Fundador del Museo de Arte Contemporáneo Bolivariano, de Santa Marta, Colombia.  Ministro Consejero Cultural Ad. Hoc. de la Embajada del Perú en Colombia.
Ganó, en 1958, premio en el XI Salón Nacional Colombiano, y, en 1957, en el Concurso Mural Coltejer, en Medellín. 

En ese entonces, ya figuraba, junto a Botero, Obregón, Manzur, Grau y Wiedemann, en la nómina de los nombres mayores de nuestra Pintura.

Ha recibido, entre otras distinciones, la Orden de San Carlos, concedida por el presidente Misael Pastrana Borrero;  la Medalla de Honor del Congreso de la República del Perú, la del Congreso de Colombia, la Orden de la Democracia de Colombia y la Gran Cruz de la Orden al Mérito, del Perú.
Su obra se ha mostrado en 45 exposiciones individuales, en París, Nueva York, Madrid, Tokio, Seúl, Ginebra y Basilea (Suiza), Miami, Lima, Caracas, Quito, Ciudad de Panamá, Santo Domingo, San Juan de Puerto Rico, Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Manizales, y en ferias y bienales internacionales de Nueva York, Madrid, Osaka, Sao Paulo, México, Miami y Bogotá.
Se han publicado varios libros dedicados a su obra, entre los que resalta el maravilloso que editó hace un par de años Villegas Editores. 

Al considerar que, desde los años cincuenta, el maestro Villegas ha enriquecido y llenado de orgullo al arte colombiano, el presidente César Gaviria Trujillo, le otorgó, en 1994, la nacionalidad colombiana. 

En una de las entrevistas que el maestro Villegas generosamente me ha concedido, manifestó su preocupación sobre el rumbo que están tomando las nuevas generaciones de artistas:  “Ahora se habla mucho de la importancia de la obra conceptual, a partir de los conceptos que, en 1917, emitió Duchamp.  Pero hay mucha improvisación en los jóvenes artistas que no hay profundizado en el campo del conocimiento de las Artes y sus técnicas.  Los centros de formación de artistas en Colombia parece que se han acabado.   En otros tiempos, por ejemplo, las escuelas de Bellas Artes de la Universidad Nacional, de los Andes y algunas otras tenían un valor extraordinario en cuanto a la parte formativa, porque había profesores de alto nivel: una serie de artistas profesionales que éramos activos, estábamos trabajando y experimentando y servíamos como ejemplo de lo que sustentábamos en las clases.  Eso se ha acabado. 

Ahora, las escuelas de Bellas Artes están enseñando es teoría, lo netamente conceptual, pero no el oficio de construir, crear, manejar texturas, justamente para exaltar el lenguaje que puede tener el artista.  Además, hay mucha gente que no tiene sensibilidad ni talento y cree que, con decir que es artista, puede crear cualquier cosa y confundir a los espectadores”. 

Todas las congratulaciones al maestro Villegas en este significativo aniversario.

 

 

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27 agosto 2011 6 27 /08 /agosto /2011 13:16

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 3 de agosto de 2011

 

En estos días, cuando ya avanza la dinámica de las campañas a alcaldías, gobernaciones y entes colegiados departamentales y municipales, he estado conversando con numerosos amigos escritores, artistas y trabajadores de la cultura. Y me ha sorprendido negativamente darme cuenta de que muchos de ellos no muestran interés alguno hacia la contienda electoral que se avecina y son tibios e indiferentes a la hora de evaluar los perfiles y realizaciones de los candidatos. Ni siquiera parece que les importara quién será el líder escogido para comandar los destinos de Medellín, especialmente los de los asuntos culturales y educativos, que son aquellos por los cuales debemos velar los defensores de la cultura como herramienta para la paz. 

La cultura no puede ser indiferente ni ignorante ante la problemática de la ciudad; los gestores culturales debemos sensibilizarnos con nuestra realidad y ser activos participantes en la búsqueda de soluciones para una mejor situación de los habitantes de una urbe tan importante como la nuestra. Es necesario que nos comprometamos con la construcción de la Medellín megalópolis cívica, culta y líder por la que tanto trabajaron nuestros emprendedores ancestros. ¡No seamos reacios a asumir posiciones en cuanto a lo público! ¡Hay que tomar partido!  Y la mejor opción que hoy encontramos es la que nos ofrece Aníbal Gaviria Correa.  

Los intelectuales y artistas estamos hastiados de politiqueros y corruptos promeseros.  Por eso, nos esperanzamos y vislumbramos una luz en la figura de Gaviria Correa.  Porque Aníbal no es promesas: es obras, y de su gestión incansable todos somos testigos.  Su labor social, cultural y de defensa de la vida y de los derechos humanos ha sido exaltada y reconocida a nivel nacional e internacional y no es gratuito que haya sido elegido como el mejor gobernador de Colombia.  Vivimos entonces un período admirable que nos llevaba a sentirnos orgullosos de nuestra administración.  

La brillante trayectoria y las ejecutorias de este administrador de empresas especializado en Harvard son prenda de que, bajo su orientación, Medellín volverá a ser el motor de Colombia y recobrará el liderazgo que durante tantos años nos llenó el alma de entusiasmo.  

La gente no olvida que durante la gobernación de nuestro personaje se realizaron innumerables obras públicas extraordinarias, se dio vivienda digna a más de 100.000 familias paisas (gracias al programa VIVA)  y se gestaron procesos educativos y culturales de altísima importancia, que no mencionamos hoy, por falta de espacio, pero a los cuales nos referiremos con detalle en columnas posteriores.  Me permito, sin embargo, recordar rápidamente que, gracias a la visión de Aníbal, no solo se ampliaron muy notoriamente los cupos educativos en todo el Departamento, sino que, para que los niños más pobres de nuestras comunidades tuvieran mejor disposición para el aprendizaje, se estableció la provisión cotidiana de alimentos a más de 250.000 niños antioqueños beneficiarios del Programa de Mejoramiento Alimentario y Nutricional de Antioquia,  MANÁ, creado por ese mártir de la paz que fue Guillermo Gaviria Correa y consolidado por su hermano Aníbal, en su sobresaliente período de gobierno. Valga la pena recordar que este programa de las administraciones de “Una Antioquia Nueva” acaba de ser exaltado con uno de los más honrosos premios de la ONU.

Paradójicamente, en nuestro país, en los procesos de  desarrollo intervienen muchísimas personas de distintos estamentos y entidades y cuando las obras alcanzan su culminación ya los gestores han cedido su lugar de gobernantes y han pasado a impulsar otras realizaciones, por lo que muchas veces los reconocimientos recaen sobre sus sucesores y se ignora quién fue el verdadero artífice de estas obras y programas. 

Es preocupante que a las más altas posiciones del Gobierno Municipal accedan personajes que no conozcan verdaderamente las circunstancias de Medellín y no tengan experiencia en gestión pública.  Aníbal Gaviria ha estudiado mejor que nadie las condiciones de nuestro entorno, y su experiencia y la alta categoría de su inclusivo equipo de trabajo nos llevan a estar seguros de que, bajo su guía, Medellín ascenderá hasta la posición internacional a que tiene derecho y que, con su acendrado plan de gobierno, podremos dar debidas soluciones a los problemas sociales que hoy tanto nos angustian.

 

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29 julio 2011 5 29 /07 /julio /2011 16:44

  

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 27 de julio de 2011

 

El pasado cinco de julio, en su columna “Pseudología fantástica”, el doctor José Obdulio Gaviria revela una serie de supuestas inconsistencias que el periodista Daniel Coronell habría venido divulgando acerca de sus orígenes personales y familiares.  Luego de poner en evidencia que el padre del periodista es un honorable educador de Arauca, y no un poderoso judío, Gaviria comenta: “Daniel, quien llegó a ser presidente de la comunidad judía de Colombia, informaba que su judaísmo era raizal; que su padre y su tío llegaron de Yugoslavia en brazos de los abuelos, perseguidos por la horda nazi; hacía pensar que su ADN no tenía espirales sino estrellas de David”.

Pocos días después, El Tiempo publicó la réplica de Coronell a la mencionada columna.  En ella, el columnista corrige a Gaviria, al decir que no fue presidente de la comunidad judía de Colombia, sino presidente de la oficina de relaciones humanas de la Comunidad Judía de Bogotá, y, en cuanto a su linaje, no cede. Asevera: “Sobre el origen judío de mi apellido hay abundantes pruebas”. 

Posteriormente, otros líderes de opinión, como el eminente historiador Jorge Orlando Melo, terciaron en la polémica. Pero lo que a nadie le quedó claro fue el punto sobre el origen judío-yugoslavo del apellido Coronell. 

Inquieto sobre este tema, lo consulté con mi amigo Luis Álvaro Gallo Martínez, presidente de la Academia Colombiana de Genealogía y autor del libro “Inmigrantes a Colombia”.  Resumo sus eruditas consideraciones al respecto:

“Aunque judíos siempre ha habido en Colombia, el gran paquete de ellos llega a nuestro país a finales del siglo XIX, con una serie de judíos sefarditas, muchos de ellos procedentes de islas del Caribe, que entran a nuestro país, principalmente por Barranquilla, y que son apellidos con grafía en español o de fácil pronunciación para nosotros los latinos, como, por ejemplo, Álvarez-Correa, o Peres (con ese), o Salzado, o Moreno, o (un poquito más distintos) Senior, o Cortissoz. Todos ellos radicados en la Costa Atlántica.

Ya en el siglo XX, y en especial después de la segunda década, comienzan a llegar judíos del rito asquenazi, que provienen de países como Polonia, Georgia y Rusia, con grafías un poco enredadas para nosotros. Muchos de los portadores de esos apellidos los castellanizaron para disimular un poco su origen extranjero o hacerlo más entendible.

A los judíos les llama la atención que muchas personas quieran tener apellido judío.  Si se refiere a apellidos llegados a finales del siglo XIX o del mismo siglo XX, las inmigraciones a Colombia han sido muy reducidas, relativamente,  y sí se puede demostrar su origen. Pero demostrar uno que su apellido es judío por el lado de España (donde los judíos estuvieron durante muchos más años que el pueblo árabe), sería una investigación de más de 15 generaciones, cosa bastante difícil, por la pérdida o falta de documentos que permitan esa continuidad.

En cuanto a la “ll” final en apellidos es relativamente escasa. Es más común en apellidos extranjeros la doble “n” final, como, por ejemplo, Hollmann, pero, según la versión popular, esa doble nn final es precisamente para demostrar que no eran judíos.

En mi base de datos sobre inmigrantes a Colombia, solamente figuran 11 personajes con apellidos que tengan esa terminación, y, curiosamente, a ninguno lo tengo registrado como judío. Los apellidos son estos: Bassill, (libanés) Borell (catalán), Boschell (irlandés), Cantrell, socio de la primera cervecería en Bogotá, Curbill (inglés), Gill (de Jamaica), Gledhill (inglés) y Thelwell (establecido en Lorica por 1928). Debemos anotar adicionalmente que llegaron muchos extranjeros que se radicaron en poblaciones apartadas y de ellos no quedó ningún registro.

Como comentábamos atrás, los judíos asquenazis llegados a Colombia casi todos ellos procedían de Rusia, Polonia o de países que conformaron la Cortina de Hierro. De Yugoslavia, prácticamente no vinieron judíos.

Y por los Llanos Orientales (tierra de la familia de Daniel Coronell) llegaron generalmente italianos (y no judíos)”.

Ahora, lo que a los aficionados a las curiosidades históricas nos gustaría conocer son las pruebas que Daniel Coronell dice tener acerca de sus ancestros judíos y que contradirían al presidente de la Academia Colombiana de Genealogía.

 

 

 

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29 julio 2011 5 29 /07 /julio /2011 16:42

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 20 de julio de 2011

 

En este 2011, ese gran pintor y muralista antioqueño que es Jorge Cárdenas llega al pináculo de los ochenta años de edad.

El maestro Cárdenas Hernández, nacido en Santa Rosa de Osos, en 1931, es uno de los máximos exponentes de las artes plásticas de nuestro departamento.  Discípulo de ese pilar de nuestras bellas artes que fue el maestro Eladio Vélez (sobre quien, posteriormente, el maestro Cárdenas escribiera un magnífico ensayo),  tiene lugar de honor en una generación trascendental de artistas antioqueños, al lado de Fernando Botero, Aníbal Gil, Camilo Isaza Torres, Ramón Vásquez, León Posada, Francisco Madrid y Dora Ramírez.

Además del ejercicio de la pintura durante siete decenios, el maestro Cárdenas ha descollado en el campo de la docencia universitaria.  Es profesor emérito de la Universidad de Antioquia.  Se ha adentrado también en la escritura, al redactar un completo volumen acerca de la evolución de la pintura y la escultura en Antioquia y otro sobre su paisano santarrosano el inmortal escultor Marco Tobón Mejía. Otro de los paisanos a quienes ha rendido homenaje es el inmenso poeta Porfirio Barba Jacob.

Su obra que, paradójicamente, es muy clásica pero muy innovadora, se ha presentado, desde 1956, en decenas de exposiciones individuales y colectivas y le ha merecido premios de alta categoría, como la Medalla de Oro de la Universidad de Antioquia y el Premio a las Artes y a las Letras, máximo galardón que concede la Gobernación de Antioquia a los creadores de nuestro departamento. La Alcaldía de Medellín lo condecoró con la Medalla “Porfirio Barba Jacob” y publicó un bello libro con lo mejor de su trabajo pictórico.

Nuestra más viva felicitación al maestro Cárdenas, con la esperanza de que nuestra comunidad pueda seguir contando durante muchos años más con su obra mágica inefable y con su invaluable guía en el campo de las artes.

 

***

Otra buena nueva es que el pasado sábado, la recientemente fundada Asociación de Artistas Típicos (ASOARTÍPICOS) rindió homenaje de admiración y gratitud a la meritoria activista de la cultura María Cecilia Estrada.  El acto de reconocimiento contó con la actuación especial de varios grupos musicales que se unieron para exaltar la labor que María Cecilia ha venido desarrollando desde hace muchos años, no solo como gestora y directora de entidades culturales e impulsadora de artistas, músicos y poetas, sino también como autora de una original obra poética y como declamadora, campo en el cual es una de las mejores de nuestro departamento.  Nos unimos a tan merecido tributo a una antioqueña de valía.

 

***

Y para mí es muy grato contarles que, esta semana, mi sitio web, www.sergioestebanvelez.com, alcanzó sus primeros 250.000 visitantes.   Cómo agradezco a todos aquellos que se han interesado por darle un vistazo.  En este sitio, que creé hace dos años, los visitantes pueden acceder a más de 300 de mis artículos periodísticos y a un muestrario antológico de poemas de mis diferentes libros.  También hay una selección de comentarios y de críticas de prensa acerca de mi obra poética y medio millar de fotografías que abarcan mis distintos períodos, desde que era “el Niño Poeta”. El sitio cuenta con traductor automático a siete lenguas y con un buscador que ayuda a agilizar las consultas, entre tan diverso material.

Me satisface mucho recibir mensajes de quienes se han acercado a esta página web, especialmente de aquellos que lo hacen en medio de búsquedas acerca de personajes distinguidos de la cultura antioqueña de quienes hay poca o ninguna información en la internet, sobre los cuales versan muchos de mis trabajos.

Espero seguir mejorando la página y optimizarla.  De nuevo, gracias a quienes la están siguiendo y mi invitación especial a todos mis lectores para que la visiten.

 

***

Apostilla:  No puede, de ningún modo, calificarse de buena nueva la tragedia del buque “El Bulgaria”, ocurrida en Rusia, hace pocos días.  Nos estremecimos leyendo las descripciones del siniestro, así como nos angustió ver cómo El Colombiano, el pasado 12 de julio, publicó un artículo informando que muchos de los náufragos “quedaron a merced del mar” y que “Su lecho de muerte fue el fondo del mar”, ¡cuando el hundimiento se produjo en el río Volga, muy, pero muy lejos del océano! ¡Hace falta prestar más atención!

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20 julio 2011 3 20 /07 /julio /2011 10:18

 

SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 13 de julio de 2011

 

Los periodistas colombianos estamos de fiesta con la noticia de que, hace pocos días, el señor presidente de la República ha exaltado a Yvonne Nicholls con la Cruz de Boyacá, máxima condecoración de nuestra patria, creada por el Libertador, en 1819. El año pasado, ya había sido distinguida, por el presidente Uribe, con la Orden al Mérito Cultural.

Como todos sabemos, la emprendedora Yvonne no sólo es un emblema del desarrollo de las relaciones públicas en Colombia, sino que es la fundadora y el alma del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, la quijote que, ostentando todo su “savoir faire”, logró convertirlo en el galardón periodístico más prestigioso del país y que sigue luchando cada año por que este se realice según lo deseado.

La intención de la ejecutiva y visionaria Yvonne, cuando tuvo la iniciativa de crear en Colombia un premio importante de Periodismo, fue no sólo la de incentivar la creación de trabajos periodísticos de excelencia y honrar a los más altos representantes de este noble oficio (tan malagradecido, por tradición), sino también formar un compendio de trabajos que pudieran marcar la pauta a la hora de hacer seguimiento a la historia del periodismo colombiano.

Sin duda alguna, el estímulo que significa el Premio Simón Bolívar ha contribuido notablemente a que nuestro periodismo haya subido de escalafón, a que haya crecido en análisis e independencia y a que cada día se posicione más en el ámbito de los países hispanohablantes.

Desde niño, cuando empecé a publicar mis primeros textos y a leer, a modo de aprendizaje, lo que escribían los periodistas consagrados, he admirado con fascinación a los ganadores de este premio. Como no me alcanza el espacio para referirme a cada uno de ellos, deberé limitarme a mencionar algunos nombres: Gabriel García Márquez, Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo, Alfonso López Michelsen, Álvaro Gómez Hurtado, Germán Arciniegas, Hernando Santos, Guillermo Cano, Otto de Greiff, Yamid Amat, Germán Castro Caycedo, Juan Gossaín, Fernando González Pacheco, Manuel Zapata Olivella, Bernardo Hoyos, María Isabel Rueda, Margarita Vidal, Gloria Valencia de Castaño, Bernardo Hoyos, Enrique Santos Calderón, Plinio Apuleyo Mendoza, Álvaro Castaño Castillo, Fernando Gómez Martínez, Enrique Peñaloza, Daniel Samper Pizano, Darío Arizmendi, Julio Sánchez Cristo, Felipe López Caballero, Alejandro Santos, Rodrigo Lloreda Caicedo, Rodrigo Pardo, Alberto Zalamea, Eduardo Posada Carbó, Juan Lozano, Héctor Abad Faciolince, Felipe Zuleta Lleras, Eduardo Escobar, Óscar Collazos, Claudia Gurisatti, Florence Thomas y Roberto Pombo.  Valga la pena recordar que nuestro periódico EL MUNDO, en calidad de empresa periodística, fue honrado con esta distinción en 1983.

Otra lista fulgurante de nombres es la de aquellos que, a lo largo de 36 años, Yvonne ha invitado para pronunciar el discurso central en la ceremonia de proclamación del premio y para entregar el mismo a los ganadores.  Entre ellos se encuentran no sólo varios expresidentes de la República, sino también escritores de la categoría del actual Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, de Arturo Uslar Pietri, Manuel Mejía Vallejo, Alvaro Mutis, Miguel Otero Silva, Juan Luis Cebrián, Jon Lee Anderson y Sergio Ramírez.

En un país tan lastimado como Colombia, cuya problemática política y social y cuya crisis de criminalidad azota a la ciudadanía y a los militantes mismos del mundo de los medios (hasta el punto de convertirlos en víctimas personales de dicha criminalidad), la existencia de un premio como este produce alivio, no sólo en el sector del periodismo que sigue las ideas y los eventos políticos, sino también en el de todas las otras áreas de este oficio, como la mía, la cultural. 

Por todo esto, no podemos menos que expresarle a Yvonne nuestra consciente gratitud por la institucionalidad de este galardón que apoya y premia a los que estamos dedicados a la profesión periodística, y felicitarla por la alta condecoración que ha recibido, que llena de orgullo y de satisfacción al periodismo colombiano.

 

 

 

 

 

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