SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
El Festival du Nouveau Cinéma es uno de los eventos de cine independiente más prestigiosos del mundo y uno de los más queridos por los quebequenses. En su edición 2013, clausurada el pasado domingo, sólo fue proyectada una película colombiana: Mambo Cool, del antropólogo y director Chris Gude, de 28 años de edad.
Gude es un estadounidense que, tras haber pasado dos años en Colombia haciendo trabajo social, se decidió a realizar una película, impulsado por los indigentes que conoció en las calles de Medellín. Y el enfoque de la cinta no tendría relación alguna con los paisajes de esta ciudad, ni con sus avances arquitectónicos y cívicos, ni con la belleza de sus mujeres... ni siquiera con los contrastes de clases sociales. Sólo hubo espacio para la indigencia, la drogadicción, la prostitución y la criminalidad, en estancias cerradas que impiden contemplar el cielo y el paisaje medellinenses. De todo lo que Gude vio en Colombia, esto fue lo que más le llamó la atención y lo que consideró pertinente mostrar en el Exterior.
Desde el pasado mes de julio, la película de Gude ha sido presentada (o próximas proyecciones de la misma están confirmadas) en Francia, Canadá, Estados Unidos, Croacia y Perú. También fue seleccionada para representar a Colombia en la competición del prestigioso Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Argentina, que se llevará a cabo el próximo mes de noviembre. El director Luis Ospina invitó a Gude para presentar este trabajo en el pasado Festival de Cine de Cali, pero el estadounidense declinó la invitación.
Estuvimos conversando con Chris Gude, quien se expresa en un español impecable, y aquí tenemos su visión de la película y de la imagen de Colombia y de Medellín que en ella proyecta:
- ¿Si usted vive en Nueva York y su lengua materna es el inglés, y si en Nueva York se consume mucha más droga que en Medellín y es una megalópolis donde viven muchísimos indigentes, no habría sido más fácil y más económico para usted realizar una película en inglés, con los drogadictos y los indigentes de Nueva York?
- Yo nunca quise hacer una película con indigentes y drogadictos. Simplemente, en el 2006, me hice amigo de unas personas en Medellín, y con ellos surgió la idea de hacer una película, de mostrar un poco de poesía. En Nueva York, nunca me lo planteé. No es que yo me senté y decidí ir a Colombia y hacer una película. Simplemente, son cosas de la vida que van surgiendo.
- ¿El ritmo, lentísimo, de la película se parece al ritmo de la vida en Medellín?
- Se parece al ritmo de la vida de algunos personajes de la película, que están enfermos de VIH o de tuberculosis. Y se encuentra el ritmo de algunos lugares oscuros y escondidos. Pero yo no diría que se parezca al ritmo de la calle en Medellín. Sin embargo, nunca fue mi intención plasmar a Medellín. Por eso, tampoco hay tomas de la calle. La película está inspirada en lugares de Medellín y tiene referencias de la ciudad, pero la idea nunca fue la de representar a Medellín. La película está en otro mundo, en un paisaje entre el realismo y el simbolismo.
- ¿Qué imagen quiso dar de la mujer colombiana?
- No me interesó dar una imagen de la mujer colombiana. La mayoría de los protagonistas de la película son hombres. Eso puede ser una falla mía, talvez un sesgo machista. Algunos podrán ver eso como una falta de representación femenina en la película, pero la película salió así. Aunque no pensé en representar a la mujer colombiana ni a de la mujer en sí, hay una relación con la mujer que talvez muestre algunas facetas negativas, pero creo que fueron otras las temáticas de las que me ocupé más profundamente.
- ¿Cree que algún europeo o norteamericano, tras haber visto su película, se sentirá motivado a viajar de vacaciones a Medellín?
- No a ir de vacaciones. Pero, ¿qué son vacaciones? Esta película es lo opuesto a "Los viajes del viento", si hablamos de paisajes y de planos. Esto no es algo que el Ministerio de Turismo plasmaría para promover el turismo en Colombia, pero creo que va a despertar una inquietud en la gente de Colombia y en los artistas de la calle, sobre sus propias formas de ser, sobre sus valores, sus prejuicios y talvez a alguna persona le despierte un interés por ir a Colombia.
Aunque yo quiero que todos vayan a Colombia, lo que más quiero no es despertar el deseo de viajar sino el de ver a la gente de la calle de una forma diferente, de ver su poesía, de ver con otros ojos lo que está alrededor, que, para mucha gente quizás parezca no muy agradable.
- Usted dice que lo que le interesa mostrar en esta película es la poesía pura de los ambientes y los personajes que usted presenta. ¿Cree que, después de ver su película, algún europeo o norteamericano va a pensar que Colombia es un lugar lleno de poesía?
- No creo que vayan a pensar eso exactamente, pero espero que puedan ver la poesía que tienen los protagonistas de la película y apreciar la dignidad con la que llevan sus vidas, aunque sean muy distintas de las suyas.
- Usted presenta a Mambo Cool como una película colombiana, ¿Cree que esta producción puede ayudar a vencer los prejuicios sobre Colombia?
- Todo tiene que ver con la perspectiva. Depende de si uno ve una película y sólo quiere interpretar lo malo y no quiere reconocer los aspectos artísticos. Yo creo que Mambo Cool no va a crear más prejuicios sobre Colombia y que, si uno está abierto a reconocer la poesía, puede hasta cambiar los prejuicios y ver la dignidad, la amistad, la lealtad y los valores que se muestran en la cinta.
- ¿Cómo cree que reaccionará el público de Colombia, si la película se proyecta en Colombia?
- Eso es difícil de adivinar. Talvez habrá algunas personas que interpretarán la película de forma negativa, pero creo que la gente que tiene sentido de poesía y de humanidad podrá ver que la imagen no es negativa.
- Hay varios millones de colombianos en el Exterior que tratan de mostrar que los colombianos son gente buena y decente. ¿Si usted fuera uno de estos colombianos, se sentiría contento y satisfecho con la proyección internacional de esta película?
- Sí, porque yo estoy mostrando gente decente. Muestro a personas que son leales a sus amigos, que luchan por ellos y que están con ellos hasta el final. No sé por qué estas personas tienen que estar en la oscuridad y no pueden tener una voz. No sé por qué no pueden ser mostradas en la pantalla.
Idea y desarrollo
- ¿Cómo se le vino a la mente la idea de realizar esta película?
- Mis colaboradores y protagonistas me lo plantearon. Yo vine por primera vez a Medellín en el 2006 y fue entonces cuando, en las calles de la ciudad, conocí a quienes serían los protagonistas de la película, especialmente a Jorge Gaviria y Hernán Padilla. Y, tras años de contacto con ellos, me plantearon la idea de hacer una película que involucrara la música. Entonces comenzamos a desarrollar el proyecto.
- ¿Estos protagonistas, que lo impulsaron a producir este filme, cobraron por su trabajo?
- No. Y la mayoría de los actores, que eran amigos nuestros, tampoco cobraron. Pero sí hubo gente de la calle que no era muy cercana a nosotros y con ellos sí hubo un pequeño intercambio económico para poder llevar a cabo algunas escenas.
- También se le facilitaron, económicamente hablando, el vestuario y las locaciones...
- Claro. Prácticamente usamos el vestuario de los actores mismos y las locaciones fueron escenarios reales del centro de Medellín, que muchas veces eran de amigos de amigos.
Cuestiones de estilo
- ¿Cómo se construyó el guión? ¿Desde un comienzo estuvo en español?
- Desde el comienzo, lo escribí en español. Todo fue sacado de mis propias experiencias con mis amigos de Medellín y de vivencias de estos amigos. Así fui formando unas narrativas. Se hizo, entonces, un guión, pero este se fue transformando permanentemente, porque, a lo largo del rodaje, iban surgiendo nuevas cosas e íbamos descartando otras. La historia siempre fue dictada por el lugar y los personajes. A eso es a lo que queríamos ser fieles, no a un guión. Al final, no creo en los guiones.
- Usted, en la película, les da mucha importancia a los objetos...
- Son los detalles. Creo que, como observador y cineasta, uno se obsesiona mucho con los objetos y las herramientas. Quizás esa es una obsesión que viene de la arqueología. Talvez, viene de mi formación en antropología.
- ¿Esta película tiene alguna afinidad o parentesco con el cine colombiano?
- No. Por razones obvias, tiene algunas similitudes con el cine de Víctor Gaviria, pero sólo en cuanto a las locaciones y a haber trabajado con no actores. Y, también, como en Rodrigo D., está la fascinación por la música y la cultura.
- ¿Fue influenciado por Víctor Gaviria?
- No, pero es difícil decir que no, si uno hace una película en Medellín, grabando en esa clase de locaciones y con una población de no actores. Claro que habrá algo parecido a lo de Víctor, aunque la mía es una perspectiva completamente diferente: es una perspectiva no natural. Estilísticamente es muy diferente.