SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
El Mundo, 6 de abril de 2011
Como ya lo he afirmado desde estas mismas páginas, Germán Suárez Escudero, el gran cartógrafo de nuestra tierra, es un “cerebro de exportación” que no deja nunca de sorprendernos con sus ideas y proyectos.
Nos hemos enterado, en exclusiva, de que el maestro Suárez Escudero está preparando la presentación pública de una nueva propuesta, talvez la más osada que haya formulado: que los científicos y la comunicad internacional dejen de considerar al meridiano de Greenwich como el Primer Meridiano y que en reemplazo de este sea designado el meridiano del Cabo de las Agujas, punto perfecto de equilibrio en la esfera terrestre.
A diferencia de los paralelos, que son definidos por el eje de rotación de la Tierra, la escogencia del Primer Meridiano, que divide el mundo en Oriente y Occidente y determina los husos horarios, ha sido arbitraria. Según nuestro cartógrafo, los motivos para la elección, en 1884, del meridiano de Greenwich como punto de partida de las longitudes del planeta fueron principalmente económicos y políticos, y no geográficos e históricos, como sería lo lógico en un caso como este.
En las últimas semanas, he sostenido una interesante y enriquecedora correspondencia virtual con el maestro Suárez Escudero, en la cual él me ha mostrado el panorama que lo ha llevado a la concepción de esta nueva revolucionaria tesis suya. Este es el resumen de tan interesantes consideraciones de
un antioqueño brillante:
De manera parecida a la línea ecuatorial, el primer meridiano ha de ser eminentemente natural: no puede establecerse caprichosamente, ni someterse a ningún poderío. Las coordenadas geográficas no son invento del hombre. Desde el momento mismo en que la Tierra comenzó a girar, aparecieron el eje y los polos, y el ecuador como consecuencia de éstos; la inclinación con relación al Sol, generó los trópicos y los círculos polares. El dios Júpiter puso en los confines del mundo antiguo (Persia y Lusitania) dos águilas que, volando enfrentadas, se encontraron en una plaza pública de Delfos, y desde entonces quedó señalada la mitad de la Tierra, como decir el primer meridiano, por una tira de mármol que los griegos mostraban con orgullo a sus visitantes. Mucho después, mientras el meridiano de Delfos sufría el olvido de la humanidad, también la deriva de los continentes lo sacaba de su lugar, hasta ponerlo en línea con el extremo sur del África, allí donde se apoya el meridiano del Cabo de las Agujas.
Prodigioso lazo de unión entre Europa y África y el más capaz de cubrir países en la redondez de la Tierra, este meridiano se puede mojonar en la línea ecuatorial, así como en los trópicos de Cáncer y Capricornio, y en el Círculo polar Ártico.
Además, el meridiano del Cabo de las Agujas sirve de límite entre los mares de Noruega y de Barents; entre Europa Occidental y Europa Oriental; entre Roma y Atenas, como decir entre las culturas latina y griega; entre el África Occidental y el África Oriental, y finalmente, entre los océanos Atlántico e Índico.
¿Podemos dudar de que son suficientes las razones que, luego del más impecable análisis de la Tierra, ha encontrado Suárez Escudero para presentar al mundo su propuesta de establecer un nuevo primer meridiano? Ni punto de comparación con la ausencia de motivos para la elección del meridiano de Greenwich. ¿Cómo es posible que los geógrafos de otros tiempos hayan señalado como Primer Meridiano al de París o al de Jerusalén (entre otros casi veinte que han sido propuestos), y ninguno haya pensado en el del Cabo de las Agujas, el que, por lógica, ha de ser el “ungido”?
Suárez Escudero, eminente miembro de la American Geographical Society, nos dijo, con entusiasmo: “Lo que quiero
hacer es crear un cisma que enfrente mi propuesta al meridiano de
Greenwich, tal como se enfrentan el sistema métrico decimal al sistema
métrico inglés y el termómetro centígrado al Fahrenheit. Mi propuesta tiene fuerza histórica, geográfica, cultural, social y turística, virtudes que, con el tiempo, la harían prevalecer. Entre tanto, el nombre de Colombia tomaría
lugar en la geografía universal”. ¡Así sea!