SERGIO ESTEBAN VÉLEZ
El Mundo, 18 de enero de 2012
Hoy, 18 de enero, se están cumpliendo 150 años del fallecimiento de uno de los presidentes más olvidados de la historia de los Estados Unidos: John Tyler. A pesar de que su gobierno no pasó con gran brillo a los anales de la historia, vale la pena repasar su interesante caso.
Tyler, electo vicepresidente en 1840, ascendió al poder, tras el deceso de William Henry Harrison, el 4 de abril de 1841. Harrison murió un mes después de asumir el poder, a causa de una neumonía producida por el hecho de no haber llevado puesto abrigo mientras pronunciaba su discurso de posesión, que duró más de dos horas, al aire libre, en el frío mes de marzo. El suyo sería el gobierno más breve de la historia de los Estados Unidos.
Antes de continuar con Tyler, es interesante comentar que Harrison vivió en Colombia. En 1828, fue nombrado ministro plenipotenciario en nuestro territorio (en ese tiempo, la Gran Colombia). Dice su biógrafo James Hall que Harrison encontró una Colombia en profundo estado de confusión, donde el gobierno estaba deviniendo en dictadura militar y donde los ciudadanos ignoraban sus derechos y actuaban muchas veces como si no tuvieran ley: un país al borde la anarquía. Decepcionado por la “hipocresía” de los patriotas neogranadinos, regresó a los Estados Unidos al año siguiente. Un par de meses más tarde, dirigió a “el Libertador” una extensa misiva, en la cual lo invitaba a implantar en nuestra tierra los valores de la libertad y la democracia. Un nieto de Harrison, Benjamin, también llegó a la presidencia de los Estados Unidos, en 1889.
Volviendo al ascenso de Tyler al gobierno de la potencia americana, se trata de un episodio marcado por la incertidumbre. Muerto Harrison, Tyler corrió a prestar juramento como Presidente titular, aunque muchos eran partidarios de que el suyo fuera ser un gobierno interino. Esta era la primera vez que un presidente de los Estados Unidos fallecía en uso del poder y no se habían determinado suficientemente los procesos de sucesión (posteriormente, dado el alto número de presidentes estadounidenses muertos en funciones -8, en total-, se promulgaría la XXV Enmienda de la Constitución Americana).
Aunque del gobierno de Tyler los estadounidenses celebran el hecho de que logró la anexión de Texas (que se había independizado de México en 1836), tal vez lo más recordado de su mandato es que, una vez en el poder, se apartó radicalmente de los intereses y del programa de aquellos que lo habían elegido en dupla con Harrison.
Tyler había llegado a la vicepresidencia por el partido de los “Whigs” (de derecha liberal), gracias, justamente, a su vigorosa oposición a los líderes del partido Demócrata (del cual había desertado años atrás). Pero, cuando fue ungido presidente, de manera sorprendente, entró en contradicción con la gran mayoría de las propuestas de sus copartidarios, que, como es lógico, esperaban que el mandato de Tyler fuese coherente con el discurso de quienes lo eligieron.
Debido a un veto suyo a las propuestas económicas liberales de los Whigs, su gabinete en pleno (el mismo de su antecesor, Harrison) presentó su renuncia y demandó la dimisión del mandatario. Como esta no se produjo y Tyler se “atornilló” en la Casa Blanca, los Whigs lo expulsaron oficialmente de la colectividad, en septiembre de 1841. Tyler se convirtió, entonces, en un presidente sin partido.
Su negativa a gobernar de conformidad con la ideología Whig desembocó en la primera proposición de “Impeachement” (o moción de censura) contra un presidente de los Estados Unidos. Gracias a sus maniobras políticas, tal proyecto se hundió y Tyler pudo seguir en el poder, hasta 1845. La bancada Whig en el parlamento, no obstante, impediría gran parte de los nombramientos de Tyler en el gabinete y, dado que dos jueces de la Suprema Corte habían fallecido y que al Presidente correspondía presentar los nombres para sucederlos, el Congreso rechazó repetidamente a los candidatos propuestos por Tyler. No fue sino hasta el último mes de su gobierno, que el Congreso aprobó las dos designaciones. ¿Nos suena familiar este episodio?
Por esos días, ya cincuentón, se casó, por segunda vez, con una veinteañera, Julia Tyler, quien se hacía llamar la “Presidentesa”. Dicen que ella fue la verdadera primera “primera dama” de la historia americana. Mientras tanto, Tyler era apodado “Su Accidencia”.
Y como tal, como un simple accidente sin importancia en la historia americana, es recordado Tyler por los pocos que aún retienen su nombre.