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  • : El blog de Sergio Esteban Vélez
  • : En este sitio, la cultura es protagonista. Se puede apreciar lo mejor del arte y de la literatura colombiana, a través de entrevistas a sus mayores representantes y de más de un centenar de artículos sobre el trabajo de los mismos. También hay un espacio para la Historia, la Política y la Lingüística, además de una compilación de la obra poética que el autor ha desarrollado desde su niñez, cuando ya publicaba libros y era admirado en su país como "el Niño Poeta".
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El color según los maestros

Guerra, Padura y Manet

28 mayo 2009 4 28 /05 /mayo /2009 06:55

 

 SERGIO ESTEBAN VÉLEZ

El Mundo, 12 de abril de 2008

 

Con la apertura de su nueva exposición, en la sala de Arte de la Universidad de Medellín, Horacio Arbeláez muestra una nueva faceta de su obra pictórica.

 

Desde el pasado jueves, en la sala de Arte de la biblioteca de la Universidad de Medellín, se presenta la nueva exposición del maestro Horacio Arbeláez.  

Este ha sido un año de bastante actividad para este pintor, pues la muestra que inaugura por estos días es la tercera de este año. 

Pero mientras las exhibiciones anteriores, en el Museo de la Universidad de Antioquia y en el Palacio de la Cultura, se enfocaron en la divulgación de su particular “Expresionismo Político”, la que acaba de inaugurarse se orienta a presentar, por primera vez, su obra de temáticas eróticas y sus producciones de intervención en técnica mixta, sobre creaciones famosas de grandes artistas de la Historia. “Yo nunca había mostrado esta obra.  No por inseguridad, sino porque era difícil encontrar un lugar adecuado, de intelectualidad y pensamiento”, acota el artista.

Lo primero que podrá ver el espectador es una selección de sus “Caballos Dadá”, en los cuales rinde homenaje al movimiento Dadaísta, en un lenguaje lleno de alusiones al juego y a la sensualidad.  

Arbeláez se identifica con los Dadaístas, pues su producción pictórica tiene una finalidad similar a la de estos artistas, que, en 1916, en Zurich, hicieron manifiesta una resistencia a la guerra y proyectaron asumir una posición de ruptura y de diversión, que, según el maestro Horacio es “como la invención de la Poesía Fonética, con títulos grotescos y contradictorios, pero muy poéticos”. 

Y el mismo Arbeláez, avezado estudioso freudiano, ha querido apostar por temas sugerentes, como el de un “Dada”, tomado de una foto antigua de Porfirio Barba Jacob, obra en la cual exalta el erotismo libre y exento de cargas morales de aquel poeta, con cara de caballo.

En estas obras, es notoria la búsqueda de nuevas posibilidades interpretativas, en pos de abrir otras directrices trazadas por el artista mismo.

En la serie de collages, el artista rinde tributo a los grandes maestros del Arte Universal, especialmente desde las cualidades del color y de la luz.  Para Arbeláez, además de los principales “ismos”, el paradigma esencial es el Renacimiento “donde se crearon todas las formas posibles, en todas las Artes”, como expresa el pintor, quien, al tomar los cánones y las figuras de estos artistas, ha querido “actualizarlos” y traerlos al mundo contemporáneo, “lleno de guerra, donde los derechos fundamentales se desconocen y la mujer sigue siendo maltratada”.

Su afán por expresar su protesta ante la problemática social se hace visible en obras sobrecogedoras, como una en la cual pone a luchar a Bolívar, contra el paramilitarismo, u otra en la cual interviene la “Virgen de Alejandría”, de Rafael, y la titula “Madre cabeza de familia”.  

“En ningún momento pretendo irrespetar a estos maestros, sino mostrar los abusos de la posmodernidad”, asegura el artista.  Y esta intención de denuncia y de comparación entre las épocas vuelve a comprobarse en obras como “Joven del siglo XXI”, torbellino de fuertes colores, en el que se refiere a que “la juventud del nuevo siglo ha conseguido la libertad de su sexualidad y un reconocimiento a una fuerza diferente a la que está establecida en la institución familiar”.

Para Arbeláez, la Posmodernidad, el Neoliberalismo y las formas políticas actuales “sepultan y castran a una gran cantidad de jóvenes, que no tienen un propósito superior, porque lo efímero los subsume”.

Y, justamente, retoma la obra de los Clásicos, con el objetivo de demostrar que estos todavía son vigentes y de hacer una acusación ante la burla y el manejo elitista que, para él, se están dando en el Arte de nuestros días.  “Busco hacer un llamamiento a la reflexión”, enfatiza.

Arbeláez destaca que hace estas creaciones, ante una  “sociedad que se derrumba” y que, cuando habla del mundo contemporáneo, siempre tiene en cuenta aspectos típicos de este, como la destrucción de la célula familiar.

Se lamenta de que “Ahora, la Pintura es pintar cualquier cosa.  Eso crea un Arte Efímero, que desvía la visión de la contemporaneidad y permite una oquedad por la cual se filtra una política sistémica, en la cual los creadores quedan como un simple campo de divertimento, donde las posibilidades se reducen al performance o al montaje, pero sin arañar al sistema”. 

Arbeláez pretende modificar las perspectivas y recuperar el Arte para una cultura social, pero partiendo de las mismas fórmulas de las principales escuelas artísticas de la Historia.

Para él, el proceso creador es, ante todo, un juego, en el cual se subliman todos los estadios íntimos del ser humano, al servicio de la creatividad.  Y por eso cree que toda producción suya debe leerse desde la Filosofía.

Y en esta hermenéutica, es fundamental el trasfondo sexual de muchas de sus obras, como la de “Los amantes de Magritte son alterados por el ruido de la ciudad”, “El jardín de Gauguin”, en la cual hace referencia al ambiente de la sexualidad grecolatina, o “Gala y Dalí, o la ilusión del amor”, en la cual interpreta el problema sexual de esta pareja (Se dice que, a pesar de que siempre se amaron y vivieron juntos, nunca tuvieron relaciones sexuales y que cada cual otorgó al otro plena libertad en el campo erótico).

El público puede apreciar también algunas obras que hacen referencia a máquinas imaginarias, con las cuales Horacio Arbeláez enseña su postura acerca del “hombre automatizado que ya sólo responde a maneras sistémicas y no a la sensibilidad humanística”.

Nuevas visiones y nuevas formas, para un público ávido de originalidad.

 

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