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Presentación

  • : El blog de Sergio Esteban Vélez
  • : En este sitio, la cultura es protagonista. Se puede apreciar lo mejor del arte y de la literatura colombiana, a través de entrevistas a sus mayores representantes y de más de un centenar de artículos sobre el trabajo de los mismos. También hay un espacio para la Historia, la Política y la Lingüística, además de una compilación de la obra poética que el autor ha desarrollado desde su niñez, cuando ya publicaba libros y era admirado en su país como "el Niño Poeta".
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El color según los maestros

Guerra, Padura y Manet

10 febrero 2011 4 10 /02 /febrero /2011 07:07

El álbum de un poeta

 

JOSÉ GUARNIZO ÁLVAREZ

De la Urbe. 31 de agosto de 2005 

En 1996, el país se agitó con la noticia de que un niño de12 años publicaría un libro de poesía.

Periodistas de Norteamérica, Europa y Latinoamérica se acercaron a tan inusitado suceso, en aras de desentrañar la verdad de tan inexplicable proeza. La realidad con la que se encontraron superó sus propias expectativas. Se trataba de un niño que escribía no sólo sonetos impecables en forma y contenido, sino que también se pronunciaba frente a los problemas que sacudían la realidad nacional.

Y así hablaba para los que atónitos se acercaban la las páginas de sus versos: “Yo trato de que mi poesía se difunda por el afectuoso vergel de los hogares,
porque una voz conocida puede hablar por los que no son escuchados”.

“Destellos nocturnos” se llamó esta producción que circuló en dos ediciones de 1.500 ejemplares. “El niño poeta de Colombia” fue el apelativo que lo acompañaría en adelante. Nacido el 15 de septiembre de 1983, en una familia constitutivamente antioqueña, fundaría, a los trece años de edad, la Academia Antioqueña de Letras, de la cual fue hasta el año 2.004 su Director Ejecutivo. Esta Institución que fue presidida, hasta su muerte, por Octavio Arizmendi Posada, quien en sus lúcidos años de trabajo fue Ministro de educación, Gobernador de Antioquia en dos ocasiones y fundador de varias instituciones del país.

Lo que hace que este hecho parezca una novela de Jerzy Kosinski es que Sergio Esteban fue quién nombró a Arizmendi Posada como presidente de dicha Academia, debido a que un niño no podría por estatutos ocupar tal cargo. Dentro de su inmaturo prontuario Sergio Esteban Vélez ha publicado cuatro libros de poesía, dos de historia y presentó más de sesenta recitales de su obra.
Todo parecía indicar que nacía para el país, sin caer en quiméricas premoniciones, una figura de la talla de José Asunción Silva. Pronto se vería rodeado de personalidades del mundo de las letras, la política y en general de todas las aristas que contempla el intrincado universo de las artes.
 
En poco tiempo conoció a Olga Elena Mattei, aquella poetisa que recordará siempre el país por su presentación de la cantata “Cosmofonía” en 1976 en París y la primera mujer que escribió antipoesía en Latinoamérica. De ella, se dice que Sergio Esteban Vélez alimentó una influencia casi transcrita, que aunque imperceptible en los primeros años, significó comentarios en torno a la verdadera autoría de sus obras.

Así Olga Elena ha salido en defensa de las críticas que pululan en derredor: “Alguien me dijo que la razón por la cual me gusta tanto la obra de este joven es porque, después de que le lavé la cabeza, lo puse a escribir poemas que parecen idénticos a los míos… Por el contrario: es porque son como yo hubiera querido escribir. Son los poemas que yo hubiera querido escribir pero no supe. Los poemas de Sergio Esteban Vélez son mucho mejores que los míos”.
No obstante, la marcada presencia de Olga Elena Mattei en la naciente obra de Vélez, y de todo el movimiento de la “generación sin nombre” que tuvo raíces en el propio José Asunción Silva, Luis Carlos López, Nicanor Parra, y todos los impugnadores del vanguardismo latinoamericano; el “niño poeta” afianzó su producción en el verso tradicional que encuentra en la rima y la métrica sus más idílicos aliados.

De esta forma de escribir poesía fueron muchos los que, ante las nuevas tendencias del verso libre, elucubraron subestimaciones a esta tradicional forma de escribir. A propósito, el escritor Fernando Vallejo le dirigiría en cierta ocasión las siguientes palabras a Sergio Esteban: “Apreciado Sergio: (…) Las últimas rimas consonantes que faltaban por usar en español (¿”parra” con “guitarra”?) se las gastó Silva; en cuanto a las rimas asonantes, son muy fáciles y no pasan de sonsonete. Y todos los versos buenos de toda la poesía de la lengua española caben en dos hojas. ¿Y para qué partir las frases poniendo sus pedacitos uno encima del otro? Eso no hace un poema. El verso ya no tiene razón de ser, si es que alguna vez la tuvo: su función era ayudarles a conservar a los juglares los relatos épicos (…)” Y a pesar de su “terquedad literaria” pasó poco tiempo para que las reuniones, los cócteles y las fastuosas fiestas empezaran a hacer que Sergio Esteban conociera a importantes personalidades del país.

En cierta ocasión llamó personalmente al maestro David Manzur para solicitarle una cita y obsequiarle su libro. Le fueron concedidos diez minutos pero la conversación se extendió por cinco horas de literatura, música, pintura e historia. A partir de ese momento y como había ocurrido con Olga Elena Mattei, David Manzur se convirtió en uno de sus más entrañables amigos. Sergio Esteban ha sido varias veces pintado por el maestro, e incluso, como dato inédito, ha sido modelo del más incisivo tema de la obra de este pintor: “El San Sebastián”.

Cuando el tiempo se diluye

Después de nueve años de poesía Sergio Esteban Vélez camina con donaire y parsimonia por los pasillos de la Universidad de Antioquia, donde estudia el pregrado de Comunicaciones.  Tiene 21 años de letrados recorridos por las páginas de innumerables genealogías. Es inevitable que sus sombreros y corbatas, que hacen parte del legado de su abuelo, llamen la atención de sus
compañeros que se ríen a su cadencioso paso. Esta herencia familiar de tiempos distantes, no consta sólo de un guardarropa, sino de una vasta biblioteca, que en parte, dejó Luis Jaramillo su tatarabuelo. El deleite de Sergio no son las desenfrenadas cervezas al frente de la universidad, sino los conciertos y las obras de teatro y en general toda la actividad cultural que se presenta a diario en Medellín. Parece un personaje extraído de su propia
poesía, un loco que se quedó pegado al siglo que no conoció. Su cabeza
permanece tan altiva como sus ínfulas. A veces no son los excéntricos sombreros, sino las gorras y boinas de paños bañadas en cuadros de aquellos
años que murieron en su moda.

Sergio Esteban Vélez, en contra de la corriente, y de las escépticas miradas de quienes se cruzan por su camino, continúa su andar. Sus palabras y sus gestos son propios no de un joven, sino de quien triplica su edad, de un viejito adusto que sale a tomar el té con sus amigas.

Su pulcritud y confuso refinamiento, que se traduce en una manera anacrónica al vestir, despierta un cierto tipo de hostilidad evidente por parte de los jeans rotos y las camisetas anchas con pelos parados que se detienen a mirarlo. Hoy cuando sus días no son tan floridos ni revestidos de asombro por la precocidad del niño que abrazó el preludio de un prominente futuro, el autor de Urdimbre bajo la piel parece despertar al periodo decadente que experimentan muchos genios, que en su senectud hablan con triste remembranza de lo que fue su paso por la iluminada carrera, pero con la inefable fortuna de estarlo viviendo al inicio de su juventud. Este es un periodo de madurez y decepciones para el ya joven poeta.

La experiencia de haber vivido una inusitada niñez, le ha permitido forjar un carácter cáustico y sin reservas, pero extraño para sus verdaderos prosaicos coetáneos de vidas y amigos “corrientes”, que desfilan como arquetipos por los pasillos de las universidades. Sus amigos; con los que se ha entendido intelectualmente, desde aquel día cuando tenía doce años y decidió por su cuenta hacer parte del círculo impenetrable de artistas; siempre han nacido cuarenta o más años antes, como adelantándose al tiempo para poder disfrutarlo.

Una conversación

Su casa se detiene en el espacio de la ópera “Carmen” de Bizet, que melodiosa y como un caudaloso río de música sale por la puerta a mi llegada. Luego vendrían las zarzuelas de Soutillo y Vert; y más adelante Ravel, y un especial de Jazz. Esa es mi bienvenida que se legitimaría con un afable saludo de mi entrevistado que me ofrece una copa de Jerez.

Le pregunto por la ilustración de su libro Urdimbre bajo la piel, “El San Sebastián” de David Manzur, mientras se alista para mostrarme su álbum de fotos. ¿Este cuadro de la portada es el que fue robado aún sin terminar?

S.E.V: Sí, la prueba de que fue robado es la firma y la dejó tal cual como testimonio de la violencia en Colombia (El maestro fue obligado a firmar el cuadro cuando era amenzado por los ladrones que entraron a su taller en Bogotá) Después apareció en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y más tarde en Manizales.

J.G:La vida de Manzur ha sido bastante particular, tengo entendido que vivió en algunos conventos en España donde al sentarse a la mesa veía cuadros de los pintores más importantes de Occidente: Velásquez , Zurbaran…

S.E.V: Sí, pero antes vivió en el África y en la isla de Santa Elena donde murió Napoleón. Mientras estuvo en el África pasó mucho tiempo en las tripulaciones de algunas embarcaciones jugando con las calaveras que rodaban en los barcos náufragos, y luego lo trasladaron a Canarias y esa es la historia que todo el mundo conoce. Y como usted dice, se la pasó entre santos y por eso pinta santos. En ese tiempo sufrió mucho por la comida ya que era plena guerra mundial y España estaba medio aliada con Alemania…

J.G: Al ver varias fotografías en las que Sergio Esteban coincide con el ex presidente Belisario Betancur, especialmente una en la que los dos rodean a Manzur mientras él pinta, le pregunto si tienen alguna relación.

S.E.V: Lo que sucede es que Belisario es el “asistente” de David Manzur, o por lo menos lo era hasta hace poco debido a que Manzur se fue a vivir a Mosquera (Cundinamarca) y tuvimos un pequeño contratiempo en torno a la destitución de Olga Elena como agregada cultural en Nueva York. Y esa foto fue una tarde en la que Belisario y yo fuimos a tomar chocolate a la casa de Manzur.

J.G: Bueno, usted entonces se da el lujo de tomar chocolate con un ex presidente y un eximio pintor…

S.E.V: No, ¿Usted sabe quien se da el lujo de que su asistente sea el ex presidente de un país?

J.G: ¿Qué opinión le merece el arte posmoderno, ese que desconoce un poco lo académico?

S.E.V: Hoy un hombre tira una moneda al suelo y eso ya es una obra de arte, pero sabemos que eso no va a perdurar. Cuando un artista ya glorioso y que ha hecho arte toda la vida, arte de verdad, y a lo mejor tiene sesenta años puede darse el lujo de hacer una cosa de esas, o como cuando Picasso ya dominaba la academia pudo romper y revolucionar el arte mundial. Y el artista tiene que primero manejar la academia y ser técnico. Lo mismo el poeta. Para yo poder escribir esta cosa tan mala primero tuve que hacer sonetos perfectos. Aquellas personas egresadas de las facultades de artes en las universidades tienden a salir, en el caso de la poesía, incluso en la pintura, a incursionar en lo libre, en el abstracto, en el sinsentido.

J.G: ¿Es preciso demostrarle primero al mundo que se conocen las tendencias y la historia?

S.E.V: Claro, es que uno no puede ignorar lo que quedó atrás y simplemente decir que soy un genio. Si usted retoma lo que hizo Miguel Ángel y lo lleva más allá, usted sí va a ser un verdadero pintor, hay sólo que superarlo, y continuar lo que Miguel Ángel no pudo en vida.

Las hojas del Álbum siguen y así las personalidades: Los últimos ex presidentes recientes del país; y desde Fernando Botero y Mario Vargas Llosa, hasta Fanny Mikey, obispos, generales, y la lista es interminable. Un mensaje de Horacio Serpa Uribe excusándose por no poder asistir a su cumpleaños número quince, y otro de Gustavo Álvarez Gardeazabal que dice: "Sergio Esteban, en la ominosa noche en que apareció en mi vida... me llenó de terror y alegría. (...) Sus “ESTANCIAS CERRADAS” son un conjunto de poemas de factura, con temple y ritmo y, sobre todo, con una gracia perversa, esa que (el mismo Sergio) exhala en cada gesto, en cada mirada de rabino triste que deja ver por entre su caparazón".

J.G: Existen opiniones divididas frente al recital en la poesía. ¿La poesía está hecha para leerla, o para escucharla?

S.E.V: En este país, y esta es una tesis de Olga Elena, no se publica, es muy difícil publicar, y si se publica no se distribuye, y si se distribuye no se vende, y si se vende o se regala, no se lee. Entonces la manera para obligar a la gente a tragarse el libro es tenerlos sentados en un auditorio leyéndoselos. Y por respeto y por pena que les da, no porque el poema sea muy bueno, sino por vergüenza, se lo tienen que tragar.

J.G: ¿Cuál es la dinámica que se maneja en las editoriales para poder publicar?

S.E.V: Lo de las editoriales es imposible, hay que ser García Márquez o tener una rosca tremenda para que te publiquen. A un muchacho de veinte años jamás le van a publicar un libro. Cualquiera diría que con las amistades se pueden lograr ese tipo de cosas, ¿para qué me han servido en la vida? Para invitarme a tomar chocolate de vez en cuando. Olga Elena por ejemplo, es una de las poetas más importantes del país y tiene treinta libros inéditos. Si a una mujer como ella le pasa eso,imagínese a un muchachito de veinte años…

J.G: ¿Qué podemos encontrar en este libro que acaba de lanzar?

S.E.V: Esto es básicamente antipoesía. Al contrario de mis primeros libros que fueron muy académicos, es decir, sonetos, romances andaluces y poesía muy
tradicional decimonónica, esta nueva producción rompe con todos esos
paradigmas con el fin demostrarle a los intelectuales que decían que yo
escribía como un viejito, que yo sí podía escribir literatura muy moderna,
pero sin las bobadas de los poetas de ahora de frases inconexas y sin sentido
que nadie las va a entender.
 
J.G: Eso tiene que ver con que el arte es para los demás, aunque Picasso decía que “Si mi obra no les llega a los demás, no es de los demás, es mía”…

S.E.V: Es muy discutible, el arte es para los demás, pero si en este país tu vas a hacer arte plástico para los demás, te toca pintar florecitas, y si tu vas a hacer música para los demás te toca hacer Darío Gómez. Y yo lo hago para mi satisfacción y no la hago porque la quiera hacer, sino porque me viene dictada.

J.G: Cuénteme de aquella subasta de la cual usted fue Director y que tenía como fin salvar de la quiebra al Colegio de Altos Estudios de Quirama, en la que se donaron obras de artistas de la talla de Fernando Botero, Rodrigo Arenas Betancourt, David Manzur, Armando Villegas, Dora Ramirez y Enrique Grau…

S.E.V: Mi hermano en una oportunidad, en París, fue al estudio de Botero por los cuadros y no había nadie y perdimos esos cuadros. Eso nos habría ayudado mucho. Y muchos de los otros cuadros la gente no los compraba y entonces como no los compraban hubo que devolvérselos a los artistas porque era una donación. Los de Botero era un General y una Bailarina, pero yo nunca los conocí, en formato pequeño, como este Villegas que tengo aquí. Me los consiguió un amigo, Ramiro Castro Duque y el me hizo el contacto. Finalmente, Quirama no se salvó…

 

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